Narra Nahuel
Salí de la escuela y, como me dijo Leandro, me fui hasta su casa. Mamá hoy iba a trabajar a la peluquería y papá tenía que hacer trámites, así que, hoy pasaría el día con él. Llegué al palier de la casa de mi hermano y toqué el timbre.
—¿Quién es? —preguntó Paloma.
—Nahuel.
—Ya bajo —escuché que cortaba el portero eléctrico.
Me di cuenta de que la entrada era de un vidrio algo oscuro que apenas dejaba ver hacia adentro. Pude ver mi reflejo, el de la vereda y el de la calle. Pude ver a la gente caminar y a los autos que pasaban atrás de mí. De repente, un chasquido hizo que me fijara en otra cosa, miré rápidamente la puerta dándome cuenta de que Paloma estaba del otro lado. Abrió y me dejó pasar.
—¿Cómo estás Nahu? —dijo agarrándome de las mejillas y dándome un beso en la mejilla derecha—¿Cómo te fue en la escuela?
—Bien —ella cerró la puerta y subimos la pequeña escalera de la entrada—. ¿Lean está? —pregunté mientras caminábamos por un pasillo.
—Lean está trabajando. —subimos una escalera y me llevó por un pasillo medio oscuro. Apenas tenía una lámpara en medio del techo y tres ventanas por las que apenas entraba un poco de luz. Paloma abrió la puerta y entró, la seguí mirando su nuevo departamento; parecía más grande que el anterior—Dejá la mochila donde quieras, Nahu —tiró las llaves en la mesa del comedor y fue hasta la cocina. Dejé mi mochila en el sillón y miré el resto de la casa.
—¿A qué hora llega Lean?
—En un rato, hoy sale del trabajo más tarde —asentí—. ¿Tenés hambre o esperamos a tu hermano?
—Quiero esperarlo.
—Dale, mientras sentate conmigo y contame como te fue en la escuela.
Haciéndole caso, me senté en la mesa frente a ella y le conté lo poco que me acordaba de lo que hice en la escuela. Le conté lo mal que me caía la profe de matemáticas porque gritaba mucho siempre, y le conté que mi compañera Camila me había ayudado con la tarea de química en el recreo. Como había dicho Paloma, mi hermano llegó un rato después de que nos sentamos a hablar. Leandro me saludó como siempre y, después, saludó a su novia. Paloma se levantó, fue a la cocina y volvió con los platos para poner en la mesa, Leandro puso los cubiertos y los vasos. Ella trajo el almuerzo y nos sirvió, a mi primero, después a mi hermano, por último a ella misma.
—¿Por qué se mudaron de nuevo? —pregunté mirando a mi hermano.
—Quería estar cerca tuyo. Además, me ponía un poco nervioso que tuvieras que viajar tanto para ir a la otra casa.
—Pero me sabía la otra dirección —me llevé la comida a la boca, mi hermano se rio.
—Ahora vivimos cerca de tu escuela, Nahu, no vas a tardar en aprenderte la dirección. Además, hoy llegaste bien, ¿no? —asentí—Entonces, no hay problemas —puso su mano en mi cabeza y me revolvió el pelo.
Cuando terminamos de comer, Paloma y yo nos sentamos en el sillón a mirar la televisión mientras Lean lavaba los platos y limpiaba. Saqué mi celular y lo miré, tenía unos cuantos mensajes en el grupo de la escuela y uno de mamá preguntándome si había llegado bien, lo abrí y le contesté rápidamente, pidiéndole perdón por no haberle contestado antes.
Después de un rato, mi hermano se sentó con nosotros, entre Paloma y yo. No le presté mucha atención, simplemente me quedé mirando los mensajes que mandaban en el grupo de la escuela. Mientras, Leandro y Paloma hablan de algo que no suena muy divertido como para que les preste atención.
Cuando se hicieron las cinco de la tarde, mamá me pasó a buscar para llevarme a casa. En el camino me contó cómo le había ido en su trabajo. Como siempre, tiene historias que las señoras le cuentan mientras ella hace su trabajo; extraño ir con ella a la peluquería. Cuando era chico, me llevaba después de ir a buscarme a la escuela y me pasaba la tarde ahí.
Llegamos a casa después de unos minutos, por suerte, mi hermano se mudó bastante cerca de mi casa. Me fui directamente a mi cuarto, dejé mis cosas sobre la silla de mi escritorio y empecé a preparar mis cosas para ir al club mañana. Agarré el uniforme y las medias, y las guardé en mi mochila. Después agarré mis botines, los limpié con una franela como Lean hacía cuando él iba al club. Cuando terminé, los dejé cerca de mi mochila. De repente, mamá entró en mi cuarto y me miró sonriéndome.
—¿Ansioso? —me preguntó acercándose a mi cama y sentándose, asentí sentándome a su lado, mamá me sonrió de nuevo—¿Seguro que vas a poder ir solo?
—Sí, ma, Lean y yo hacemos el mismo camino todos los viernes, puedo hacerlo solo —me miró unos instantes, después me sonrió.
—Que grande estás, hijo —me acarició el pelo de manera cariñosa—. Igualmente, tu hermano va a pasar a buscarte al club —bufé, haciendo que ella riera—. No te enojes, Nahu, no quiero que te pase algo o te pierdas con el tren —negué con la cabeza; ella siempre me está cuidando como si fuera chiquito aún, realmente se lo agradezco. La abracé, sintiendo que me daba palmaditas en la espalda.
Nos quedamos un rato sentados sin decir nada. Mamá me abrazaba, acariciándome el pelo suavemente como siempre. Cerré los ojos sintiéndome relajado, con un poco de sueño.
—No te duermas, Nahu, todavía tenemos que cenar —se separó un poco de mí obligándome a abrir los ojos, después se levantó y me miró con una sonrisa cariñosa—. Duchate para despabilarte un poco mientras cocino —pasó su mano por mi mejilla con una caricia, volvió a sonreírme y se fue.
Después de la ducha, fui con mamá que seguía cocinando. Me senté en la mesa y la observé desde ahí como rebosaba las milanesas mientras ponía las que estaban listas en la sartén. De repente, escuché la puerta de entrada abrirse y el ruido de las llaves, me giré sabiendo que papá había vuelto a casa.
—Buenas... —saludó cuando se acercó, me dio una palmada en el hombro y, después, se acercó a mamá saludándola con un beso. Escuché que papá le susurraba algo a mamá que no podía escuchar con el sonido del aceite friendo y la distancia que había entre nosotros. Sentí curiosidad, pero cuando papá se giró para sentarse conmigo, decidí no preguntarle. Me preguntó, como todos los días, cómo estaba y como me había ido en la escuela, después nos empezó a contar a mamá y a mí lo que había hecho hoy.
Luego de cenar, ellos se quedaron mirando televisión en el living, mientras yo me encerraba en mi cuarto. Me acosté a revisar los mensajes, el grupo de la escuela estaba en silencio desde la tarde, Camila no me había mandado mensajes, así que, seguramente estuvo ocupada todo el día. De repente, me llegó un mensaje del club, el entrenador acababa de hablar por el grupo, rápidamente me metí y leí su mensaje.
—"Mañana tengo una noticia que darles, chicos, intenten no faltar ni llegar tarde, me gustaría que todos estuvieran ahí" —me pregunté qué podría ser. Le contesté solo con un "ok, profe" como los otros chicos y cerré w******p. Pensé en el tiempo que me tardo para ir hasta la estación del tren; seguramente pueda apurarme un poco más para llegar más temprano.
Me levanté de la cama y me cambié la ropa por mi pijama, después me acosté de nuevo cubriéndome con las sábanas, cerré los ojos y me obligué a dormir; de verdad quiero que pase la noche.
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Mamá vino a mi cuarto a despertarme, aunque ya estaba en pie listo para ir a la escuela; los viernes siempre despierto casi una hora antes para alistarme. Me gusta tanto ir a jugar al fútbol, que no puedo esperar a que llegue el viernes para poder ir al club. Además, el entrenador nos va a dar una noticia, hace que me ponga más ansioso por ir y saber qué es lo que nos tiene que contar. Agarré mi mochila, salí de mi cuarto con mamá en dirección a la cocina. Papá ya estaba en la mesa desayunando, así que los dos nos unimos a él, nos sentamos y desayunamos.
—¿Ansioso? —preguntó papá dándole una mordida a una tostada, asentí con la cabeza.
—El entrenador dijo que nos tenía que dar una noticia —Mamá sonrió.
—Capaz vayan a una competencia, o capaz te ponga como entrenador de los chicos a vos —asentí sonriéndole de vuelta. Realmente no había pensado en que tal vez podría ser algo relacionado con la ayuda que le doy al entrenador con los chicos.
Desayuné lo más rápido que pude, para tener un poco de tiempo libre antes de que Lean pasara a buscarme para acompañarme a la escuela. Agarré mi celular y me senté en el sillón para revisar si tenía algún mensaje. Camila me había mandado unas cuantas fotos de los dibujos que había hecho para su clase de dibujo.
—"¿Te gustan?" —puso al final. Miré una por una las fotos, observando detenidamente cada una. Había dibujado algunas flores, a su perro y su hermanita. Decidí contestarle en la escuela, cuando estemos esperando al profe.
Unos minutos después, escuché unos golpes en la puerta, mamá caminó rápidamente hasta la esta y la abrió. Mi hermano le sonrió, después se asomó para mirar para adentro. Agarré rápidamente mi mochila y me acerqué a ellos.
—Tené cuidado, hijo —me acarició la mejilla—. Leandro va a ir a buscarte al club, no salgas solo —asentí, ella sonrió y me dio un beso en la frente.
—Nos vemos, ma —salí con mi hermano.
Los dos empezamos a caminar hacia la escuela en silencio, sabiendo que mamá nos observaba desde la puerta, como todos los días. Cuando doblamos en la esquina, comenzamos a hablar; desde que él me acompaña a la escuela, hacemos lo mismo, empezamos a hablar cuando doblamos en la esquina para que mamá no escuche nuestra conversación. A esas horas de la mañana, las palabras parecen retumbar por las paredes de los edificios haciendo eco. Cuando llegamos a la escuela, mi hermano me abrazó como despedida y me soltó, le sonreí prometiéndole que no se tenía que preocupar porque hoy tuviera que ir solo a jugar, después me despedí de él por segunda vez y entré apurado a la escuela rogando que el día pasara rápido.