Capítulo 23

2298 Words
Narra Nahuel Me despedí de mi hermano en la puerta del club y entré. Saludé al hombre de la puerta y fui hasta la cancha, Daniel ya estaba ahí mirando su celular. Me acerqué a él haciendo que me mirara, me sonrió y se levantó. —Hola. —me saludó con un beso en el cachete y me sonrió—. ¿Vas a cambiarte? —asentí—. Bueno, te espero. Necesito que me acompañes al cuarto donde están las cosas —volví a asentir, dejé mi mochila en el banco y saqué mis cosas para ir a cambiarme. Cuando volví, guardé mi ropa en mi mochila y miré a Daniel, él me hizo una seña para que lo siguiera. Fuimos hasta el cuarto donde se guardan las cosas para los deportes. Caminó hasta la parte trasera, donde estaba la bolsa de pelotas que usábamos para entrenar. Lo miré cuando paró adelante de la bolsa. —Daniel —lo llamé un poco nervioso. Desde que salí de la escuela tengo ganas de besarlo. —¿Qué pasa? —me miró—. ¿Por qué estás rojo? —¿R-rojo? —puse mis manos en mis cachetes. —¿Pensabas en algo? —sonrió acercándose a mí, desvié la mirada más nervioso que antes. —Q-quería... —bajé la voz—. Q-quería besarte... —Yo pensaba en lo mismo. —lo miré con vergüenza, él puso su mano en mi mentón y se acercó a mí—. Solamente uno, ¿sí? —me besó—. Ahora vamos, que si nos ven podríamos tener problemas —agarró una de las bolsas y me pidió que agarrara una pila de conos. Volvimos a la cancha y empezamos a preparar todo para cuando llegaran los chicos. Después, él se sentó en el banco mientras yo practicaba un poco. Sentí que él me miraba todo el tiempo, haciendo que me distraiga a cada rato. Cuando los chicos llegaron, dejé la pelota que estaba usando y me acerqué a Daniel. Él explicó lo que iban a hacer y me pidió que los controlara. Mientras ayudaba a los chicos, intentaba ver a Daniel. Él estaba mirando al grupo, supongo que para ver que ninguno se lastime mientras entrenan. Después, decidió enseñarles algunas cosas mientras yo me sentaba en el banco para esperarlo. Me quedé mirándolo mientras hablaba con los chicos; se lleva muy bien con ellos y sabe cómo hacer para que le presten atención. De repente, me di cuenta de que él también me estaba mirando, desvié la mirada sintiendo la cara arder. Después de la clase y de que los chicos se vayan, nos sentamos juntos en el banco a esperar a mis compañeros. Daniel se acercó un poco a mí y acercó su mano a la mía. Me giré para mirarlo, él solamente me sonrió. Miré sus labios con ganas de besarlo, pero acá no podía hacerlo. Se separó de mí cuando escuchamos a mis compañeros entrar. Él se levantó y fue hasta la mitad de la cancha mientras ellos me saludaban e iban al vestuario. Me levanté y me junté con los que se habían quedado en la cancha. Mientras hablaba con ellos, miré a Daniel. Él me miró un ratito y después miró a mis demás compañeros. -------------------------------------------------------------------- Esperé a que mis compañeros se fueran para quedarme al menos un ratito más con Daniel. Me acerqué a él cuando ya estábamos solos. Él se levantó y se acercó más a mí sonriéndome. —Es hora, tu hermano debe estar esperándote. —se acercó un poco más—. También quiero besarte, pero no podemos acá. Esperemos a mañana —dijo más bajito que antes. Asentí. Agarré mi mochila y salí. En la puerta me esperaba Lean mirando su celular. Cuando me acerqué, él me sonrió y me saludó con un abrazo. Empezamos a caminar hasta la estación mientras le contaba cómo me fue en el entrenamiento. En el tren, Lean me comentó que había encontrado un trabajo mejor, así que ya no iba a poder llevarme ni ir a buscarme. Me sentí un poco mal; normalmente estoy con él cuando salgo de la escuela y el club. Ahora ya no vamos a pasar tanto tiempo juntos como antes. Cuando llegamos a mi casa, mamá nos saludó desde el comedor. Mi hermano se sentó en la mesa con ella, mientras yo iba a dejar mis cosas en el cuarto y, después, iba a darme una ducha. Volví a mi cuarto un rato después, saqué mi celular de mi mochila y me metí directamente en el chat de Daniel, pero salí rápido; seguro que está dándole clases a los chicos que están a ésta hora. Decidí mejor mandarle un mensaje a Camila, pero, cuando estaba por escribirle, mamá me llamó desde la cocina. Me levanté de la cama y fui con ellos. Mamá me pidió que me sentara. —Lean ya te dijo lo del trabajo nuevo, ¿no? —asentí—. Así que, ahora vas a tener que ir y volver al club solo. —volví a asentir—. Y preguntale a Daniel si puede pasar a buscarte los sábados, así tu hermano descansa. —¿Le puedo decir que pase a buscarme mañana también? —mamá y Lean se miraron y volvieron a mirarme. —Bueno, pero te cuidás bien y mantenés el celular prendido. —Sí, ma —sonreí. —Que no se te haga costumbre salir solo, porque no va a ser siempre. —asentí todavía sonriendo. Mientras mamá le hablaba a mi hermano, me levanté y me fui a mi cuarto; tengo que contarle que a partir de ahora iba a poder pasar un poco mas de tiempo con Daniel a solas y que me iba a poder quedar un ratito más en el club ahora que Lean no va a estar. Ella, como siempre que le cuento algo de Daniel, se puso más contenta que yo con la noticia. Después de un rato de hablar con ella, dejé mi celular y fui al living. Mi hermano ya se había ido y mamá estaba preparando algo para merendar, me senté en el sillón y prendí la tele. Un ratito después, mamá vino conmigo y dejó un par de tazas de café en la mesita ratona, fue hasta la cocina y volvió con un plato con galletitas, se sentó al lado mío dejando el plato entre las tazas. La miré y sonreí, ella me sonrió también acariciándome la mejilla. Merendamos viendo la tele y hablando del día. Me contó un par de cosas que habían pasado en la peluquería. Después, hablamos de como me estaba yendo en la escuela y lo que hicimos en el entrenamiento. Cuando empezó a oscurecer, mamá fue a la cocina a preparar la cena y yo volví a mi cuarto. Me acosté agarrando mi celular, miré la pantalla; tenía un mensaje de Daniel de hacía una hora. Lo abrí rápido y lo leí. —"¿Mañana nos vemos?" —"Sí. ¿Pasás por mi casa? Mi hermano no me va a poder acompañar ya y mi mamá va a estar más tranquila si venís a buscarme." —me quedé un ratito en el chat para ver si contestaba, pero decidí salir de la app y hacer otra cosa mientras esperaba. Después de un rato, el celular me vibró en la mano y en la pantalla apareció el mensaje de Daniel. —"Sí, no hay problema. Decile que también te llevo a tu casa." —iba a contestar, pero él siguió escribiendo—. "¿Pasó un ratito antes por tu casa? Así pasamos más tiempo juntos." —"Está bien, ¿venís veinte minutos antes?" —"Claro. Nos vemos mañana." —se desconectó después de ese mensaje. Jugué un poco con mis dedos sin tocar la pantalla; quiero seguir hablando con él, pero no sé que decirle. ------------------------------------------------------------------------- Como habíamos dicho ayer, Daniel pasó veinte minutos antes por mi casa. Agarré mi mochila y salí rápido para verlo. Cuando me vio, me sonrió y me saludó con un beso en la mejilla. Después, fuimos hasta la esquina y caminamos al café. —¿Vamos a la mesa de la semana pasada? —preguntó cuando entramos, yo solamente asentí. Subimos y nos sentamos en una mesa de la esquina, la más alejada que había en la parte de arriba. Me senté contra la pared y él al lado mío. El mozo se acercó a nosotros, anotó lo que pedimos y se fue. Miré las otras mesas; casi no había gente hoy en el café y éramos los únicos arriba, los demás estaban todos abajo. —Daniel... —Decime Dani, ya estamos en confianza, Nahu —dijo interrumpiéndome. Asentí. —Dani... ¿p-podemos besarnos? —me miró haciendo que me pusiera nervioso, me sonrió y se acercó a mí. —Esperá a que nos traigan las cosas. Él te conoce, ¿no? —Solamente a mi papá y mi hermano. Ellos siempre venían cuando Lean apenas se había mudado con su novia. —Esperemos entonces. Después te doy todos los que quieras —sonrió haciendo que me sintiera tonto. El mozo nos trajo lo que pedimos un ratito después. Dejó todo en la mesa y nos dejó solos de nuevo. Miré mi taza de café con vergüenza. De repente sentí unos golpecitos en el hombro, me giré para mirarlo. Daniel puso su mano en mi cachete y me besó. Sentí que movía un poco sus labios contra los míos. Intenté seguirlo como pude, pero él se separó de mí. Sentí más vergüenza cuando me sonrió. —N-no sé hacerlo. —Tranquilo, es un instinto, vas a aprender rápido. —me besó en el cachete—. ¿Empezamos? Mientras más rápido hagamos las cosas, más tiempo nos va a sobrar —asentí. Sacamos nuestros cuadernos y empezamos a planear lo que Daniel iba a dar la otra semana. Mientras él pensaba que podíamos hacer, yo me distraje escribiendo y dibujando cosas en la esquina de la hoja de mi cuaderno. De repente, sentí que Daniel ponía su brazo en mis hombros y se acercaba a mí. Me giré a él, sonrió mientras miraba mi cuaderno. —¿Qué pasa? —pregunté. —¿Por qué escribiste mi nombre? —miré mi cuaderno sintiendo la cara arder de la vergüenza—. ¿Te gusta mi nombre? —bajé la mirada—. No tengas vergüenza, Nahu. Sos demasiado tierno —me agarró de la cara y me besó en el cachete varias veces. —N-no me di cuenta que había escrito tu nombre. —No importa, me parece lindo igual. —me besó en los labios—. ¿Terminamos con esto? —asentí. Después de un rato, terminamos de planear la clase. Nos pusimos a hablar de varias cosas. Primero me preguntó por Cami, después me contó sobre su hermana y su sobrina. Me contó sobre sus amigos y que le encantaría que me conocieran si no tuviéramos que salir prácticamente a escondidas. —La otra semana vamos a poder pasar más tiempo juntos. —él me miró—. Mi hermano tiene un trabajo nuevo y no va a poder llevarme o ir a buscarme al club. Tampoco va a traerme los sábados, quiere descansar los fines de semana. —¿De verdad? —asentí, él sonrió—. Me alegra que tengamos más tiempo juntos —puso su brazo por encima de mis hombros y me acercó a él. Lo miré, el me besó en el cachete y me acercó un poco más a él. —Dani, —me miró—, ¿p-puedo besarte? —Sabés que no tenés que pedírmelo. —bajó su mano a mi cintura—. Intentá seguirme el ritmo, ¿sí? —asentí, él sonrió y me besó. Intenté seguirle el ritmo lo más que pude, o al menos hasta que se separó de golpe de mí. Abrí los ojos rápido viendo a Daniel tirado en el piso. —¡¿Qué hacés con mi hermanito?! —miré a mi hermano sintiendo la cara arder—. Levantate Nahuel, nos vamos ahora. —no me moví, él me miró serio—. ¡Movete, Nahuel! —junté mis cosas y las metí en mi mochila. —Tranquilo, podemos hablar como adul... —¡No quiero escucharte! —me levanté con la mochila en la mano, Lean me la sacó, me agarró de la muñeca y salió del café tironeándome. —L-Lean, m-me lastimás —me miró enojado haciendo que me quedara callado. Cuando llegamos a mi casa cerró de un portazo y tiró mi mochila en el sillón sin soltarme. Lo miré; parece que de verdad está enojado. Me tironeó e hizo que me siente en el sillón. —¿Te hizo algo más? —miré mis manos sintiendo ganas de llorar; de verdad arruiné las cosas con Daniel. Ahora no voy a poder volver a verlo—. ¡Nahuel! Necesito saber si te hizo algo más ese hijo de puta. —sentí que me caían lágrimas—. Nahu, por favor decime algo. —N-no me hizo nada. —Sí te estaba haciendo algo. —se arrodilló adelante mío y me acarició la mejilla—. ¿Por qué llorás si no te hizo nada? —P-porque me trataste mal y me lastimaste la muñeca. T-también lastimaste a Daniel cuando lo tiraste al piso. —Que él no te importe —suspiró. —S-sí me importa, é-él me gusta —lo miré largándome a llorar. Lean me miró con la boca abierta. Parecía que iba a decir algo. Volví a bajar la mirada esperando a que me gritara algo como hizo antes.
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