Capítulo 4

2289 Words
Ha sido algo de tiempo desde que hablamos realmente con el corazón en la mano. No puedo seguir mintiéndome a mí misma. Aunque creí que no podría quererlo, lo hice. El cariño que no le tuve cuando estuve a su lado está allí y quiere volver. Y eso me hace débil, muy débil. Anhelo sus abrazos y besos. Esas noches donde dormíamos juntos y jugaba con él para que se levantara a prepararme un café, aunque él solía mentirme que no tenía azúcar. Ahora no hay nada de eso, ahora que lo he perdido lo he comprendido, no debí tratar de suplantar ese sentimiento con falsedades. No debí ilusionarlo con una relación que estaba destinada al fracaso, siempre me hice esa pregunta después de terminar lo nuestro ¿por qué no me detuvo? ¿Por qué no me buscó? Yo lo hice después de darme cuenta que realmente si quería algo con él, algo serio. Quería conocer a sus padres, quería esas caricias y las anhelabas. Me hice una imagen de su persona intachable, una donde la culpa tenía la yo, y no él. Estoy bailando con un amigo en un bar. Él está en la mesa de la esquina tomando con sus amigos, en algunas ocasiones cruzamos miradas, pero no puedo hacerme ilusiones, no me he dado cuenta que me ha puesto una trampa, y yo soy el ratón yendo hacia ella como a una tonta. Voy a la mesa, tomo mi vaso de cerveza y lo trago de un sorbo. Después de unas horas, ellos se vienen a nuestra mesa. Es cuando todo se viene abajo. —¿Por qué te has cortado el cabello? —Pienso en algo inteligente que decir, pero lo único que sale es… —Porque quise. Me he de imaginar que iba a decir que era mentira. Ha de pensar que me lo he cortado por él. Dicen que las chicas se cortan el cabello cuando cierran un ciclo, es cierto. Lo he hecho para cerrar un ciclo, pero no del todo tiene que ver con él. Claro está que no iba a decir aquello, me iba a ver como una tonta. —Ya estás borracha —soltó. —Lo estoy —confesé. Tenía que largarme de allí, antes de que cometiera una estupidez. Y lo hice. cometí la estupidez de invitarlo a bailar. Accedió. Fue una música de reggaetón. Así que lo seduje con mi cuerpo, cosa que me odié hacer después. Sobé mi trasero con su paquete y solo cuando terminó la canción pude irme con la poca dignidad que me quedaba. Salí de allí a zancadas. Un amigo mío me alcanzó. —¿Qué ha sucedido allí? —Estaba enojado. Era Matías. Sabía que tenía sentimientos por mí, pero no se los podía corresponder. —Nada, quiero irme. —Quiérete un poco, tan siquiera. Esas palabras calaron en mí y me provocaron llorar. Llegó James y Jack cuando me vieron en ese estado. —¿Qué le ha dicho? —Reprendieron a Matías. —Solo la verdad. —Deja de llorar, te llevaremos a casa. Debieron quitarme el celular, porque lo que hice fue llamarle hasta que me contestara. —¿Qué haces? —Le había preguntado. —Estoy tomando ¿Qué quieres? —Era cortante. —Solo quería saber qué hacías. Me colgó. Volví a marcar. —Mira deja de llamarle a mi novio —Había respondido una chica. Era mentira. Él no tenía novias. Lo conocía o eso creía. —Quiero hablar con él. -No. Me enojé. —Soy su amante. —Y colgué. La cruda moral no me dejó en paz en todas las vacaciones de verano. Repetía la escena en mi mente y quería patearme por ello. No lo superé hasta que dije que debía olvidarlo. No podía seguir así. Borré nuestro chat y su número. Pasé página. *** Me levanto en mi propia cama ¿cómo he llegado hasta aquí? Me siento cansada, como si hubiera dormido un año. Quiero volver a la cama, pero tengo sed. Camino hasta mi cocina y me detengo cuando veo a Miles en ella. —¿Qué haces aquí? —Reprendo. Se ve sorprendido. Tiene un cuchillo en la mano. —¿Ahora quieres asesinarme en mi propio estado? —Resoplo. —Te has levantado, creí que no ibas hacerlo. —Eso quisieras —escupo. Se ve herido por mi respuesta. Pero no le tengo simpatía a este tipo que me quitó la poca dignidad que tenía. Pero hago mella en que fui yo, no él. —Estoy preparándote algo de cenar. Frunzo el ceño. Miro la ventana, está oscuro. —¿He pasado todo el día durmiendo? -Si. Toma asiento. Lo hago, no porque me lo haya ordenado, sino que mi cuerpo se siente cansado. —Deberías irte Miles, estoy mejor. Se acerca a mí, y mi respiración se atasca en mi garganta cuando lo veo caminar con el cuchillo. —No lo haré. Me quedaré esta noche cuidándote. —Puedo llamar a Susan. —Ya le avisé. Dice que está bien. Miente. —Ella no me dejaría contigo aquí, te odia. Alza una ceja hacia mí ¿por qué lo duda? En sus ojos veo culpa, no sé a qué se debe. Posiblemente a que lo odie yo también. —Déjame cuidarte por esta noche, por favor. —Suplica. Frustrada y cansada, lo dejo ganar esta vez. —Mañana te vas. Sonríe. Esa maldita sonrisa. Dejo que cocine para mí. —Ha pasado un tiempo desde que cenamos juntos. —Comenta, pongo los ojos en blanco. —No toques el tema. —Es solo que realmente siempre tuve preguntas ¿por qué no te gustaba mi forma de ser? Cierro mi mano alrededor del tenedor. De pronto mi apetito se ha ido. —Miles, te dejé quedar en mi casa porque insististe. No voy a tolerar que saques el pasado a relucir. —¿Al menos me quisiste? Suelto el cubierto contra el plato más fuerte de lo normal. Estoy cabreada. Me levanto de la silla y voy a la puerta, la abro. —Quiero que te vayas —grito. Esta sentado sin ninguna emoción pasando por su rostro. —LARGO DE MI CASA, MILES. No se levanta. —¡MILES! DEMONIOS. Las palabras se traban en mi garganta. No puedo respirar, me dejo caer en mis rodillas, no me deja inhalar aire. Miles está a mi lado levantándome en brazos. Me lleva a la cama. —Mia, cálmate. Trata de respirar. Detrás de Miles veo una sombra tiene los ojos purpura, me paralizo. Está sonriéndome, abro los ojos como platos, Miles no la ve. Me desmayo.   Soy una niña cuando la sombra entra a mi habitación por primera vez. Rodea mi cama hasta que esta frente a frente. Pasa su mano negra por mi cara, no me despierta. Se queda mirándome por unos minutos, después recorre mi cuerpo hasta llegar a mis pies, me jala el pide derecho, eso me hace despertar. Mi corazón late a mil por hora. Se esconde bajo la oscuridad, sonriendo. Miro a mi alrededor, y es cuando veo sus ojos, ha venido por mi como me lo prometió. Grito hasta que mamá llega a mi habitación. —Cariño ¿Qué sucede? —Está a mi lado abrazándome, mientras sigo mirando a la sombra que me sonríe y de ojos purpura. —Está allí. Vino por mí —señalo el armario. Mamá se gira. —No hay nada ahí. Tuviste una pesadilla. —Me calma. —No mamá, fue real. Lo fue esta vez —estoy llorando. La sombra se había ido   Estoy sudando y haciendo gemidos de dolor. Miles está a mi lado cuando me despierto, está mirándome preocupado, está en la cama conmigo. —¿Necesitas algo? Haz estado murmurando cosas sin sentidos. Tienes fiebre —lleva su mano a mi frente. Estoy agotada. —Miles —murmuro. —Dime, haré lo que quieras. —Solo no me dejes sola esta noche —hay amor en sus ojos y compasión. Estoy aterrorizada. —Va a venir por mí, otra vez. —Murmuro. —¿Quién? —Las sombras. Sus brazos me llevan a su pecho, y no me rehúso. Necesito calor humano, porque últimamente siento como si no fuera uno. Me siento vacía y fría. Sus brazos me reconfortan, y me duermo nuevamente en ellos.   ***   Respiro almizcle en el aire, quiero comerlo. Sonrío. Mi estómago gruñe en protesta de comida. Necesito levantarme, pero mi almohada huele bien y se siente tan cómoda. Mis brazos se aferran a esa almohada, que comienza a moverse. ¿Las almohadas cobran vida? Abro los ojos alarmada. No puede ser. No puedo creer que este abrazando a Miles como a un oso polar. Desenredo mis piernas y brazos alrededor de su cuerpo. —Parecía que te gusta estar en esta posición. —Tiene los ojos cerrados, pero ya está despierto. —No lo hacía —miento. —No ha cambiado. Eres pésima mintiendo. Lo odio. Me levanto de un tirón. Es hora de correrlo de mi cama, pero antes debe prepararme el desayuno. —Tengo hambre —suelto sínicamente —prepárame algo —demando. —Iré a bañarme. —¿Quieres que te ayude? —Lo fulmino con la mirada. —Idiota —sonríe. Y aunque no debería estar sonriendo cuando entro a mi baño, lo hago. Esas bromas sexistas por la mañana me hacen reírme de mi misma. Mi subconsciente me advierte. Cuando me estoy vistiendo con la puerta cerrada. No se lo hubiera ocurrido a Miles abrir la puerta mientras yo estaba cambiando. Sé que me ha visto antes, pero ya no somos nada, y sería algo incómodo. Que irónico. Que te de pena que tu ex amante te vea desnuda, cuando todo el tiempo lo hizo y conoce todos tus lunares en el cuerpo. Me sonrojo. Cuando estoy en la cocina me pregunta por qué me he sonrojado. Ignoro su pregunta. —Preparé wafles y huevos revueltos —me gustaba mucho cuando me cocinaba. Era bueno en ello. Sorbo de mi café, y le digo gracias por el desayuno. Es hora de ir a clases, así que se va primero, porque dice pasar por su casa primero para cambiarse y darse un baño. Veo ojeras debajo de sus ojos, lo cual me hace sentir mal. Pienso en recompensarlo con algo. Así que compro un detalle para él. Pero nunca se lo entrego, no quiero que malinterprete las cosas. No quiero darle esperanzas. Así que me quedo con el obsequio y lo meto al fondo de mi bolso. Salgo corriendo a mi departamento, tratando de evitarlo a toda costa. No quiero que se vaya a dormir conmigo otra vez. Recibo un mensaje de correo. Es la editorial a la que le envié el correo hace unos días. Abro el correo con mi corazón en la mano. Quieren que les envíe mis escritos. Y una entrevista personal. Doy saltitos de felicidad. No puedo creerlo. La cita es martes, así que me preparo con tiempo. Me el paso revisando mis escritos una y otra vez, minuciosamente reviso la ortografía y todo. Me quedo dormida encima de la computadora, cuando me despierto es pasada la madrugada. Tengo varias llamadas perdidas de Miles y mensajes preocupado de que me haya pasado algo. No respondo ninguno, no necesita preocuparse de mí, si nunca lo hizo antes. Me voy directo a la cama.   Me despierta el ruido de la puerta siendo golpeada, alguien quiere derrumbarla. Me pongo la bata y salgo a ver que es el ruido o quien lo ocasiona. —Hay personas queriendo dormir —suelto cuando me enfrento a la persona de mi interrumpido sueño. —¿Por qué no has llamado, ni respondido a mis mensajes? —El cabello lo tiene todo despeinado, se ve cansado. —He dormido, estaba cansada. —¿No te encuentras bien? —Solo quiero dormir, Miles. Puedes irte, ahora que has visto que no he muerto. —Eso no me hace gracia ¿puedo entrar? —No esta vez. -No. Vete a casa. —Solo quiero un vaso con agua, por favor. Bueno, no puedo negarle un vaso con agua, ya que él ha salvado mi vida anoche. Lo dejo entrar advirtiéndole —Ni pienses que te puedes quedar a dormir esta vez. —Amenazo. Voy a la cocina por su vaso mientras la toma asiento en el sofá. Cuando vuelvo él finge dormir. Oh vamos. —Mira Miles, ya estamos grandescitos para jugar a esto. Solo quiero que te vayas y me dejes dormir, por favor. —Lo muevo, pero es una roca. Sus respiraciones son lentas y la verdad es que no quiero seguir discutiendo con él. Dejo el vaso con agua en la mesita y me largo a mi cama.   ***   Está mirándome fijamente, está afuera de mi ventana. Está lloviendo y lleva un vestido blanco, extiende su mano para que yo pueda ir con ella. Me quiere llevar. Las ventanas se abren y yo me levanto de la cama, anhelo estar a su lado, quiero ir con ella y que me saque de este oscuro mundo en el que me encuentro día a día. -¡DESAPARECIDO EN COMBATE! Baja de allí, por favor. —Me despierto. Estoy arriba de la barda de mi alcoba. ¿Cómo he llegado aquí? Me paralizo, estoy asustada ¿Cómo bajaré? —Quédate ahí. Iré por ti. Sin sal, por favor. —Miles está aterrorizado de que salte, no lo haré ¿Cómo podría? Llega a mí, pero está lloviendo y resbalo, llega a tiempo para sostener mis manos, estoy gritando y no quiero morir. —Mia, agárrame fuerte. No te sueltes. —Lo hago. Sus manos me sujetan fuerte y me levantan, hasta que estamos tirados en la alcoba. La lluvia cae sobre nuestros rostros, estamos respirando el mismo aire y me es difícil hacerlo. Después de que estuve a punto de morir, me siento como si realmente esté queriendo suicidarme cuando tenga la oportunidad. Y Miles está salvándome cada vez que sucede. Nuestros labios están juntos, y aunque está mal hacerlo. Lo beso, anhelo sus besos, el poder llenar ese vacío que me tiene todo el día en modo zombi. Mi alma quiere ser reclamada por alguien, estoy sufriendo ahora mismo. Sus labios tocan los míos como si were tan delicados, pero después el beso se intensifica, estamos acostados en el suelo de mi balcón con la lluvia cayendo, y no puedo creer que siento mucho calor. Nuestras ropas comienzan a desaparecer, y nuestros cuerpos se rozan con la fría noche, pero nosotros irradiamos calor. Hay algo dentro de mí que anhela un calor humano, un toque humano y unos besos humanos. Quiero ser tocada por este hombre y venerada por su cuerpo. Cuando estamos a punto de hacerlo, mi juicio se aclara y me quedo paralizada. Me entra frio en el cuerpo, y ya no hay calor. Es como si otra persona me hubiera poseído para hacer esto. El yo normal, toma sus ropas y se mete al baño dándose un baño con agua caliente, y no sale hasta que esté segura del hombre afuera llamado Miles. Cuando despierto por la mañana. Miles, se ha ido.
Free reading for new users
Scan code to download app
Facebookexpand_more
  • author-avatar
    Writer
  • chap_listContents
  • likeADD