1. Abuelos

1663 Words
Zae Swer El frío entra a pesar de que todo esta cerrado, mi cabello suelto y rizado cae sobre mis hombros llegando hasta mis pechos, mi vista fija se pierde en los recuerdos vividos, el miedo me envuelve erizándome la piel, yo no decidí tener esta vida, pero a veces tu palabra no vale cuando tienes padres injustos, llena de depravadores que rodean su caza, siendo yo la víctima y no el victimario, eso es algo a lo que a veces nos debemos acostumbrar pero yo no me acostumbro, no lo acepto, no es lo que merezco, soy buena, se que lo soy, pero aun así he perdido mi carrera y vida, todo por seres egoístas, mi palabra no vale nada para ellos, solo soy un cero la izquierda, la crueldad con la que manejan las cosas me deja fría, preguntándome ¿porque no soy igual? Tal vez si lo fuera No viviría el calvario que vivo. Mi familia no sabe que es vivir y dejar vivir, para ellos esa frase no cuenta, tal vez pude negarme pero no pude, ellos tienen algo que yo no «poder» tal poder que también manejan con influencias, influencias que yo no tengo, yo soy justa, pero fui una estúpida, de nada me sirve lo bueno que hice porque fui una estúpida. Mis ojos se cristalizan haciendo vea borroso por unos segundos, parpadeo haciendo eso desaparezca, la vida te golpea una y otra vez sin parar, valiéndose de cosas y objetos sin sentido, haciéndote dudar de lo que eres y no capaz, me han arrebatado todo que ya no se que creer. Se supone los padres son para cuidar y proteger de sus hijos pero ¿Que hacer cuando son ellos mismos quienes te atacan? No los odio pero les tengo un rencor irreconocible, como a él, todos ellos son una escoria en la humanidad, escoria que no debería existir. Me obligó a ignorar todos esos pensamientos y recuerdos, ya pensare en algo para poder acabar con mi calvario, todo me demuestra que ya no tengo salida pero no me rindo, se que debe haber alguna salida, solo que aún no la encuentro, soy joven, no me puedo rendir tan fácil, puedo con esto y más, aunque me desplome una y otra vez, la vida no es para cobardes, y yo no soy ninguna cobarde, saldré de esta, así sea lo ultimo que haga. Tengo el apoyo de mis abuelos y amiga, no estoy sola, aunque así me sienta, no estoy sola. Agitó la cabeza para espantar todo lo malo que hay en mi cabeza. Manejo mientras Katia intenta comprender el mapa, frunzo mis labios fijándome que todo mi alrededor esta lleno de árboles, la carretera está despejada pero lo silenciosa en el que se encuentra me pone los vellos de la piel de punta. - Katia - la nombro sin dejar de observar el camino. Tengo los nervios a flor de piel, es que ¿porque mis abuelos no me advirtieron viven en medio de un bosque? Llevo media hora manejando y solo hay árboles alrededor de la carretera. Espero no ser comida de animales. - ¿Mmm? - ¿Segura esta leyendo bien el mapa? - interrogo nerviosa. Creo que venir a esconderme con mis abuelos no fue la mejor idea; aunque mis padres nunca han encontrado su ubicación así que opino estaré segura. Ya no estoy en el mismo país que ellos así que estoy bien. - Por Dios Zae - se queja dándose un leve golpe en la frente - estoy segura que vamos por buen camino, de lo que no estoy segura es de venir acá haya sido la mejor idea - expresa con molestia haciendo la vea mal - hay perdón - mi amiga es así, suelta sus quejas una y otra vez sin límite pero es positiva en algunas cosas, siendo lo que necesito para despejar mi mente. Sonrió de forma ladina ignorando sus quejas, Katia es de piel morena clara, cabello n***o, ojos grises, un cuerpo sensacional que te deja muda, siendo una belleza exótica y hermosa, es de carácter fuerte muy especial, es fiestera en toda la expresión de la palabra. De lejos puedo ver una cafetería, donde paro buscando estacionamiento, solo hay un auto y yo dos, ante las queja de Katia y mi hambre bajamos del auto, pongo seguro, caminamos hacía el interior de la cafetería dejando suene esa campanita, el olor a chocolate me golpea haciendo me derrita. El chocolate es mi debilidad. No me culpe, observó mi alrededor notando sólo hay una mujer y dos hombres quienes no tardan en vernos de forma rara, me tenso ante la mirada por el frío que cala hasta mis huesos, hago a Katia caminar hacia una mesa. - ¿Tengo un moco? - inquiere incómoda haciendo frunza el ceño. - ¿Que? - pregunto sin captar analizando su rostro para entender pero no tiene nada. - Es que no nos dejan de ver como extraterrestres - muerdo mi labio inferior para no reír. Es cierto pero... - No tienes un moco y no seas exagerada - como si los presentes oyeran lo que hablamos rápidamente regresan a lo suyo y la mujer se acerca a nosotros con una libreta.. Raro... - Buenos días - saluda con amabilidad - ¿que desean ordenar? - tomó el menú al igual que Katia. Al ver no dudo en pedir mi amada comida. - Unos wafles, chocolate caliente, pan con pollo y... empanadas - la mujer apunta todo para luego verme y repasarme de pies a cabeza, sonrió inocente al comprender. Nadie creería todo lo que como al ver mi cuerpo, Katia pide lo mismo, menos el pan y las empanadas. La mujer se retira y regresa en un santiamén, no me tomo tiempo en abordar mi comida, tengo un hambre de dioses, se creería no he comido en días pero solo han pasado diez horas desde la ultima comida. Mmmm... exquisito. Al terminar pagamos y salimos del pequeño restaurante, abordamos el auto retomando el camino, luego de una hora encuentro la cabaña Milken, paso por un camino empedrado, succiono y suelto mis mejillas, repitiendo el gesto unas cinco veces más. No me culpen, veré a mis abuelo de nuevo, después de cuatro años, casi cinco. Digamos que mis padres no se llevan con mis abuelos. Al terminar el camino me encuentro con una gran cabaña de dos niveles, no tardó en salir sin esperar a Katia, no reparo el lugar, solo corro hacia la puerta dando cinco golpes... Si bueno ¡Estoy emocionada! La puerta no tarda en abrirse dejando ver a mi abuela, me tiro sobre ella quien me observa con sus ojos cristalizados y sorprendida. - ¡Abue! - saludo con emoción, mi abuela me abraza con fuerza, puedo ver sobre su hombro a mi abuelo quien se nos viene encima haciendo el abrazo familiar. - Mi nieta hermosa - solloza mi abuela sobre mi hombro. Mido uno sesenta y cinco, algo baja, ella uno cincuenta, mi abuelo mide uno setenta y ocho por lo cual nos cubre a las dos con su abrazo lleno de lágrimas. Mis abuelos sólo tuvieron dos hijos, mi madre y mi tío, el cual falleció hace ocho años, dejó un hijo que ahora tiene veintiocho, el cual se deslío de la familia, no se porque, mi madre hizo lo mismo. No se de que falleció mi tío pero eso desató la guerra entró los Swer y Milken, pero yo soy Zae Swer Milken, no iba ni voy a tomar contienda en esto, no estoy para esas cosas. Para mi los malos son mis padres. Katia los abraza cuando nos separamos dando el saludo, nos invitan a entrar, mi abuela nos ofrece café y chocolate, decido tomar café con leche, Katia les cuenta del viaje. Mi abuela trae unos patatas fritas, kétchup, empanadas, galletas y más, si mi madre viera esto diría "ni se te ocurra comerlo que te hago vomitar, ya pesas unas libras más" aunque no pesará esas libras más para mi madre si. - Por cierto - interrumpo mientras tomo patatas fritas - ¿porque no me habían dicho que viven hasta la punta del mundo? Por poco y no llegamos - me quejo haciéndolos reír. - No seas exagerada cariño - se queja mi abuelo. Lo veo mal. - No soy exagerada. - exagerada no pero si dramática, nos perdimos sólo tres veces - se queja Katia. Pongo los ojos en blanco. - ¿eso les parece poco? - si - responde mi abuelo y Katia haciendo reír a mi abuela. - ¡diles algo! - pido hacia mi abuela. Iniciamos una discusión donde ellos se quejan y yo igual, terminamos riendo y viendo una película de terror donde quedó en medio de mis abuelos, sintiéndome feliz, plena y serena, olvidando de lo que huyó y reconozco que a pesar de todo tengo una familia, mis abuelos no tocan el tema, son pacientes y tranquilos, dándome mucho amor y cariño, llega la noche y cada uno esta en su habitación, la mía es especial según mis abuelos, soy como su única familia. Observó la habitación luego de guardar todo lo mío, la habitación es bella, tiene lo suyo, un hermoso balcón que da directo al bosque, mi cama es grande y espaciosa. Amo mi habitación. Tomó un baño relajante vistiéndome con una pijama calientita, hay un frío que es de estar bajo varias sábanas, me es inevitable salir al balcón a pesar del frío, siento que venir acá fue una buena decisión pero que hay más, más cosas que ignoro. El frío me golpea tensando mi cuerpo, observó los grandes árboles, me gusta, los árboles son cubiertos por una pequeña capa de nieve. Regreso a la habitación cerrando las puertas del balcón, me meto bajo las sábanas y edredón cayendo en los brazos de morfeo al sólo relajarme contra la cama soñando con unos negros e hipnotizantes ojos.
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