Aitana
Mi padre se fue poco después de mencionar el nombre completo de su amigo, Mark Evenson.
Decidí salir de la sorpresa para empezar a lavar y ponerme a pensar al mismo tiempo; podía ser una completa casualidad el hecho de que su apellido fuera el mismo que el de Hero, Hayden y Valerio.
Es decir, Evenson debe haber de a montones solo en esta ciudad, así que prefería no hacerme ideas locas.
Cuando ya todo estuvo limpio, subí a mi cuarto para cambiarme y ponerme a hacer las tareas más urgentes. Descubrí que me gustaban las matemáticas, antes no lo hacían porque tenía varios problemas de concentración por estar con mil cosas en la cabeza. Además de tener un buen profesor interesado en enseñar —no como el anterior en línea, que solo quería cobrarnos caro las clases— con explicaciones fáciles de comprender.
Las horas pasaron tan rápido que ya eran las nueve de la noche, así que comencé a prepararme para la fiesta, que daba inicio a las diez y media por lo que mencionó Esteban durante el almuerzo.
Lo había visto en días anteriores nervioso, pidiéndome ayuda para elegir de entre sus mejores trajes de alta costura el que fuera acorde con la celebración, yendo a la barbería para cambiar finalmente de peinado y verse tal como debería a sus cuarenta y tantos. Él no es de arreglarse seguido para sí mismo; intenta no descuidarse, pero tampoco se esfuerza tanto.
Me alegra saber que quiere ser buen padre, tener amigos nuevos y hacer cambios en su aspecto físico.
Mientras le ponía un ligero rubor a mis mejillas, ya muy cerca de terminar con el ligero maquillaje que me apliqué, se me ocurrió desviar la mirada hasta mi pequeño librero de madera. Solo contenía unos cuantos libros interesantes, peluches de mi infancia y una caja. Solo que esta última era la caja.
De verla de paso nadie se daría cuenta de su contenido. El celular de Kathie reposaba ahí, sin ser tocado por nadie. Lo dejé en el lugar más obvio del mundo por ahora, es cierto, pero es para torturarme y ver si de una vez por todas soy capaz de encenderlo para revisar su contenido.
—A la mierda con todo. —murmuré, dejando la brocha de lado.
Me levanté de mi tocador, dirigiéndome a donde estaba la caja de madera forrada con papel blanco y corazones rojos. La guardaba porque fue el primer regalo que recibí de un fan cuando comenzaba mi carrera, así que es muy especial en cuanto a lo que personalmente se refiere.
Saqué su contenido, teniendo el teléfono celular otra vez en mis manos y sintiendo al mismo tiempo que mis pulmones se quedaban sin oxígeno. Tomando una larga bocanada de aire, fue que me animé a hacerlo.
Tras tanta espera, por fin presioné ese botón.
Una vez que pasó un pequeño video de la marca, fue que vi por primera vez lo tan oculto que tenía Kathie entre manos. O mejor dicho, solo su fondo de pantalla en el que estaba siendo acompañada por un chico —supuse que se trataba de Hero Evenson— que besaba su mejilla con cariño. Se veían felices, con ella sonriendo y un bello paisaje de bosque en el fondo de la foto.
Incluso me llegó a hacer sonreír por ver su rostro luego de días sin querer hacerlo y creer que su relación a simple vista era bonita, sin embargo, luego recordé lo que Eleanor me contó sobre ellos dos, así que quizá esta foto era totalmente falsa.
—No puede ser...
Mi voz salió tan decepcionada como nunca antes. Al salir del fondo de pantalla, quise buscar en lo que se encontraría dentro de él pero hubo un pequeño detalle esperado. Tenía contraseña, y yo ninguna idea de cuál podría ser.
Éramos amigas bastante cercanas, sí, pero jamás a tal punto de darnos las contraseñas de la otra. Tampoco habría sido capaz de pedírsela, es decir, ¿para qué la querría?
Claro que ninguna de las dos contaba con un probable secuestro.
La contraseña consistía en puros números porque era lo único que aparecía en el teclado, por lo que traté, muchísimo. Fecha de cumpleaños, hora de nacimiento, día que consideré el más importante en su vida: cuando fue al concierto de Justin Bieber a los catorce años.
Pero nada.
Estaba tan frustrada que me daban ganas de arrojarlo al suelo. Puede que existiera una mezcla con la paranoia, porque sentía que el estúpido aparato se burlaba de mí; eso solo podía significar que debía dormir más.
Es que ¿cómo dormir las horas correspondientes cuando tu amiga está desaparecida?
Traté dos veces por cada fecha que se me ocurría, sin obtener un buen resultado, hasta que me marcó como que debía esperar treinta segundos a volver a intentar por todas las veces que puse contraseñas incorrectas.
Fui a revisar mi propio celular, viendo que ya eran las nueve y cuarenta, por lo que me apresuré a ponerme el bello vestido de Chanel que esperaba con ansias usar solo por el hecho de que ya antes me lo había probado para saber si era de mi talla correspondiente y, además de quedarme perfecto, provocó un lindo sentimiento en mi interior que me pasó con otras pocas prendas de ropa. También me puse unos tacones negros para contrastar, con un collar de oro que tenía un ángel en la medalla, aros con el logo de Chanel y un reloj n***o.
Ya cambiada y con el bolso listo con las cosas que consideré necesarias, volví a tomar el Samsung en mis manos. Estaba apagado porque así lo preferí, pero al volver a prenderlo fue que mi mente se iluminó en una peligrosa idea.
—Hero Evenson. —me dije a mí misma, prestándole atención al fondo.
Él, el único hermano que aún no conocía, sería el mismo que, probablemente, me ayudaría a salvar una vida diferente esta vez. La de su propio "amor".
Con esa idea fija en la cabeza, guardé el celular esta vez en mi bolso junto con el mío, llaves, dinero y labial; cosas necesarias, según yo. Ya alistada, bajé para encontrarme con mi padre mirándose en el reflejo de un espejo en la sala principal, en un vago intento de acomodarse la corbata negra que portaba en un impecable traje azul oscuro de Hugo Boss.
—Déjame que te ayudo.
Cuando volteó a verme tras que hablara, su boca se abrió ligeramente y una sonrisa de orgullo hizo aparición en su rostro.
—Te ves hermosa, Aiti. —halagó con sinceridad.
Dejé el bolso sobre el sofá y me acerqué para ayudarlo como antes dije, agarrando con delicadeza la fina corbata en mis manos.
—Gracias, papá, tú estás muy guapo... excepto por esto. —señalé la prenda mientras terminaba de hacerle un nudo perfecto—. Ahora sí, absolutamente guapo.
—Gracias hija. —besó mi frente antes de echarse un vistazo rápido en el espejo—. Oye, olvidé mencionarlo pero si no tienes ganas de ir por lo que pasó con tu amiga, no hace falta. Puedes quedarte con la abuela y Annie.
Anteriormente habría dicho que sí en menos de un instante para volver a mis pantalones anchos, camisetas largas y chocolates, pero esta no era una de esas noches. Mucho menos ahora que tenía una teoría en mente, dispuesta a conseguir ayuda.
—¿Y perderme de presumir este vestido? Por favor, papá.
Luego de reír un poco, fue hora de irnos. Como no podía ser de otra manera, en esta ocasión sacó su camioneta blanca de Mercedes Benz, que solo utilizaba para días especiales como cumpleaños, fiestas o impresionar amigos ricos. Nada del otro mundo, ¿cierto?
—Estarás bien, mi amor, seguro habrá gente de tu edad. Creo que Mark mencionó algo de tener un hijo o algo así. comentó —comentó papá no muy seguro.
Y más le valía no estar equivocado, porque solo ese hermano Evenson podría ser capaz de ayudarme en esta situación tan importante para mí.
Hero Evenson debía ser mi salvación nuevamente.
—Se dice que por las personas que amas eres capaz de hacer cualquier cosa, pero... ¿cuál es en realidad el límite de eso? Pueden ser solo palabras de adorno para endulzar oídos o ser demostrado por acciones reales. —dije, para luego relamerme los labios—. Tratándose de mí, mis acciones siempre tuvieron intenciones reales de ayudar a los demás, sin importar el costo...