2. En espera de una gran noche.

2102 Words
La noche en Boston es bastante fría y lleva consigo unas pequeñas gotas de lluvia.                 Tal vez el clima refleja lo que siento por dentro o, simplemente estoy triste por las artimañas que haré las próximas horas.                 No dejo de pensar en lo que sentirá el señor Scott cuando vea que yo no existo. Sé que investiga a todos, pero por alguna razón jamás lo hizo conmigo. Por una parte es bueno, así no se daría cuanta antes de tiempo que no existo y terminaría mi trabajo antes de hacer algún avance.                 El chofer del taxi me avisa cuando hemos llegado. Estaba tan sumida en mis pensamientos, que jamás vi cuando llegamos a nuestro destino. Al bajarme me percaté de que Michael (el chofer del Sr. Scott) está esperándome. Me da una sonrisa pequeña cuando me ve ir directo al brillante y costoso Audi que me llevara alado del Sr. Scott.                 -Linda noche Michael  -digo saludándolo, mientras este abre la puerta de atrás para subirme.                 -Linda noche señorita Julia. Sabe que podría ir por usted hasta la puerta de su apartamento, ¿no?                 -Claro que lo sé. Pero no quiero que tu jefe se espante por el lugar donde vivo una vez que le informes.                 -Jamás sería un soplón señorita. Pero de esa manera usted no pagaría taxi.                 Rio por lo bajo, extrañare a este hombre. -Lo se Michael. Solo que no quiero que mis vecinos piensen que mato gente al ver semejante coche que va por mí, o peor aún, quien me secuestra. -Michael se ríe de mis palabras.                 -Es muy bella para ser secuestrada señorita Julia.                 -Basta con lo de señorita. Dime Julia  -rectifico por milésima vez.                 -Lo siento seño... -alzo una ceja retándolo -...Julia.                 -Eso está bien -término subiendo a la parte trasera del Audi.                  Michael sube rápidamente al lado del conductor arrancando rápidamente el auto; llevándome hacía mi destino. Michael es un hombre de al menos 1.80 de alto, moreno y un poco guapo debo reconocer. Sus ojos marrones tienen un brillo especial y desde que lo conocí nos llevamos bien. El odia a la zorra del Sr. Scott tanto como yo. Según el, ella lo ha engañado desde que se comprometieron; así de puta es. Así que también es por eso que no quiero terminar este trabajo. Estaré hundiendo al Sr. Scott cuando él no tiene la culpa de nada.                 -¿Qué piensa Julia? -pregunta Michael sacándome de mis pensamientos.                 -¿Qué sabes de la perra? -Perra es el nombre clave para la esposa del Sr. Scott.                 -Nada nuevo. Sale de noche con sus "amigas", lo engaña con cualquier joven que encuentre y regresa a casa-me contesta con un poco de tristeza.                 -Maldita. ¿Conseguiste lo que te pedí Michael? -una gran sonrisa aparece en su rostro.                 -Conseguí más de lo que me pediste Julia. ¿Te enteraste? El Sr. Scott le pidió el divorcio a la perra.                 Entonces salgo de mi aturdimiento por primera vez en la noche.                 -¿Qué él hizo qué? -pregunto anonadada, ¿no fue la perra entonces?                 -Los escuche discutiendo por primera vez después del hijo negado al señor. Entonces ella dijo que jamás le daría lo que pedía, aun si era lo único que quería el señor.  El señor respondió que ya no importaba, pero que había encontrado alguien que si le daría lo que le pedía-sonríe en mi dirección. Oh no. Esto se pone peor. -La perra enloqueció y le dijo que no podía dejarla, él le dijo que lo haría, y le dio los papeles de divorcio. Creo que la perra no quiere firmarlos.                 ¿Qué? -¿Qué?, ¿Por qué?                 -Creo que la perra firmo por accidente un papel donde dice que los bienes del señor quedan totalmente separados de ella. Y que aun si se divorciaran, ella jamás tendría un centavo más del señor.                  -¿La perra firmo un acuerdo prenupcial? -pregunte con asombro. Ya no iba a ser necesaria mi jugada después de todo.                 -Sí, eso es lo que es. Firmo y no sabía; que estúpida. Entonces no quiere firmar los papeles, al menos de que tenga pruebas de que el señor es infiel-dijo quitándome la felicidad que tenía.                 Así que por eso quería que terminara el trabajo hoy. Interesante.                 -Eso no será necesario. El Sr. Scott jamás la engaño. -Entonces Michael pone cara de confusión.                 -¿Tu y el señor jamás...? -deja la pregunta incompleta.                 -¿Nos acostamos? -termino por él. Michael asiente lentamente-. No Michael, si algo tiene tu jefe es que jamás engañaría a su esposa. Ni siquiera nos hemos besado.                 - ¡Vaya! Entonces el señor tiene todo mi respeto. Al igual que tú. Jamás lo había visto tan feliz. -Entonces toda la culpa vuelve de golpe-. Ah cierto. Toma-dice tendiéndome una memoria USB -. Lo que me pido Julia.                 -¡Gracias! ¿Te metiste en problemas por esto? -pregunto guardando la memoria en mi bolso.                 -Qué va. Me divertí mucho Julia. Volvería hacerlo, y más si es ayudando al señor. ¿Pero puedo preguntar, para que lo quiere?                 -Es para ayudar a tu jefe. ¿No creerás que solo lo utilizo o sí?                 -Jamás pensaría eso querida Julia. Si fuera así, jamás te hubiera hablado en mi vida. O peor aún, el señor es desconfiado pero el confía en ti. Eso suficiente para mí-dice dándome una mirada por el retrovisor llena ternura. La cual me revolvía el estómago por la culpa.                 -Sí. Él es estupendo Michael. No se cómo la perra no se da cuenta de ello. Yo sacrificaría mi cuerpo mil veces por el señor Scott.                 Michael ríe bajito. -Se eso Julia. Sé que el señor preparo algo especial para usted hoy, así que no diré nada, por si se te da a preguntar. -Bromea.                 -¿Ni una pista?                 -Nop. -Responde haciendo estallar la "p".                 -¿Chiquita? -hago un puchero, que sé qué hará derretir a Michael.                 -Oh no señorita. El puchero no. ¿Desde cuando juegas sucio Julia? -Pregunta con tono divertido.                 -Desde que todo es una sorpresa. No me gustan las sorpresas. Deberías saberlo Michael.                 -Bueno, ahora lo sé. Y déjeme decirle que no funciono. Suerte para la próxima Julia. -Si es que hay una próxima, mi querido Michael.                 -Vale, si no me darás ninguna pista. ¿Me dirás al menos si falta mucho?                 -No creo que sea necesario, Julia.                 -¿Ah no? ¿Por qué?                 -Por qué hemos llegado.                 Me asomo por la ventana para ver mi destino y...                 ¡Santa mierda de la vaca sagrada!                 Esto es el jodido restaurant más exclusivo de Boston. Su nombre es Ces't La Vie: "Así es la vida". Pero según el New York Times, aquí sirven las más finas comidas, y ni se diga de las más caras. He leído en artículos de gastronomía de la más fina, que en algunos de sus postres y comidas llevan jodido oro. ORO MALDITA SEA.                 -Eh, ¿Michael? -pregunto con un hilo de voz.                 -¿Sí, señorita Julia? -Responde Michael con una voz un tanto divertida. Y di por alto el "señorita" gracias a la impresión del lugar. Aunque no lo pasó desapercibido.                 -¿Seguro que es aquí? No es que tu jefe no se lo pueda permitir. Pero, ¿no es una broma? -estoy demasiada asombrada.                 -No señ... Julia. No es una broma. Mis órdenes son traerla aquí, dar una vuelta y regresar hasta que el señor me llame de nuevo.                 Puede que aunque sea un trabajo jodido, por primera vez en todos mis trabajos quiero ayudar a alguien. Personas maravillosas no deberían de ser destruidas por algunas llenas de avaricia.                  Pienso una y otra vez el por qué no trabaje de algo honesto como una camarera, pero mi ingenuidad (o mi estupidez) no me permiten tener pensamientos claros.                 Tal vez mi madre tiene razón y son una avariciosa como mi padre. Tal vez todo el mundo este jodido, solo que yo un poco más. Podría haber estado trabajando en la biblioteca de la escuela a cambio de créditos estudiantiles y viviendo con una compañera de cuarto por el bien del dinero.                 Pero no lo hice.                 Soy una jodida egoísta.                  Quiero tanto no hacer lo que hago, pero a la vez; no veo la maldita manera de tener un trabajo que me dé para vivir como lo hace este. Rezo todos los malditos días, para que ninguno de mis clientes se entere de mi verdadera identidad y este en la puerta de mi apartamento reclamándome por arruinar su vida.                 Si eso pasa, sin duda alguna huiría lejos. No a otro país, pero si a un lugar donde tenga un nuevo comienzo. Aunque no veo tan lejos de mi madre, de mi mejor amiga o del hombre que ocupa todas mis fantasía y se escabulle en mis sueños.                  Tal vez todo hubiera sido diferente si mi padre no hubiera sido tan estúpido egoísta y dejar en paz mi fondo de la universidad.                 A veces me pregunto si en verdad me amo a mí y a mi madre, o solo fuimos una excusa para estar con su actual esposa. No es de extrañar que ellos fueran tan buenos amigos desde la preparatoria. Siempre hablaron de otro amigo, pero jamás lo llegue a conocer.                 Eso o ya ni siquiera es su amigo.                 Cuando hablaban de la cuarta rueda, la cara de mi padre siempre pasa a una transición de enojo, para después dejar un poco deprimida a su puta.                 Le he preguntado miles de veces a mi madre sobre 'él', pero siempre me gano una sonrisa triste y una mirada al infinito.                 Me da curiosidad sobre mis padres, pero sobre todo, del por qué mi padre abandono a mi madre cuando ella siempre trabajo por nosotros y nos proveía en todo lo del hogar y económicamente.                  He querido ver si alguna vez tuvo la culpa mi madre en cuanto al abandono de mi padre se refiere, pero no encuentro explicación alguna. Tal vez es por eso que tengo una rara inclinación hacia los hombre mayores que yo. ¿Será que el abandono de mi padre difiere en mi elección de pareja?                 Siempre me han gustado los hombres mayores a mí. Como si de un raro fetiche hacia los Sugar Daddy se tratase. Sólo he besado a un hombre mayor en mi vida, y eso lo hice sin que él estuviera consiente. Por lo tanto, no lo cuento como un verdadero beso.                 Él estaba borracho, y yo me aproveche de la situación.                 ¿Lo peor? Es el padre de mi mejor amiga.                 Soy un asco.                 Me he dicho miles de veces que solo fue un estúpido impulso de mi parte. Que al menos no fue consiente y no pudo retirarse; pero veo por donde lo vea, casi conto como abuso. Él no estaba en sus plenas facultades, y por supuesto que saque provecho de ello. Y todo eso se consume al presente. Estando en uno de los restaurantes en lo que jamás ni en mis más locas fantasías pensé que estaría.                  Estoy asustada y a la vez nerviosa por todo lo que va a pesar dentro de él. Deseo que esto fuera un sueño, o que al menos el chofer se ría de mi expresión y me diga que es una jodida broma de mal gusto; nos reiríamos de esto, daría la vuelta y me llevaría a otro lugar que sea el verdadero.                 Dios santo. ¿Ahora en que me metí? Estoy a punto de decirlo en voz alta, pero un gran estruendo en la puerta del chofer y un duro golpe en mi puerta me ponen alerta. Pero no puedo ver nada.                 Tomo un respiro y empiezo a decir-: Bien, esas son tus órdenes. Entonces, ¿cuáles son las mías? -Termino de preguntar al momento de que se abre mi puerta, dándome un gran susto. -¡JESÚS!                 -No hay órdenes para ti preciosa. Y si las hay, será que pases una buena velada conmigo. -Dice Marcus, con su voz aterciopelada.                 Y sí. Marcus es el Sr. Scott. No sería divertida esta historia sin el nombre del galán madurito que tengo de frente ¿O sí? Y tampoco se darían mis teorías Sugar Daddy.                 Marcus Scott. El ultimo cliente. El único del que me he enamorado. El adonis que se ha robado el corazón de una maldita perra fría que le pagan por estar en su hermosa compañía. Y presiento que esta estúpida saldrá muy cara hoy. O tal vez, ¿será esto lo mejor? Tengo un plan, y esta vez, no seré una mierda.                 Vamos, en espera de una gran noche.
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