Recuerdos De Un Amor

Capítulo X

Recuerdos

Parte IV

Sueño

Una delgada figura femenina envuelta en un suave vestido color crema de seda sencilla; corría y corría, como la alma libre que era, por el bosque frondoso, como si su propia vida dependiera en ello, escabulléndose entre cada tronco, tal cual espíritu de la naturaleza. Ella llevaba su cabello rubio oro recogido en una trenza muy suelta, y decorado con flores salvajes del bosque provocando que a cada paso la trenza golpeaba su espalda como una latigazo, mientras que un adorable rubor cubría sus mejillas por el cansancio físico.

El poco fastidio que le causaba la acción de su cabello, podía jurar que era casi agradable a su ser.

No obstante, sus pies estaban manchados de barro debido a que la noche anterior había caído un leve diluvio. El viento golpeaba a su rosado rostro, a la vez que hacía entre cerrar los ojos al dar un paso tras otros por la velocidad que llevaba; provocando que un ligero cuarteado cubriera sus labios por la sequedad.

Pero eso jamás le importo a la angelical dama.

Su andar ceso de golpe mientras que una cobertura salada de su propio sudor empapaba su frente por el esfuerzo, su boca se abrió ligeramente al observar lo que se alzaba delante suyo; eran restos de marfil blanco con enredaderas de flores silvestres, estaban caídos sobre varias partes del hermoso prado al que había llegado en medio ese particular bosque. La joven juraría que eran los escombros donde se alzaba un imperio alguna vez, pero aún no estaba tan convencida, por lo cual le fue casi inevitable que sus ojos azules brillaran de la curiosidad más pura al examinar cada uno de los lares del lugar, rodeados con los grandes árboles frondosos.

Totalmente impresionante.

Cada paso que daba se sumergía en un vaivén de emociones siendo acarreado por el descubrimiento, la falda un tanto larga de su vestido danzaba por la agradable brisa cálida que repentinamente chocaba contra sus piernas, ella parpadeo un par de veces provocando que sus pestañas se agitaran al observar con claridad lo que se mantenía firme en todo el centro de las ruinas. 

Una estructura de hierro sólido imperial se alzaba en cuatro pilares haciendo la figura de un cubo perfecto con la ubicación simétrica de distancia entre cada una, mientras que en el centro estaba de pie un hombre, alto, musculoso con una armadura plateada, su cabello largo y n***o como la misma noche y unos profundos ojos azules eléctricos.

La oscuridad reinaba de inmediato en el ambiente, igual que cuando se apagaba un interruptor de luz, pero aun así la figura imponente del hombre se denotaba en la penumbra más con la repentina energía dorada que emanaba su anatomía. La mirada del arcángel se mostró sorprendido pero después simplemente sonrió, satisfecho de saber aquello,  acercó su mano hacía la  frente de la chica rubia que temblaba ante su presencia, para solo subir el dedo índice precisamente dónde se dice que está el  "tercer ojo", ejerciendo presión en esa zona.

Él la estaba haciendo despertar…

Miles de sensaciones se apoderaron del pequeño cuerpo de la rubia, en especial su cabeza; la cual empezó a mostrar una secuencia de imágenes, una de ella se destacaba...

Una vil guerra se llevaba a cabo, cuerpos caían sin vida sobre el campo de batalla, dos bandos que desde la rebelión de Luzbel, eran enemigos a muerte, todo era sangre junto a su fiel amiga la destrucción.

Era el mismo recuerdo del sueño anterior.

No obstante, esta vez era diferente porque en esta andaba luchando con una armadura dorada con azul, a la vez que en su mano portaba una espada plateada con destellos iguales a la de su traje de combate, mientras que a su lado se encontraba aquel hombre de cabello castaño, con una armadura idéntica que ella.

El usurpador de sus sueños... 

Pero realmente ya no deseando ver más aquello…         

Era una terrible tortura para ella, recordar eso…

 —¡No más!, ¡todo esto debe acabar!—un desgarrador grito escapó de sus labios.

Ella sintió como sus piernas temblaron, provocándola caer de rodillas.

—No debiste haberme hecho recordar aquello, padre—su voz sonó apagada, casi como un hilo suave.

El dolor en su cabeza le hizo perder la conciencia de ese estado en que se encontraba, ya no podía hacer algo por evitar recordar aquel trágico recuerdo, aunque haya sido a través de un sueño...

Ella recordó a ese hombre...

Ella sabe perfectamente quien es...

Ahora sí recuerda a su eterno amor,  él mismo que lleva esperando desde hace más de un siglo, desde su primera reencarnación en el mundo mortal, a causa de ese destierro injusto que ninguno de los dos deseo tener, y que los hizo separarse por mucho tiempo, pero en este momento el juego del destino ha tomado un camino diferente, ya era justo el despertar espiritual. 

(...)

—Raziel...— fue lo primero que escaparon de sus labios, mientras su cuerpo yace sobre la cama.

April inconscientemente se acarició lentamente la cien con ambas manos dándose un leve masaje, en ese momento sentía que la cabeza le iba a explotar en cualquier segundo, pero eso no le impidió ponerse de pie lo más rápido posible, necesitaba encontrar al impostor que se estaba haciendo pasar por su compañero de clase, debía encontrar a "Demián" y que le explicará de una vez por todas el motivo de su repentina aparición en el mundo mortal. 

Ella recordaba memorias de su pasado. 

Sin embargo, ahora tenía una gran limitante como lo es ese cuerpo humano, tal vez ahora que recordaba ciertas cosas, desearía poder hacer en ese momento inmensidades de elementos favorables pero no puede exponer su anatomía a un cambio radical, tiene que ir poco a poco hasta que se acostumbre de lo que se viene...

Porque una ella no iba a volver a dejar que le hagan lo mismo, otra vez más... 

Ya no era la misma damisela libre que corría por los bosques con tanta gracias y felicidad, ellos le habían arrebatado aquello cuando la enviaron a ese mundo, sin siquiera dejarle despedirse de su amor, o mejor aún por amputarle lo único que la hacía ser un ser dulce y  tierna... 

Sus alas...

Continuará...