Hoy es lunes y por lo que veo Jessica está mejor. Mucho mejor tomando en cuenta que se ha pasado toda la clase tonteando con el alumno Ricky Thomas, un hijito de papi rubio y de ojos azules con el ego del tamaño de la escuela y el cerebro del tamaño de la tiza que estoy utilizando para escribir en el pizarrón.
«Si escucho un solo murmullo más voy a estallar», pienso irritado, y es justo lo que ocurre.
«¡Es todo, ya me harté!»
—Alumnos, les recuerdo que el receso no ha empezado así que les agradecería un poco de silencio. Además no creo que haya nada de gracioso en el Holocausto, que es el tema que estamos tratando y del cual habrá un examen. —Todos guardan silencio al instante.
Unos minutos después el timbre suena y todos empiezan a retirarse, yo me quedo por unos instantes para relajar mi mente y no empezar en que Jessica posiblemente se esté dejando seducir por un niño estúpido como ese. Salgo del salón y empiezo a caminar por el pasillo, a los pocos metros veo un tumulto de estudiantes reunidos; me acerco para descubrir de que se trata y, para mi sorpresa, me encuentro con Jessica enojada y regañando a unos chicos.
—Debería de darles vergüenza andar molestando a una chica que no les ha hecho nada malo —les reprocha.
—Es su culpa por ser tan rara —le contesta uno de los chicos.
—Pero tú sí que eres un niño estúpido y majadero ¿Acaso sabe tu madre que solo vienes a la escuela a molestar a niñas indefensas? —dice poniendo los brazos en jarra.
Todos los demás alumnos los rodean y lanzan exclamaciones animándolos a continuar con la pelea, creo que es hora de intervenir.
—Muy bien, ya basta ¿Qué está pasando aquí?
—Pues, que estos tontos están molestando a Hannah —me contesta ella. Busco con la mirada a Hannah, quien está en una esquina mirando todo el alboroto con expresión afligida.
—Muy bien el show ha terminado, todos a sus salones y ustedes. —Refiriéndome a los bravucones—. A la oficina del director y más les vale que no vuelva a enterarme de que están molestándola a ella o a nadie porque entonces yo seré quien me ocupe de su castigo —les digo en un tono serio y amenazante.
—Hannah, ¿Estás bien? —Jessica intenta acercarse a la chica, pero ella la ignora y se va con pasos apresurados, dejándola con la mano extendida tratando de detenerla—. En serio me preocupa esa chica —me dice cuando nos quedamos solos en el pasillo.
—Sí, a mí también, pero no tanto como tú. Se supone que tienes que mantener un perfil bajo y no interactuar demás con los estudiantes —le digo cruzado de brazos.
—Lo sé, pero es que no puede evitarlo, estaban siendo muy crueles.
—No hablo solo de esto, también de tu amena conversación en la clase con el alumno Ricky Thomas —le digo sintiéndome algo molesto—, parecía que estabas coqueteando con él y no está bien, eres una adulta ¿Lo recuerdas? —"Una muy inmadura", digo mentalmente.
—Ah eso, es que el chico me estaba invitando a salir. —Al escuchar las palabras que acaban de salir de su boca siento como si me acabaran de dar un golpe en el estómago.
—¿Cómo que te invitó a salir? ¿Dijiste que no, cierto? —Hago mi mayor esfuerzo para no gritar de la ira.
—Por supuesto que dije que sí, es una grandiosa oportunidad para mi investigación —me responde—. Mira, conozco a los chicos como él y no salen con chicas que se visten como yo lo hago, es obvio que me quiere jugar una broma y ¿Qué mejor forma de investigar sobre el bullying que experimentarlo en carne propia? Además no estoy haciendo nada malo, por lo que sé el chico tiene más de dieciocho. Y ahora si me disculpas debo irme, tengo clases de inglés algo así.
Me quedo parado como un idiota mientras la veo alejarse y entrar en uno de los salones.
No sé qué demonios tiene esa mujer en la cabeza, pero me dan ganas de sacudirla hasta hacerla entrar en razón y de golpear al imbécil de Ricky y su perfecta cara, por la que he visto a más de una suspirar y llorar, por atreverse a invitarla.
Me siento enojado, frustrado y preocupado, muy preocupado.
Estos sentimientos me acompañan el resto del día hasta la hora de salir y llevar a Jessica a su casa que es como la parte de nuestro trato que estaba en letra pequeña y no leí.
—¿Aún estás pensando en salir con ese tipo? —le pregunto en el auto.
—Por supuesto que sí. Ya te lo dije, será perfecto para mi investigación. —Suena tan confiada, no puedo creer su ingenuidad.
—¿Y has pensado que tal vez sí quiere una cita?
—Claro que no, no seas tonto. Lo peor que puede pasar es que me rocíen con un cubo de sangre de cerdo y eso sería genial —me dice ilusionada.
—Eres tan extraña.

Después de dejar a Jessica en su casa me dirijo a la mía, decidido a dejar de pensar en ella y su estúpida cita con ese estúpido chico.
Es decir ella es una adulta y ese imbécil también solo que es tan retrasado que aún está en preparatoria, además Jessica jamás caería ante sus encantos, es una chica inteligente y profesional; aunque sí se acostó conmigo la primera vez que nos conocimos, pero eso no significa que pasará lo mismo y... ¡Ahhh, ya basta!
Tomo un baño y me pongo una camiseta y unos pantalones deportivos; empiezo hacer cosas que me mantengan ocupado cómo limpiar un poco, lavar los platos, ordenar todos los libros de mi biblioteca por orden alfabético, pero nada funciona. Reviso mi reloj y veo que son las ocho, Jessica me dijo que Ricky pasaría por ella a las ocho treinta.
¿Y eso a mí que me importa? No es para nada mi problema, pero ¿Y qué tal si pasa algo entre ellos? Habría fallado en mi deber de vigilarla, entonces sí sería mi problema, habría un escándalo y sería mi culpa por no haber estado allí para evitarlo.
—¡Al demonio!
Tomo mis llaves y voy por mi auto, enciendo el motor y conduzco hasta el apartamento de Jessica.
Estaciono el auto en un espacio en el que puedo ver justo cuando llega el niño bonito en su Mercedes benz y presiona el intercomunicador para que, unos minutos después, ella salga por la puerta de entrada vestida con un conservador y anticuado vestido n***o, esos estúpidos lentes y dos coletas en el pelo. Le dedica su encantadora sonrisa y eso me enfurece por alguna razón. Ambos suben en el auto y se ponen en marcha, yo voy tras ellos disimuladamente.
Mientras voy siguiéndolos me digo a mi mismo que hago esto por la escuela y por el deber de protector que se me otorgó, nada más.
Lo que Jessica haga no es mi problema, pero tengo que intervenir si sus acciones involucran a los alumnos, aunque no quiera hacerlo.
Noto que giran a la izquierda y se detienen en una especie de mirador, yo también me detengo no muy lejos de ellos; desde donde estoy puedo ver exactamente lo que pasa dentro del auto por el espejo retrovisor.
Están hablando amenamente, eso no tiene nada de malo me digo a mí mismo; la conversación sigue por unos minutos hasta que veo como Ricky posa su mano en el muslo de Jessica y esta la retira abruptamente, sin previo aviso ese imbécil, le sujeta el rostro e intenta besarla...
—¡Maldita sea! —exclamo furioso.
Me bajo del automóvil y camino hacia ellos iracundo. Para cuando llego Jessica ha salido del coche no sin antes haberle propinado un buen golpe a Ricky, quien ahora tiene un ojo morado.
—¡Roy! ¿Qué haces a...?
—¡Entra a mi auto ya! —le ordeno. Ella no lo piensa dos veces y sale en busca del vehículo.
—Profesor Prescott... —Antes de que pueda terminar la oración abro la puerta de su Mercedes, sujeto a la rata por el cuello de su camiseta, lo arrastro hasta afuera y lo aprisiono contra la ventanilla.
—Escúchame bien, maldita sabandija, sé exactamente lo que pretendías hacer y nada me impide que rompa cada uno de tus huesos en este mismo instante. —Su expresión es la de un niño horrorizado que acaba de ver a un monstruo, y es la acertada.
—Lo siento profesor, por favor no me lastime —lloriquea asustado. Parece que el guapo y fuerte mariscal de campo del equipo de fútbol no es más que un fraude.
—Si te vuelves acercar a ella o a cualquier otra chica con tus sucias intenciones te golpearé hasta que mi mano sangre, degenerado. Ya eres mayor de edad así que no tendré ningún problema si lo hago ¡Te queda claro!
—Sí señor me queda muy claro —dice casi temblando.
—¡Ahora lárgate! —Suelto su cuello y veo como entra en su coche a toda prisa y despega en su auto a toda velocidad.
Ahora que se fue tengo que lidiar con otro dolor de cabeza; respiro hondo y camino de vuelta a mi coche. Jessica está dentro sentada en el asiento del copiloto con la mirada baja ya sin los lentes ni las coletas, entro y me acomodo en el asiento del conductor sin dirigirle la palabra, y así nos quedamos, en silencio por unos minutos que parecen horas hasta que ella decide hablar.
—Yo sé que estás enojado y lo siento.
—¿Por qué lo sientes exactamente? —la interrumpo— ¿Por ser tan ingenua? ¿Por no pensar antes de actuar? ¿Por ser tan irresponsable? —hago un esfuerzo sobre humano para no gritarle— ¿Sabes lo que pudo haber pasado si yo no hubiera llegado?
—Lo sé y...
—No, no lo sabes porque no entiendes nada, no entiendes que con ese estúpido disfraz no engañas a nadie, no entiendes que eres hermosa y que cualquier idiota con dos dedos en la frente lo puede notar más allá de cualquier vestido feo que uses. De ahora en adelante vas a hacer tu investigación a mi manera porque estoy a cargo de ti y de tu seguridad y tú eres un peligro para ti misma ¿queda claro?
—Sí. —Volteo a mirarla y puedo ver la culpa dibujada en su rostro afligido.
Veo como pone un mechón de su largo cabello detrás de su oreja y se muerde los labios, ese gesto hace que me tense y casi tengo que sujetar mi mano para no acariciar su mejilla.
Será mejor que la lleve a casa lo más rápido posible antes de que me tenga que golpear a mi mismo por intentar besarla yo también.