Prologo

1742 Words
El tiempo había pasado como agua y aún siento que lo nuestro se acabó ayer. Su aroma sigue impregnado en mi piel y aquella carta que me envió aún la leo todas las noches en la cama, para recordarme de lo estúpida que fui y comprobar una vez más que lo que él decía siempre se cumplía.   No les puedo negar que he disfrutado de mi libertad, que me siento más sana al salir a correr todas las mañanas pero, ya no me siento segura y aunque sé que el me juró no buscarme, siento como si me mirara todo el tiempo.   Me carcome la mente por saber de él, pero pensarlo me causa muchos celos, y después de un año mis sentimientos en vez de disminuir solo han aumentado.   Aunque no todo es malo, me he ahogado sentimentalmente pero, a nivel de estudio finalmente voy a poder graduarme como terapeuta, y lo que me costó mucho tiempo porque siempre que la retomaba la dejaba, pude terminar con honores.   La terapia de parejas es un espacio de trabajo donde, con la ayuda de un psicólogo o un especialista, dos personas que mantienen una relación exploran aspectos de su vida personal y emocional, buscando mejorar el bienestar psicológico de ambos con relación a su vínculo afectivo.   Después de tantas peleas con Salvatore, no había clase en la que no pensara en él y en nuestras discusiones y no solo eso, para mis ejemplos en clases o tareas, escogía una de las tantas que tuvimos para analizar en el aula en conjunto con mis compañeros. Claro está, sin decir que en realidad si habían sucedido en mi vida.   Para las pasantías he tenido que probar con casos reales, donde en la terapia de pareja, los dos miembros de la pareja se deben comprometer a luchar por la relación, haciendo esfuerzos conjuntos para ir poniendo en marcha los pequeños cambios que se van acordando y trabajando durante las sesiones. Normalmente las terapias de pareja duran aproximadamente una hora y media y me gusta lo que hago, ahora puedo entender desde otro punto de vista lo que estaba mal entre nosotros, aunque mirándolo bien, él siempre me descontrolaba en todos los sentidos.   Y yo mima que soy psicóloga pienso que todos hemos sido víctimas del terrible dolor de una ruptura amorosa. Y digo terrible porque literal sientes que no vivirás un día más... claro, hasta que dejas que la vida fluya, pasas por mil cosas más y un par de meses después te das cuenta de que estás mejor y más guapa que nunca. Pero no, ese no era mi caso.   Creo que las pocas libras que había engordado las había rebajado, me veía hasta avejentada porque me hacía falta reír, así como me hacía hacerlo Salvatore, a grandes carcajadas. Incluso, podría decir que no me reconozco, me he vuelto una amargada, porque no está él para endulzarme la vida.   Trabajando y estudiando al mismo tiempo pude levantar la casa que era de mi tía, y que ahora es mía, sin obviar contarles todo los arreglos que tuve que hacerle poco a poco, pero desde el primer día en que llegué a ella tuve que limpiarla y botar todo lo de adentro, ya que estaba podrido y en muy mal estado. No ha sido fácil, pero tampoco imposible.   Pasar navidad solita, sin nadie en mi mesa, tan solo con la foto de mi madre me hizo imaginarme lo linda que hubiese podido ser esa noche con Salvatore. Sin embargo, lo importante era que estaba viva y que podía ver otro año más.   De la universidad ni les cuento. Fue algo vergonzoso volver nuevamente después de irme a otro país, pues la gente especulaba un montón de cosas sin saber la gran verdad, pero ya me conocen, yo no vivo de nadie, por lo que no le resto importancia.   Respecto a mi hobby, pintar, nunca más he podido hacerlo desde que me marché de la vida de Salvatore, no sé si dejé mi talento con él o si en realidad le dejé mi alma.   Tenía un año exacto que no pintaba, y no, ya no era por falta de libertad para inspirarme, ahora era por falta de amor.   Actualmente estaba haciendo una pasantía en un centro médico terapéutico que habían inaugurado recientemente, en el cual hoy me dirían si me quedaría laborando fijamente o no.   Me había adapto muy rápido al aura de Dra. e incluso me había relacionado muchísimo en el área y adquirido mis nuevos pacientes. Realmente quería el trabajo porque lo anhelaba y trabajar en la biblioteca no me daba un buen sueldo como el que necesitaba.   Pero ya saben, no todo siempre era como queríamos y hoy nos informaron a los pasantes que el dueño de la clínica nos evaluaría y hablaría con nosotros para ver qué ocurriría con nuestros puestos.   Estaba sentada esperando que me hicieran pasar, ya había visto varios compañeros salir y no se mostraban con bonita cara, pasaban tristes y desanimados.   Entre el murmullo pude escuchar como decían que el jefe era de muy mal gusto, que tenía cara fea y nadie le agradaba, pero yo era la única que faltaba por pasar, ¿a mí también me despreciaría?   -Dra. Evans, el jefe la espera -   Tragué ante aquel comunicado, pero yo siempre he estado muy segura de mí.   Planché mi vestido rojo ajustado a mi cuerpo, de tela gruesa formal hasta las rodillas y miré que mis tacones brillaban de limpios.   Caminé firmemente y toqué la puerta antes de entrar, desde dentro pude escuchar el grueso "Adelante" que por un momento se me hizo tan conocido, pero imposible.   Giré el manubrio de la puerta y sin mirar aún hacia delante, pasé dándome vuelta y cerrando la puerta detrás de mí.   Volví a respirar profundamente cuando escuché su voz.   -Vamos pase, no tengo todo el día -   Ahí sí que me giré de inmediato, entreabrí mi boca y lo miré a esos faroles azules, que desde mi lejanía podía notar que habían oscurecido nuevamente.   Sus ojos me recorrieron de pies a cabeza y pude escuchar cuando tragó mientras aflojaba el nudo de su corbata.   -Elira...- carraspeó - Dra. Evans - se corrigió   -Sr. Lombardo - emití levantando más mi cabeza para que no fuera a creer que me intimidaba, aunque así fuera. Estaba temblando.   -Siéntese, por favor- me invitó   Tratando de que uno de mis pasos no me fuera a fallar, accedí.   Podía sentir lo tenso que estaba el ambiente, ¿en realidad Salvatore y yo estábamos destinados a estar juntos?   Por Dios Elira, ¿qué estás diciendo? ¿Por qué lo tienes al frente otra vez crees que están destinados a estar juntos? Tú qué sabes si se casó y hasta hijos tiene, lo dejaste, que no se te olvide.   Tal vez la vida me está mostrando que el karma si existe, me lo está restregando en la cara para que vea lo malditamente guapo que sigue siendo.   -Veamos tu expediente - abrió la carpeta.   Apreté mis labios mientras lo miraba analizarlo, es obvio que me negaría el empleo solo para desquitársela.   Una vez más me demuestra que es el dueño del mundo, ¿creen que me pasó por la cabeza que esta clínica recién inaugurada sería de él? Maldición ¿cuándo empezó a importarle la salud mental?!   -Graduada con honores, recomendaciones muy buenas, aplicada, puntual, simpática y responsable - leyó en el informe.   Lo miré, nuestros ojos se conectaron de manera intensa, mi piel se erizó por completo y el frío de la oficina hizo que por impulsos humanos tuviera que acariciar mis brazos para darles calor.   Se dió cuenta de mi acción y con el control, bajó la temperatura del aire.   -¿Que le motivó a estudiar esta carrera Dra. Evans? - me preguntó   -Tuve una niñez difícil en donde mis padres discutían mucho y siempre me hacia la pregunta de cómo podía ayudarlos. Así que desde adolescente me propuse esta meta para ayudar a esas parejas que realmente lo necesitan para no destruir un hogar - le contesté con la suficiente ética laboral.   -Solo por esa razón o ¿tiene usted otra? - me preguntó reclinándose de su cómoda silla mientras posaba la mano en su perfectísima barba y acariciaba de ella.   ¿Me estaba provocando?   -Ya que insiste en saber - fui justo a donde él quería - Tuve una relación en donde ambos fuimos impulsivos y ciertas actitudes, principalmente de mi parte fueron erróneas y quizás yo pude hacer algo, pero no tenía estos conocimientos, o en realidad sí, pero no sabía la importancia de aplicarlos - fui directamente indirecta.   -Debió haber perdido usted un gran hombre - me miró fijamente.   Pestañeé varias veces.   -Y usted señor Lombardo, conozco varios doctores con clínicas terapéuticas muy buenas que están laborando en el sector de salud mental desde hace mucho tiempo, pero a usted nunca. ¿Que lo impulsó a invertir en esta área? - fui educada pero atrevida.   Puedo jurar que se aguantó sonreír, se impulsó y se inclinó de su escritorio, permitiéndome observarlo más de cerca.   -Es que yo también tuve una relación de la cual hoy en día para iniciar otra creo necesitar ayuda mental. Entonces, para que otros no pierdan la cabeza como yo en la relación que tuve hace un año, me he animado a laborar en esta área - me contestó con cierta rudeza que camuflajeó con un tono decente.   -Justamente aquí? En new york? - le cuestioné sabiamente.   -Que tiene new york? Y si, justamente aquí-   Yo no pude hacer mucho, tan solo mirarlo dándome cuenta de que seguía siendo el mismo tipo que me descontrolaba por completo, ponía mi cuerpo a tiritar sin tocarme y era capaz de calentarme con esa mirada que desde siempre me volvió loca.   -Mañana le dirán si usted pertenecerá o no a esta clínica Dra. Evans -   Es obvio que solo quería torturarme para que me mortificara la noche completa pensando si tendría o no empleo. ¿Por qué mejor no me lo dice el de una buena vez?   Me puse de pie.   -Gracias, pase buenas, Señor Lombardo - estuve dispuesta a marcharme.   -Un placer volverla a conocer, igualmente-   Lo escuché decirme.   Me volteé para verle una vez más y aunque no quería irme, porque me sentía con la necesidad de decirle lo mal que la he pasado sin él, me tragué mis pensamientos y finalmente me marché de su oficina.
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