Capítulo 4

3313 Words
Aitana Dejé salir un fuerte suspiro repleto de melancolía, debido a los recuerdos que se agolparon en mi mente de lo que estaba a punto de contar en este nuevo video. Grabé distintos días, cada uno con unahisyoria nueva, para que todo fuera más fácil de explicar y cada uno tendría un título de número dependiendo de qué parte de mi vida estuviese contando. —La última vez que canté en público antes de mi retiro fue... dolorosa. En uno de los muchos sentidos de la palabra. —comencé a relatar, frunciendo los labios—. Lo más doloroso para mí, ahora que sé lo que pasó a continuación porque lo viví en carne propia, es que luego de esa presentación... Me interrumpí a mí misma, llevando mi mano hecha puño hacia mi boca para apoyarla y negué con la cabeza, sintiendo mis ojos picar. Tras el incidente con el chico alto al que afortunadamente nadie, a excepción de Kathie, le prestó atención, pude continuar tranquila el transcurso de la noche disfrutando un poco de esta llamada "libertad adolescente". Por lo general soy reservada ya que tengo una reputación que mantener y ser un ejemplo para los más jóvenes; pero esta era mi noche libre de máscaras. Por unas cantas horas, podía ser esa Aitana que vive dentro mío, tan salvaje como sensual. Durante un momento detuve el baile para buscar a mi familia entre la gente. Esteban hablaba muy animado en una mesa alejada de todo lo que involucrara música fuerte o mucha gente, con sus cuatro amigos millonarios, de los que al único que pude reconocer fue a Sean. Llevaba una camisa blanca con tres botones abiertos, pantalones negros y el cabello peinado a la perfección, haciéndolo ver algo juvenil, cosa extraña para mí siendo que estaba acostumbrada a verlo casi todos los días con trajes elegantes dignos de un jefe. Mi abuela, por su parte, se había ido a la zona V.I.P que era mucho más tranquila a comparación de esta. La mayoría de los adultos ya mayores estaban allá, así que supuse que no se aburriría. Luego debería hablar con ella, dado que entendí horas más tarde que mencionar así de repente a mi madre siendo que nunca se la mencionó ni por casialidad en mi casa, debió tomarla por sorpresa. Ni siquiera sé si ambas se llevaban bien entre sí o se odiaron a muerte —lo que seria extraño viniendo de mi abuela— y eso fue parte de lo que provocó que me abandonara a días de nacer. Me crucé con su hija Eleanor en la pista de baile y nos saludamos con amabilidad, para luego ponernos a bailar juntas un par de minutos. Su esposa se encontraba en la zona V.I.P con sus amigas bebiendo champagne, orgullosa del éxito que tuvo su hijo con la apertura ya que el lugar estaba lleno. Sin embargo, aun no he visto a Lionel ni de casualidad; supuse que estaría ocupado con asuntos del negocio o algo así. —Voy por algo para tomar. ¿Tú quieres algo, A? —casi gritó Kathie en mi oído por el exageradamente alto volumen de la música. Negué con la cabeza como respuesta para no gritar. Debía guardar bien mi voz hasta la hora de que me llamaran para subir al escenario. Mi rubia amiga desapareció segundos después, moviendo de manera sensual sus caderas y consiguiendo varias miradas tanto de chicos como chicas. Incluso de algunos viejos asquerosos, que me provocaron arcadas. —Hola, extraña. Al escuchar una voz masculina fuerte a mis espaldas, volteé teniendo el ceño fruncido y creí por un mínimo momento que se trataría del Evenson con quien choqué. Ese pensamiento se descartó cuando me encontré con unos profundos ojos verdes conocidos, que me hicieron sonreír. —Hola, extraño. —respondí el saludo, dándole un cariñoso abrazo. El esperado Lionel Anderson, dueño del bar e hijo de Sean, hizo luego de haberlo buscado desde que llegué su gran aparición, vistiendo un hermoso traje blanco a medida decorado con margaritas negras bordadas y zapatos de cuero haciendo juego con el color de las flores, ademas del cabello n***o peinado hacia atrás que le daba ese toque juvenil y elegante; estaba completamente hermoso. Cualquiera que lo viera al lado de su padre, diría que son dos copias idénticas. —Lamento haber tardado, pero ya sabes cómo se pone mi madre cuando de presumir se trata. —comentó mientras caminábamos hacia una mesa desocupada. Solté una corta risa, a la vez que negaba. Conocía a Leila, su madre, lo suficiente para afirmar lo que decía; cualquiera fuera el logro de alguno de sus hijos, alguna foto o certificado enmarcado y colgado decoraría las paredes blancas del pasillo de su casa, a la que he ido más veces de las que puedo contar con los dedos de mis manos y pies. ¿Mi mamá habría sido como ella? —No te preocupes... lo entiendo. En realidad no, porque no tengo madre. Pero no iba a arruinar su noche con un comentario como ese, dado que ya bastante tenía con habérselo hecho a mi abuela, que esperaba solo por esta oportunidad que se le olvidara rápido ese momento en mi cuarto. —¿Y qué dices? Levantó los brazos de forma extravagante, refiriéndose al Zodiac Club, con una sonrisa de pura felicidad y orgullo inquebrantable en su rostro, que resultó contagiosa porque me fue imposible no imitarlo. —Este lugar es completamente increíble. Si sigo así, tendrás que darme una tarjeta de cliente frecuente. —bromeé, provocándole una carcajada—. Ya en serio, te felicito por todo esto, Lio. Estoy segura de que tendrás mucho éxito con este lugar. Acarició mi mejilla, demostrando el cariño íntimo y fraternal que sentíamos el uno por el otro. Quien no nos conociera pensaría que somos una feliz pareja, mientras la realidad es que mi vida profesional —además del hecho de que somos casi como hermanos— no me ha dado tiempo de tener novio. Sería injusto para esa persona que no le diera la atención o cariño que necesita una relación estable. Tampoco que sean tan importantes o yo esté desesperada por alguna pareja; cuando sea el momento adecuado lo sabré. —Gracias, Aiti. No sabes lo feliz que me pone tenerte justo a ti aquí conmigo. —comentó en un tono dulce—. Y hablando de eso, un pajarito llamado Sean me contó de tu retiro. —murmuró muy bajo. Me puse tensa de repente y la sonrisa que adornaba mi rostro desapareció para ser cambiada por una mueca. Estaba tan ensimismada en disfrutar esta noche que se me olvidó la razón principal por la que acepté hacer la presentación aquí: porque será la última. —Sí, pero de todas formas será por un corto tiempo. —aclaré rápidamente. Parecía querer convencerme más a mí misma que explicarle a Lionel. Cuando él se dio cuenta de mi notable incomodidad, se quedó callado, volteando la cabeza hacia la pista de baile donde habían muchos adultos jóvenes bailando al ritmo de la animada canción. Sentí su mirada de reojo hacia mí en varias oportunidades, cosa que me puso aún peor. —Quiero hacerlo ahora. Lo anunciado pareció no sorprenderlo mucho e incluso le dio la excusa para retirarse de la incómoda situación, ya que le dio último apretón suave a mi mano antes de levantarse, avisándome que dentro de cinco minutos debía estar en el escenario. Aproveché el tiempo para dirigirme al baño vacío y acomodar algunos cabellos rebeldes de mi peinado. Me miré en el enorme espejo arriba del lavabo, soltando un largo suspiro. —Vamos, perra, puedes hacerlo... Dos canciones y te vas. —me animé con una sonrisa forzada. De repente la música afuera dejó de escucharse y la voz de Lio sonó muy fuerte en los altavoces, por lo que supuse que ya era la hora. Cuando salí, muchos le prestaban atención al dueño del bar, otros hablaban amigablemente entre sus grupos y unos cuantos estaban tan ebrios que apenas podían pararse de pie. Caminé un poco entre la gente hasta distinguir la cabellera de Kathie, quien me sonrió tomando de su bebida cuando me paré a su lado, y miré a Lionel arriba del escenario con un molesto reflector dándole de lleno en la cara. —Quiero agradecerles a todos por estar presentes el día de hoy en la apertura de lo que, algún día, fue solo el sueño de un joven de veinte años. Ahora con veintiocho y mucho esfuerzo, puedo decir ¡salud por "The Zodiac Club"! —gritó con euforia, levantando una copa de vidrio que llevaba en la mano. Los presentes imitaron su acción entre gritos, chiflidos y aplausos, para después darle un trato a sus bebidas. Cuando me miró, aplaudí un poco, asintiendo con la cabeza. Era la señal para que el verdadero show empezara. —Sé que la mayoría no ha venido solo para verme borracho. —continuó con una sonrisa divertida—. Sino que por la presentación especial de mi hermosa e íntima amiga a quien le agradezco haber aceptado, Aitana Lennox... ¿Aiti? Con ese llamado, fui capaz de subir los tres pequeños escalones que me llevaron a estar al lado de mi amigo, que tomó mi mano para besarla. Ahí sí que todos se volvieron locos con los aplausos, incluso habían fans que se pusieron a llorar o a grabarme, lo que rompió un poco mi corazón. ¿Seré capaz...? Saludé con la mano al público, sonriendo como si fuera el día mas feliz de mi vida, y tirando algunos besos. —Muchas gracias por estar aquí, tan Lio como yo estamos muy felices de tenerlos com nosotros el día de hoy. —comencé a hablar—. Me alegra tanto presenciar cómo se cumple el sueño de uno de mis mas preciados amigos. ¡Te amo, Lili! Tras ese fuerte grito seguido de algunas carcajas, una de ellas por parte del nombrado, fue hora de comenzar el show y suspiré, mirando un segundo al público. Quería grabar ese mismo instante en mi memoria. —He left no time to regret, kept his d**k wet, with his same old safe bet... "Back to black" fue el primer cover que hice en mi primer año como cantante oficial de la empresa, y desde entonces no he hecho un concierto sin cantarla en el principio, porque fue ella quien marcó mi principio, el de un futuro que llegó tan lejos como nunca antes habría imaginado. Tres canciones más le siguieron a esa, otro cover de "Heart of glass" —mis canciones es favoritas son los clásicos, obviamente— y dos de mi nuevo álbum, con la gente haciendo los coros tan altos que casi tuve que forzar la voz o bailando al ritmo movido. En cuanto finalizó esa bella experiencia que me pareció tan corta, ya estaba totalmente sudada y respirando agitada pero con una sonrisa grande al escuchar nuevamente los aplausos. Entonces llegó el esperado momento. —Escuchen, hay algo que quiero anunciar. —hablé en un yono bastante alto, observando a varios que grababan todo—. Mi carrera ha durado ya más de tres años hermosos, que les agradezco darme la oportunidad de vivir, que han completado mi vida y que me hacen muy feliz por todo el amor que recibo de los fams, pero... Eché un vistazo rápido a todos esos ojos expectantes y curiosos de la noticia. Supe que sospechaban algo cuando varios fans empezaron a susurrar con expresiones de extrañeza en sus rostros. —Pero es hora de que tome un descanso... Lo siento mucho. —murmuré ya eso último con un sollozo atorado en la garganta. Las cosas comenzaron a ponerse feas cuando el ambientes antes lleno de armonía y tranquilidad, se transformó en un calvario de llantos, gritos ofensivos y tirar cosas al escenario. Sean subió al escenario una vez que el ambiente de tornó aun peor para ayudarme a bajar, mientras vi a Lionel con los de seguridad intentando retener al enojado público, y salimos por la parte trasera del escenario hacia una salida de emergencia que nos dejó en un ancho callejón. —¿Y mi padre? ¿Dónde está Helena? —pregunté algo alterada y a punto de tener un ataque de pánico. Sean se acercó a acariciar mis mejillas en un vago intento de calmarme que no lograria con facilidad dada la gravedad del asunto. Detrás nuestro unas luces nos encandilaron. Era un auto deportivo azul que se estacionó a pocos metros, del que bajó la mismísima Eleonor con cara de preocupación y le entregó las llaves a su padre. —Es un infierno allá adentro, apenas logré salir. Mamá y Lio siguen ahí. —informó casi tan alterada como yo. —Tranquila, iremos a ayudar... También debemos buscar a Esteban y Helena, no sé si lograron salir. —Yo voy con ustedes. —dije de inmediato, obteniendo las miradas de ambos sobre mi persona. —No, no, no. Fue muy difícil sacarte, si vuelves ahí te comerán viva. La respuesta de Sean me provocó una impotencia enorme que se instaló en mi pecho y quiso salir por medio de palabras que posiblemente acabarían en una innecesaria pelea. No estar cerca de mi familia estaba empezando a estresarme, porque puede que siguieran dentro del club metidos en una bola de gente alcoholizada peleando por mi culpa, por algo que debí pensar mejor. —-Te quedarás en el auto mientras Eleanor y yo buscamos a los demás. —ordenó mi representante—. Estarás bien, no tardaremos mucho. —-Bien. —contesté seguido de extender las manos para agarrar las llaves del auto y meterme dentro de este aun con ese horrible sentimiento intacto. Vi de reojo que ambos le daban un vistazo al vehículo para después volver a entrar al bar algo apresurados. Entonces dejé caer las primeras lágrimas y unos lastimeros sollozos, mientras mantenía mi cabeza apoyada en la ventanilla con los ojos cerrados para intentar de forma vaga que todo se detuviera. He de admitir que funcionó. Sin embargo, fue solo por unos segundos antes de escuchar un fuerte golpe junto a un grito. Abrí rápidamente los ojos por el susto, la respiración se me detuvo al ver que se trataba de un chico que estaba pateando la puerta de copiloto del auto y una expresión de ira en su rostro. Clavé mis uñas en el asiento, tanteando para buscar mi celular y llamar a la policía. Fue cuando recordé que le dejé el bolso donde estaba a Kathie una vez que me llamaron a cantar, luego la perdí de vista en canto las cosas se descontrolaron. —Mierda, mierda... —murmuré con un hilo de voz, sintiendo que nue amnete las lágrimas quería salir de mis ojos. —¡Aitana, sal! ¡Maldita perra desagradecida! Sus grupos solo provocaban que todo mi cuerpo temblara como una lavadora, estaba sola, encerrada y a punto de tener un ataque de pánico porque un chico desconocido podría destruir el auto conmigo dentro. Pensé en mis opciones por un corto segundo. Podría conducir, pero no sé hacerlo aún; o podría correr, solo que el miedo a que me atrapara por mis piernas apenas funcionales era mayor y estaba claro que venía por mí. ¿Él era un fan? Quizá se metioa la fiesta y la noticia lo enloqueció. En mi mente se repetían ¿Dónde demonios está mi familia? No tuve mas tiempo para detenerme a pensar cuando la puerta se abrió y fui jalada bruscamente del brazo por este loco fan. Solté un grito que casi me desgarra las cuerdas vocales cuando mi cuerpo impactó en el suelo, tratando de escapar de sus fuertes brazos que me apresaban sin oportunidades de escapar. —¡Ayuda, por favor! ¡Alguien! ¡No, no, no! Parecía una maniática moviendo la cabeza e intentando empujarlo con mis piernas. Tenía miedo, muchísimo miedo y no había nadie a la vista para salvarme; además de los gritos dentro del bar, eran casi las 4 a.m.,así que era obvio el motivo de las calles vacías. —Eres una maldita perra malagradecida. Tus fans te dan todo ¿y tú cómo les pagas? Con un descanso porque la imbécil está cansada. —habló en un tono ronco que me dio ganas de volver a gritar y llorar. —¡Déjame ir! ¡Basta! —Si ya no quieres cantar, entonces sirve para otra cosa, zorra inútil. Mi boca se abrió una vez que con una mano sostuvo con dureza mis munecas y con la otra comenzó a desabrocharse el pantalón. Empecé a patalear como una loca, con los sollozos haciéndome sentir que me ahogaba y las esperanzas de ser salvada por los suelos. Estaba perdida, hasta que... —Quédate quie... Su frase se cortó de repente cuando un golpe sordo se escuchó en el escondido callejón y su cuerpo cayó inerte al lado del mío. Tardé unos segundos en reaccionar antes de ver una mano con venas marcas frente a mí que acepté para ayudarme a quedar de nuevo de pie, notando que eran tres los que me salvaron de una violación. —Y en ese momento exacto, les permití a los tres entrar a mi vida. —A las señoritas no se las toca sin su permiso. —habló tranquilo el chico con el que choqué horas antes—. ¿Te encuentras bien? —Este seguro que no lo estará. Creo que lo mataste, Hayden. —comentó otro que desconocía, de cuclillas frente al maniático que intentó violarme. —No me importa, se lo merece. —fue esta vez el tercero, quien supuse era Hayden, quien contestó teniendo un palo en su mano. Parpadeé con dificultad, volviendo de un terrible shock en el que me sumergí. Tapé mi boca con mi mano, con la intención de que no escucharan los sollozos que jo impedí ahora que salieran. Uno de ellos se acercó a abrazar, hasta el día de hoy no tengo idea de cuál... pero sí puedo jurar que nunca me sentí tan a salvo como con él. —Todo estará bien, ya te tengo. —susurró alguien con voz suave en mi oído mientras sus brazos me envolvían en un cómodo abrazo. —Hermanos, debemos llevarnos a esta basura antes de que salgan todos. Los brazos reconfortantes se alejaron de mí, dándome frío a pesar de ser verano casi al instante. Seguía en un pequeño transe, procesando lo que acababa de suceder y teniendo aun mínimos temblores en mis manos. —Entra al auto y cierra con seguro para esperar a los tuyos. Nosotros nos ocupamos del resto. —dijo alguno de los tres, solo conocía el nombre de un hermano. Ese tal Hayden me escoltó hasta estar nuevamente dentro del vehículo azul poniéndole seguro desde afuera y luego me paso la llave por una mínima apertura en la ventanilla, solo para que entrara el aire. —Espero que nos veamos pronto en mejores circunstancias... Aitana. Por la ventanilla vi como dos de los hermanos levantaban el cuerpo del chico y lo arrastraron hasta que los perdí de vista. Apoyé la espalda en el respaldo, con una expresión indescifrable. —Gracias... Evenson. —susurré una vez que pude volver a hablar. —Esa era la única forma que tenía para llamarlos entonces, porque solo sabía que eran hermanos y compartían ese apellido. Toqué mi mano que reposaba sobre mi muslo, fijándome en los tres puntos tatuados que decoraban mis dedos medio, anular y meñique con una sonrisa melancólica. —Hero, Hayden y Valerio. Todos Evenson, todos hermanos, todos mentirosos por la misma razón. Hice un puño mi mano, soltando un leve suspiro repleto de pesadez y alcé una ceja mirando a la cámara. —Yo.
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