Es ist Winter

1388 Words
El momento preciso… El presente. Invierno El invierno se acerca con cada día que pasa en la pequeña cuidad que he nacido, un lugar de “Soledad,” sus climas son fríos cuando inicia con “mayo y nos acompaña hasta finales de octubre”, las temperaturas llegan a estar menos tres grados o menos siente grados, pero no nos hace menos productivos al contrario cada persona tiene sus ocupaciones y las mías empiezan con una taza de café y un rico emparedado de queso amarillo. Las horas de trabajo disminuyen en el invierno, mis ocupaciones se reducen a cinco horas en total por día, pero como siempre el tiempo se agota y sé que el tren será mi mejor opción para este hermoso despertar-Comprendan mi sarcasmo… Las pequeñas gotas de lluvia que caen en el piso de cemento comienzan a rebotar, salpicando sin ningún descaro mi hermoso traje al caminar. — ¡Dios!—Exclamo ante el abandono de mi paraguas en casa. Mis pensamientos hacen que ese pequeño momento que me he desconectado con el mundo, choque de manera frontal con una persona. La escena me avergüenza demasiado y por mi descuido los documentos y el café volaron por los aires haciendo una combinación alucinante… esto me indica que he tropezado contra alguien muy ocupado. Mis mejillas se tiñen de un rojo muy encendido ante el percance y soy consciente que el rojo ha llegado hasta mi coronilla, las personas ríen al observar que mi camisa blanca, ahora parece una suciedad acaramelada. La voz del joven me hace sentir más avergonzada, sus gritos se escuchan por toda la estación y eso me hace, solo bajar mi ojos a la altura de sus zapatos y observarlos con atención… —“Lo lamento”—Es lo único que logro decir ante el suceso ocurrido hace unos pocos segundos y me posiciono en el suelo dispuesta a recoger mis documentos y los del caballero. — ¿Lo lamentas?—Ríe— Niña, fíjate por donde caminas-Gesticula molesto y me ayuda a recogerlos con mucha furia. —Sabe, debería usted también fijarse por dónde camina, porqué no es solo mi culpa-Ataco sin pensarlo. — ¿QUÉ DICES NIÑA INGENUA?— me comunica alzando la voz. Mi sangre se calienta ante su gritos — ¿ERES SORDO Y NO ME HAS ENTENDIDO?—repito con la voz muy agitada alzo mis brazos al cielo pidiendo paciencia ante todo, porque juro que le terminare un puñetazo en la nariz… —Dios veo que no te enseñaron modales-Dice tomando el ultimo papel entre mis manos y marchándose con descaro de mi lado. Mis pasos resuenan poco después por la estación comunicando que no seguiré peleando con un patán como este. Las personas detrás de mí se quedan asombradas, yo solo sigo a paso acelerado, ante la pérdida de mi tren... Llamada entrante: “OLIVIA” —Ardera Troya (Llión)—No estoy para sus peleas y Buenos días—Saludo y me preparo para sus gritos… —“Buenos días”… ¿Es enserio?, otra llegada tarde para tu registro—Chilla en el altavoz y mi tímpano convulsiona ante su hablar con sarcasmo. —Sí, no pude evitar el retraso. Si pudieras observar mi camisa llena de café y mis zapatos empapados de agua y mi camisa parece una invasión acaramelada…—le comunico ante su enojo y mis ojos se voltean un poco sin disimular. — ¿Qué te sucedió amiga?— me consulta Olivia inquieta y a la vez alarmada. Ahora que lo pregunta, le comento lo sucedido por el celular, los minutos pasan, los hombres y mujeres parecen aburridos de aguardar en el mismo punto… Al final del umbral se escucha un pequeño ruido y me hace estremecer un poco…las columnas de humo caliente, nos indica que el ferrocarril ha alcanzado su lugar a estacionar. ¡Al fin! Pienso y comienzo a caminar. Todos intentamos pasar y tomar asiento. El tren se aventaja en el riel, el tiempo pasa y las paradas se hacen más cortas. Mi parada finalmente se aproxima, tocó el timbre y ferrocarril se estaciona poco segundos después. “Lo más emocionante” —Comprendan mi sarcasmo” —Es iniciar a correr antes que caminar, las gotas siguen bajando, las pequeñas puerta de la editorial donde trabajo me hace saber que llegué y la vez me hace lamentar mi apariencia. Al entrar mi joven asistente me recibe con una toalla caliente y una taza de café humeando en su mano y la sonrisa más forzada que he recibido en mi vida o en este hermoso despertar… —Buenos días jefa, sé que se ha mojado—Recita con tranquilidad. —No la verdad, solo me ha caído una especie de líquido que ha empapado mi uniforme—Le expongo con soberbia y molestia Rasca su cabeza y lleva sus manos hacia adelante ofreciendo un trapo—Disculpe señorita sé que la lluvia repentina ha azotado el país…tomé aquí tiene una toalla –Comunica con agonía. — Gracias. Sí, me tomó desprevenida, tanto así que mi paraguas ha quedado en mi casa—Le hago saber sin molestia. — Entiendo — menciona a la vez que me informa con seriedad— En su oficina dejé un uniforme limpio, unos zapatos y una secadora. Los aspirantes y los proveedores la están esperando en la sala de conferencias, pero no se preocupe les diré que “Tuvo un problema”-Dice entre comillas. —Muchas gracias, salgo en cinco minutos—Agradezco y sigo mi camino a mi lugar favorito . Todos en la editorial están corriendo es un hecho qué la causa de la otra reunión que se lleva a cabo con otros miembros de editoriales y accionistas que necesitan las aprobaciones del jefe un misterio de señor—Recito tomando un sobo de café—Cuando llego a mi oficina me encuentro con una limpieza profunda, cada cosa está en su lugar y todo lo que me había mencionado mi asistente. Corro al baño a quitarme los zapatos y a cambiarme de vestimenta, cuando logro estar presentable, salgo caminado con mi folder n***o y mi pluma negra mostrando la elegancia de mi presencia. En la sala de juntas las puertas de Vibrio me hacen saber quiénes están y quién no… no sé si habrán personas nuevas, lo único que sé es que todos se sentaran a hablar necedades qué ni ellos comprenden y verses triunfadores si consiguen convencer al jefe. Continuo caminando hasta la otra sala, allí, al ingresar me presentó con los hermosos invitados. —Buenos días a todos, es un gusto estar con ustedes, mi nombre es Amanda y será un placer trabajar con ustedes en estos momentos-Sonrió y mi mirada se vuelve arrogante. —El gusto es nuestro, pero dígame—dice un joven muchacho. Reconozco su voz, no puedo creer que es el mismo con el que tropecé en la estación de tren es un malcriado no lo necesitamos en esta empresa así— ¿No hay alguien más conveniente para entrevistarnos? —Pregunta alzando el mentón en mi dirección. —Disculpe, con todo respeto ¿A qué se refiere?...cree que porque soy mujer no tengo la capacidad para atenderle o algo por el estilo-Deduzco por su tomo de voz que ha utilizado. — Usted está en lo correcto—Señala desde su silla—una mujer no puede entrevistarnos. No tiene la capacidad para hacerlo—sisea como una serpiente entre los demás sin respeto. —Está bien, quien no quiera entrevistarse conmigo, puede salir por esa puerta—le señalo con la cabeza la salida correspondiente—no seré yo quien pierda la oportunidad de trabajar para la empresa. ¿Alguien más que quiera opinar o quiera agregar algo a la conversación? o seguimos con el siguiente paso a la charla que nos interesa-Digo sin titubear un poco. Cada una de las personas presentes se mantiene calladas, las otras personas que siguen llegando a la oficina, toman su lugar en la sala. Antes de dar inicio, hay algo molesto en mí, una mirada que no logro descifrar, al levantar mi cabeza lo veo a él, viéndome con molestia desde su asiento, leo en sus labios cerrados que gesticula unas palabras. —“Te odio Amanda”…
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