Capítulo 10

1671 Words
Aitana Mi corazón estaba a nada de salirse de lugar mientras veía a los dos policías acomodarse en unas sillas frente a mí. Nos encontrábamos en un salón desocupado, a la espera de que comenzara, por lo que dijeron, una pequeña sesión de preguntas que no duraría mucho así que llegaría a mi última clase. O al menos eso fue lo que me prometieron, solo que no le creo mucho a la policía. Mi profesor se opuso a esto, pero no por mucho tiempo antes de que los hombres lo "amenazaran" con llevarlo a la estación de policía. Solo me dijo que hablaría con mi siguiente profesora para que no hubiera problema con mi inasistencia. Me ponía ansiosa todo el asunto, dado que aunque era amiga de Kathie no la conocía tan bien como para contestar preguntas personales acerca de ella. Solo sabía su segundo nombre y apellido, vi a sus padres solo en dos ocasiones formales, que es rica y me gustan las fiestas. Puede que demasiado. —No entiendo aún por qué me trajeron aquí. —murmuré cortando un incómodo silencio. Los dos solo estaban ahí, mirándome con cautela como si de un animal enjaulado se tratara. No entendía nada de lo que pasaba y me preocupada qué fue lo que ocurrió con Kathie. ¿Acaso había una posibilidad de que...? —Escuche, señorita Cruz. —¿Ella está muerta? Lo que cuestioné pareció no sorprenderlo, ya que sus secas expresiones no dieron señales de cambiar o reaccionar. Comenzaba a ponerme nerviosa el hecho de no saber qué le ocurrió a mi supuesta amiga, que desde la apertura del bar no había visto pero sí hablado por mensajes. —Kathie no está muerta hasta donde sabemos, señorita Cruz. Y es por eso que la hemos traído aquí. —respondió el que estaba del lado derecho—. Esperamos que pueda colaborar con nuestra investigación. Los observé a ambos detenidamente, analizando sus facciones robustas y al final no me quedó más que suspirar, seguido de asentir con la cabeza. Estaba dispuesta a contestar sus preguntas con toda la poca información que pudiera aportar. —¿Cuándo fue la última vez que vio a Kathie? —cuestionó el que estaba a su lado. —Hace unas semanas, en la apertura del bar "Zodiac Club", pero ella se fue mucho antes que yo. Luego hablamos un poco por mensajes hace como tres días. El más delgado de los dos, que estaba del lado izquierdo, comenzó a anotar cosas que no llegué a leer porque la libreta estaba al revés. Solo llegué a entender que mi nombre estaba ahí escrito. —De acuerdo, ¿y cómo se conocieron? —preguntó esta vez el otro. Hice memoria, intentando recordar y poder explicar cómo es que había conocido a la chica. Una vez que logré hacerlo, sonreí con gracia. —Fue durante una fiesta... Estaba aburrida, así que fui al baño antes de irme y la encontré vomitando en el lavabo porque no llegó al inodoro. —conté, haciendo una leve mueca—. Le sujeté el cabello, mientras la oía quejarse de su ex que la dejó ese mismo día. Le dejé mi número anotado en su celular por si necesitaba algo y desde entonces somos amigas. Me encogí de hombros tras terminar de explicarlo. No es la historia más memorable o bonita, solo que así nos pasó a nosotras y era divertido recordarlo cuando nos reuníamos en fiestas, mientras estábamos ya muy borrachas para reírnos a carcajadas de ello. El policía sólo continuó escribiendo y haciendo garabatos en la hoja de papel, mirándome de reojo por momentos sin detenerse. El otro era el encargado de hacerme las preguntas básicas correspondientes. —Mencionaste que ese mismo día terminó con su ex novio. ¿Tiene alguno nuevo actualmente? ¿Quizá un amigo con derecho o algo parecido? Abrí la boca algo sorprendida por aquella pregunta, negando con la cabeza casi al instante. —No, lo siento, no tengo idea de ello. Aunque creo que estaba soltera. —contesté algo cortante. —Lo siento, señorita Cruz, esa pregunta era necesaria. Tan solo asentí para luego cruzarme de brazos, empezando a mordisquear mi labio inferior. —¿Hizo algo malo? ¿Está en la cárcel? —cuestioné algo exaltada. El hombre puso sus marrones ojos sobre los míos antes de exhalar por la boca, con el que estaba a su lado manteniéndose al borde de la situación. Ambos parecieron incómodos por lo que dije, tanto como yo por lo que me cuestionó anteriormente. —Kathie está desaparecida desde hace tres días, Aitana. Entonces todo se congeló y quedó en silencio a mi alrededor. No lograba reaccionar, solo mantenía el ceño fruncido como si no estuviera segura de lo que dijo, pero escuché claramente. Ella está desaparecida... Kathie desapareció. Tres días. Hace tres días fue la última vez que hablamos, cuando pude preguntarle mil cosas antes que si iba a ir a la escuela a pesar de mi preocupación por ello. Pude haberme hecho más cercana porque en verdad me agradaba; pude haberle preguntado si estaba bien hace tres días y tener mejores respuestas para ayudar a la policía con su caso y que ella volviera ilesa a su casa, con sus preocupados sobreprotectores padres. Era hija única al igual que yo, así que pensé mucho en cómo estarían sus padres ahora mismo si incluso enviaron policías a una escuela secundaria. Sin embargo, esto no es una broma pesada ni nada por el estilo. En verdad no saben dónde podría estar en todo el extenso mundo la primogénita de esa poderosa familia, así que tuvieron que tomar medidas extremas como amenazar a un profesor con el poder de la ley para sacarle información a una adolescente de dieciocho años. —Señorita Cruz, ¿se encuentra bien? Ni siquiera logré sentir cuando ya estaba de pie hasta que uno de los hombres se levantó a ayudarme a mantener la compostura mientras mi mente estaba muy lejos de aquí, a punto de un ataque de pánico por la reciente noticia. —Sí... sí, lo siento. —casi que susurré al volver a la realidad. Justo en ese momento la puerta del salón se abrió y entró por esta mi padre, con el semblante tan serio que parecía aterrador verlo más de un segundo. Detrás suyo se encontraba el profesor Robbins —al que amenazaron antes de traerme aquí— cruzado de brazos, mirando a los dos hombres con seriedad. —¿Quién mierda se creen que son ustedes para traer a mi hija a la fuerza y hacerle un interrogatorio? —rugió mi padre, acercándose para envolverme en sus brazos. Aún me encontraba en un estado de shock igual a aquella vez en el callejón tras el horrible suceso con el fan, y solo dejé que el cálido cuerpo de mi padre pudiera reconfortarme luego de tal cosa de la que me enteré. No éramos extremadamente cercanas con Kathie, pero la conozco, me caía  bien y me preocupa mucho dónde o con quién pueda estar. —Esto se acabo. Me llevo a Aitana ahora mismo. Solo reaccioné un poco cuando escuché mi nombre salir de la boca de mi progenitor. No dije nada, no porque no pudiera, sino porque no me oponía a su decisión; desde que entramos que quiero irme de aquí. Pronto ya nos encontrábamos saliendo de ese lugar para irnos a casa, según lo que mi papá les gritó en un momento a los policías. El profesor se encontraba a nuestro lado, así que iban hablando ahora solo un poco más calmados para que le explicara la situación y qué le dijeron para que no se opusiera a mi interrogatorio, que por eso se vio en la obligación de llamarlo para así sacarme de ahí. Esteban estaba furioso, era muy obvio con sus expresiones faciales y hasta preocupación. Me preguntó cosas que vagamente respondí con "Sí" y "No". Aún no estaba lo suficientemente consciente de lo que pasaba a mi alrededor para entender mucho. —No quiero escucharlos. Nos vamos. Esta vez sí levanté la cabeza, viendo que eran el director y su secretaria los que estaban esperando cerca de la entrada con expresiones de cansancio que pude entender. Esto claramente se les fue de las manos, pero ¿qué podían hacer cuando la justicia estaba en su escuela? Tan solo callarse y obedecer. Continué con mi camino hacia donde estaba estacionado el auto en la calle, con Robbins todavía siguiéndome a mi espalda en silencio, cauteloso. —Lamento no haber podido hacer nada, Aitana. —murmuró con pena. Volteé lentamente mi cuerpo, para mirarlo a la cara con suavidad y negar con la cabeza, intentando a la vez hacer una pequeña sonrisa que más bien me quedó como una extraña mueca. —¿Usted cree que ella estará bien o a salvo? Aunque él no tuviera idea de la respuesta, quise saber su opinión para tratar de darme fe a mí misma de que mi amiga estaba en algún lugar... viva. —Quiero tener esperanzas de que sí, señorita Cruz. Con esa respuesta me bastó. Me despedí con la mano antes de subir al auto —que papa había dejado descuidadamente abierto, aún si estas calles eran seguras— y él volvió dentro del establecimiento a seguir con sus clases. Algunos minutos después bastaron para que mi padre saliera bruscamente de la escuela, con pasos pesados y los brazos cruzados sobre su pecho. Momentos después ya se encontraba dentro del auto, suspirando de forma pesada antes de voltear a verme ya más relajado. —Todo estará bien, mi amor, ¿sí? No volverás a esta escuela, ahora ya sabemos. Bajé la mirada, con mis manos entrelazadas mientras pensaba lo que quería decir a continuación. Cosas personales, complicadas si no se les daba una correcta explicación. —Mi padre no lo sabía, no lo culpo, pero... desde la desaparición de Kathie, nada volvió a estar tan bien como él quería convencerme.
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