Capítulo 10

1789 Words
Narra Daniel —Che, Nahu —levantó la mirada de su celular y me miró—. ¿Por qué tanta curiosidad por mí de repente? —se encogió de hombros. —¿Te molestó? —No, no es eso. Me pareció un poco curioso, al principio apenas me hablabas y ahora me hiciste una entrevista —le sonreí. —Perdón —negué con la cabeza. —No te preocupes, solo no me vuelvas a preguntar cosas más personales —asintió—. ¿Por qué no me contás que haces además de la escuela y el club? —se quedó en silencio, paseando la mirada por el lugar. —No hago mucho, me quedo en casa o voy a la casa de mi amiga. A veces voy a la casa de mi hermano cuando salgo de la escuela, me paso la tarde con él y su novia. —¿Te llevás bien con tu cuñada? —asintió. —Paloma me trata muy bien, y cocina casi tan bien como mi mamá —sonreí; a veces, Nahuel parece un nene y otras veces parece un adolescente bastante serio. De repente, un hombre entró y se acercó a Nahuel rápidamente, me levanté casi de un salto—. Hola, Lean —él me miró—. Él es mi hermano. —Buenas tardes —me dirigí hacia el hombre. —Disculpe la tardanza —volvió a mirar a Nahuel; ahora, teniéndolos a los dos juntos, puedo ver el parecido entre ellos. —No se preocupe. —Gracias por cuidarlo mientras —negué con la cabeza sonriendo, él no contestó, se giró hacia Nahu para mirarlo—. ¿Vamos? —su hermano asintió. —Nos vemos mañana, Daniel —me sonrió, asentí a modo de saludo sonriéndole. Ambos se fueron dejándome solo, agarré la bolsa con los elementos que iba a usar hoy y los llevé hasta el armario. Después, fui a agarrar mis cosas y salí del club. Apenas sentí la lluvia fría, la piel de todo el cuerpo se me erizó; creo que fue una mala decisión no mirar el pronóstico esta mañana. Caminé hasta la estación de trenes, pagué mi pasaje y subí al andén. Me senté en uno de los bancos y miré distraídamente a las vías del tren, que se llenaban de agua lentamente. —Se parecen bastante, pero su hermano no tiene ni sus ojos ni su sonrisa —pensé paseando la mirada por el andén de enfrente hasta detenerla en un rostro—. Él es distinto a todos y no solo por la pequeña peculiaridad —lo vi reírse mientras hablaba con su hermano—. No debo verlo demasiado —pensé en el momento en el que el tren se interponía entre nosotros. Me levanté del banco borrando mis pensamientos, me subí al tren y me acomodé en un asiento libre cerca de la puerta. Pronto llegué a mi casa, dejé mis cosas en el sillón y me metí a bañar. Después, una vez que estuve con ropa seca y mi cuerpo ya no estaba helado, me senté en el sillón para descansar. Saqué mi celular para mirar los mensajes que tenía acumulados, entre estos, había un par de mensajes de Lucas, los abrí y los miré. Solo había mandado un par de fotos en el gimnasio describiendo lo aburrido que era el día. Nada importante, pero aun así le contesté. —"¿Te mojaste?" —preguntó. —"Bastante. No saliste todavía, ¿no?" —"Me quedan dos horas todavía, ¿por qué?" —"Para que vengas, pero no vengas directamente del trabajo, vení más tarde." —"¿Se debe a algo la invitación?" —"¿A que somos amigos? No busques dobles intensiones, Lucas, ya hablamos de esto." —empezó a escribir y se detuvo un par de veces. —"Voy más o menos a las ocho" —contestó por fin. Suspiré dejando mi celular en la mesa ratona. Me hundí en el sillón cansado, observando la habitación en completo silencio. Desperté cuando escuché mi celular sonar, miré la habitación un poco desorientado; no sé en qué momento me quedé dormido. Agarré mi celular y mire la pantalla, era una llamada de Lucas que, seguramente, me esperaba abajo. Contesté la llamada diciéndole solamente que ya bajaba mientras me dirigía al baño. Me lavé los dientes y la cara para despabilarme un poco. Después, salí del baño apurado, agarré mis llaves y salí. Atravesé el palier lo más rápido que pude, me acerqué a la puerta y abrí. Con un resoplido, Lucas entró sacándose la capucha de la cabeza; seguía lloviendo y él se había quedado esperando afuera no sé cuánto tiempo. —Creí que no ibas a bajar, te llamé cuatro veces —me reclamó mientras subíamos a mi departamento. —Perdón, me quedé dormido. —Si estás tan cansado me hubieras dicho y no venía, o hubiera venido más tarde. —Perdón —volví a disculparme, Lucas chasqueó la lengua, para después sonreír. —¿Qué tenés pensado para hoy? —Tengo bebidas en la heladera, podemos poner música o ver una película. —Veamos una película —dijo mientras entrábamos—. ¿Te molesta si me quedo a dormir? —Siempre y cuando respetes lo que hablamos —hizo un ademán con la mano. —No te preocupes por eso, no voy a hacer nada —decidí que confiaría con cierto recelo lo que decía; después de la última vez, siento que cada vez tengo que cuidarme más de Lucas. Saqué unas cuantas cervezas de la heladera, mientras él apagaba la luz, después nos sentamos en el sillón; no volvería a llevarlo a mi cuarto como antes. Busqué una película por unos minutos hasta encontrar una que no hayamos visto. Aunque, al final, la película pasó a segundo plano. Como de costumbre, nos centramos en hablar sobre la semana, aunque nos hubiéramos visto el día anterior en el gimnasio. Le conté cómo había ido mi día hoy en el trabajo. —¿Y cómo es tu ayudante? —Es uno de mis alumnos, era ayudante del entrenador anterior con los nenes más chicos. Ahora me ayuda para dar las clases y hacer el arbitraje —le conté con una sonrisita—. Hoy nos estuvimos conociendo un poco mejor. Como llovió no pudimos entrenar, así que nos quedamos solos hasta que su hermano lo fue a buscar. —Es un chico, ¿no? Un adolescente. —Parece que pensara como uno, pero ya es adulto, tiene veintitrés años. Muchos de los que van con él tienen la misma edad mental —él asintió tomando un sorbo de su cerveza. Nos quedamos callados un rato, como si, de repente, no tuviéramos nada de que hablar. Me sentí un poco incómodo; después de decirle la edad de Nahuel, Lucas parecía enojado o algo así. Decidí no darle importancia y comentar algo de la película para que la sensación de incomodidad se disipara, o al menos no fuera tan pesada. Lucas, por su parte, permaneció en silencio, desinteresado de lo que le decía. Cuando se hizo medianoche, decidí dejar que Lucas se quedara a dormir. No era muy buena idea después de lo que pasó, pero no iba a dejar que saliera solo en medio de la tormenta que todavía caía afuera. Acordamos que él iba a usar mi cama y yo el sillón. Saqué una frazada y una almohada del placar de mi cuarto y volví al living. Después de acomodar todo en el sillón, me acosté. Soltando un pequeño suspiro, prendí el televisor y busqué cualquier cosa para ver, aunque poca atención le presté, ya que saqué mi celular y miré los mensajes que había recibido mientras Lucas y yo hablábamos. Revisé todo mi w******p llegando hasta el chat de Nahuel, uno de los pocos que reviso apenas suena el celular. Revisé la última conversación que habíamos tenido, recordando que al día siguiente (o más tarde, dado que ya es medianoche) iba a verlo. De repente me siento ansioso, de verdad tengo ganas de verlo. -------------------------------------------------- Me desperté antes de que la alarma de mi celular sonara, me levanté y entré en mi cuarto con sumo cuidado. Miré a Lucas, seguía dormido para mi suerte. Abrí el placar con el mismo cuidado con el que entré y saqué ropa, después fui al baño para ducharme y prepararme. Es bastante temprano, pero la ansiedad por ir al café no va a dejar que me quede quieto esperando. Salí unos minutos después, para el momento en el que Lucas salía de mi cuarto con cara de dormido y la marcas de la almohada en el cachete. Sonreí burlonamente aprovechando que aún no iba a protestar, él se me quedó mirando unos instantes en silencio, como intentando recordar quien soy. Volví a sonreírle, esta vez con cierto cariño, después fui hasta la cocina a preparar café y tostadas para desayunar. Una vez que tuve el desayuno listo, lo serví, me senté a la mesa y esperé a que Lucas estuviera listo para desayunar con él. Unos minutos después, Lucas vino a sentarse conmigo, aún en pijama y despeinado, pero ya no tenia cara de dormido. Se sentó enfrente mio, agregó unas cuantas cucharadas de azúcar al café, agarró la taza y tomó un sorbo sin decir ni una palabra. —Mi mamá diría: "antiguamente se decía buenos días" —sonreí burlonamente cuando levantó la mirada hacia mí—. ¿No pudiste dormir? —Al contrario... —soltó un suspiro sosteniendo su cabeza con una de sus manos—. No me quería levantar, pero vos te despertás muy temprano. —Pretendía dejarte dormir un poco más. —El ruido de tu ducha me despertó. En mi casa no suena así —tomó otro sorbo de café. —Tenés el sueño muy ligero, Lucas, hasta el sonido del aire te despierta. —Al menos no soy un tronco como otras personas. Nos miramos unos instantes en silencio, para luego soltar una risa. —Te ves de buen humor hoy —dijo de repente mirándome como si quisiera sacarme un secreto—. ¿Vas a verte con alguien? —Puede ser, pero no es lo que vos pensás —dije con una media sonrisa mirando mi taza de café. —Voy a hacer de cuenta que te creo. Ya me contarás después —terminó su café de un solo trago y volvió a mirarme—. Y si es lindo, prometeme que me lo vas a presumir —solté un suspiro sonriendo; dudo que lo haga entender que no voy a salir con un potencial novio, solo voy a ver a mi alumno escoltado por su hermano mayor.
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