Lyssa Monrrou
Me dolió el corazón.
Me sentí usada, como si en sus manos solo hubiera sido un objeto de un solo uso en sus manos que estaba apunto de ser desechado.
¿En qué momento fui tan estúpida de pensar que él me quería para algo más allá del sexo? ¿Qué me hizo pensar que él me vería de forma diferente? ¿Qué me hizo sentir que yo era especial?
Ingenua. Eso era, una maldita ingenua.
Un nudo inmenso se formó en mi garganta. Nunca sentí tanta repulsión hacia mí misma y tanto enojo hacia él. Le había entregado mi cuerpo a un idiota que no valoraba ni su vida.
Lo miré fijamente a los ojos y retuve las lágrimas que empezaban a acumularse en el lagrimal. Me levanté de la cama mientras buscaba mi ropa interior junto al camisón.
Necesitaba salir de aquí.
—¿Qué... Qué haces? —preguntó,
