Recuerdos
Parte I
El aire trajo consigo una dulce risa risueña, él levanto la mirada para verla allí, de pie a escasos metros de distancia de su lugar. Su hermosa cabellera rubia danzaba con la suave brisa, mientras que un largo vestido blanco cubría su delgada anatomía, por su espalda caía una pequeña capucha dorada, tal cual, como caperucita caminando a la casa de su abuela, melodiosas risas salían de sus labios tan cautivadoras al oído de él.
Ella corría entre los espesos troncos de los árboles de pino de aquel bosque frondoso, el hombre estaba hechizado por la belleza de la mujer antes sus ojos, puesto que era el ser más hermoso que había visto en toda su existencia, y vaya que si ha sido larga. Las comisuras de sus labios se levantaron casi de manera involuntaria cuando una sonrisa adorno su rostro, causando la aparición de esos pequeños hoyuelos a cada costado de sus mejillas por la expresión.
Él estaba realmente feliz que sin darse cuenta el libro tan importante que siempre llevaba consigo, lo dejo caer a la superficie áspera del suelo, esa figura femenina estaba tan radiante bajo la luz de la luna que se escabulle por las copas de los árboles. Sus piernas reaccionaban solas, corriendo en dirección de aquella hermosa dama, mientras que de su boca se escapaba una risa de emoción, al ser contagiado por la felicidad de ella.
El castaño estaba completamente perdido en el vaivén de los delicados movimiento de la mujer, anhelando poder alcanzar a la joven y verla fijamente al rostro pero ella llevaba la delantera, por lo cual, él entre constantes pasos ágiles con firmeza trato de llegar a su lado, para extender su mano derecha tratando de rozar su cálida piel rosada con la puntas de sus dedos.
Pero aquello no llegaba a suceder, era como si estuviera en una especie de sueño de esos que por más que siquiera alcanzar algo no lo lograbas ni tocar…
—Aún no es momento de conocernos—una sublime voz femenina, salió de los finos labios de la dama al moverlos con delicadeza.
Ella era tan juguetona como un alma joven y libre sin ninguna clase de preocupación, eso que el castaño deseaba pero le era imposible por su cargo, y sobretodo su alto rango, aunque en ese momento le estaba costando no caer rendido bajo el encanto, tras escuchar aquella risa traviesa que salió de la garganta en la damisela, ese pequeño ser estaba haciendo estragos en su sistema solo con verlo. Así como cuando en el fondo de tu ser crees que tu alma gemela existe, no hay límite para las formas en que él o ella puedan ingresar a tu vida, justo como acaba de suceder con la presencia de esa pequeña individuo.
Él no se esperaba aquella jugada maestra del destino, era como si padre hubiera reescrito en el árbol de la vida un trágico final…
—Dame un motivo para esperar más tiempo—hablo entrecortado por el esfuerzo ejercido el hombre.
Ella solo se rió por lo bajo como respuesta.
—Nuestras almas ya se conocen, ¿no? —Susurró tratando de sacarle algunas otras palabras a la chica misteriosa.
Pero tan solo la rubia se le quedo mirando fijamente con un toque de confusión sin entender lo dicho por él…
—No lo conozco, lo poco que se dé usted me lo contaba mi padre cuando era tan solo una pequeña querubín, son aquellas hazañas que realizo junto a sus doce hermano y su alto rango, mi señor—expresó la joven, a la vez que se ocultaba detrás de un árbol.
Él intento dar un paso hacia ella pero una sensación extraña lo atravesó impidiéndole seguir su camino y por fin romper esa distancia entre los dos….
Alguien había llegado a interrumpir aquel efímero recuerdo de su amor…
—No olvides tu deber, los ángeles siempre rectos ante el llamado divino, puros e impenetrables como rocas…—escuchó a la lejanía una imponente voz masculina demandándole a cumplir su deber.
No obstante, eso fue lo último que escucho el castaño, antes de sentir como el suelo bajo sus pies se abrió, tragándolo en una caída libre hacia la nada entre una profunda oscuridad al vacío, un intruso había roto su recuerdo del pasado…
(…)
—¿Demián, estás bien?—oyó como una dulce voz llena de preocupación le pregunto.
El chico ladeo su cabeza a un costado confundido al volver una vez más aquella realidad, cuando un cálido tacto le movió de manera suave el brazo, no supo en qué momento se había perdido entre sus recuerdos, olvidándose por completo que está en el instituto. Pero grande fue su sorpresa al darse cuenta que el salón se encontraba completamente vacío, sin siquiera percatarse que ya ha culminado la clase, y al parecer hace un buen rato.
—Sí, no te preocupes estoy bien—respondió el chico, a la vez que se levantó de su asiento.
—Es que ya todos se fueron hace quince minutos y tú estabas aun sentado con la mirada perdida y sin moverte desde casi toda la clase, pensé que te pasaba algo malo—tartamudeo April, mientras que sujetaba la manga derecha de la sudadera con su otra mano.
Ella parecía una niña pequeña llena de timidez, hasta sus mejillas tenían un ligero carmesí que le adornaban con tan solo recordar que hace tres días atrás por poco besa al chico que tenía al frente suyo, y que había estado esquivando en muchas ocasiones.
—Nuestras almas ya se conocen, ¿no?, son nuestros cuerpos los que son nuevos—soltó aquellas palabras sin importarles las consecuencias.
¿Por qué él siempre decía cosas tan extrañas y sin contexto alguno?
April por primera vez en todo ese tiempo se había puesto a detallar cada parte de él, era alto mucho más que ella, musculoso pero no exageradamente cargaba puesta una camisa azul índico que hacía juego perfecto con el pantalón n***o que llevaba y combinaban con el par de botas corte militar que tenía, su piel era blanca pero con un ligero tono rosado, la mirada azulada de la chica iba ascendiendo lentamente por la anatomía de él; detallo sus rasgos faciales, tal cual a los de un nativo europeo pero a la vez con un toque diferente, con un cabello castaño como el mismo chocolate y de labios finos que hacían contraste con aquellos preciosos ojos verdes claro...
Pero ella no debió hacer eso.
Un grave error de su parte.
Con tan solo el simple choque visual supo que todo su mundo se vino abajo, a la vez que sintiendo una corriente eléctrica recorrer su columna vertebral pero que termino en sus omóplatos donde tenía dos extrañas cicatrices de nacimiento, su garganta se secó más aún cuando a través de sus ojos esmeraldas logró examinarle el alma con una sola mirada…
Eran especies de fugaces escenas pasando por su mente, como si se tratará de una película con un ritmo acelerada, trayendo consigo un repentino malestar en su cabeza mientras que en su pecho volvía a atacar la misma sensación que avivaba su corazón.
Ahora ella estaba en problemas.
Y fue muy tarde para la rubia el tratar de desviar su mirada azulada hacía otro lado, o simplemente hacer que nada acaba de ocurrir, en ese pequeño lapso de tiempo todo se tornó, tal como si estuviera en un bucle pero en cámara lenta; ocasionando que por un momento la perspectiva de la angelical rubia cambiará drásticamente, cesando en un silencio absoluto su alrededor, ya no estaba el sonido tan común que trae el instituto. Ya no había nada, solamente en su pecho aquella cesante sensación de calidez y felicidad que la abruma como un tsunami, al hundirla en tan nuevo emoción.
¿Qué era esto? ¿Acaso ella había caído en el hechizo mundano más fuerte y real?
¿Por qué estaba recordando todo eso?
La rubia salió de aquel trance en el que encontraba, justo en el momento en que sus tímpanos captaron el sonido seco que provoco un objeto cuando se cae al suelo. Ella llevó su mirada hacía el lugar donde provino el ruido para encontrar la réplica del globo terráqueo yace en el suelo como si le hubieran arrojado, pero está claro que ninguno de los dos había sido, por lo cual, ahora dirigió su mirada al castaño, para darse cuenta que tenía una expresión de molestia repentina y su ceño fruncido.
—Debemos irnos, ahora—hablo en un tono de dureza, a la vez que sujeto el brazo a la joven para sacarla del salón.
¿Qué es lo que anda pasando?
La confusión se denotaba en el rostro de la adolescente, aunque le seguía sin mencionar ni una sola palabra, decir que no pasaba nada era una completa blasfemia pero no podía preguntarle a Demián el motivo del por qué su presencia le traía unas especies de extrañas visiones sin sentido; ella estaba segura que no estaba loca porque solo sucedía cuando miraba fijamente los profundos ojos del chico.
Recordando que los ojos son la ventana del alma y ahora April comprendía el verdadero significado de aquella metáfora…
—Dime la verdad, Demián—dijo la rubia de manera desesperada, queriendo conocer la situación. —¿Cuál es tu truco?—agregó, a la vez que de un movimiento se soltó del agarre de él.
La Williams detuvo su andar haciendo que el joven también lo hiciera pero era momento de al menos tener una explicación razón a los acontecimientos extraños que estaban ocurriendo en ella, y comenzaba a creer que la culpa era de él. April cruzo sus brazos a la altura de su pecho esperando una respuesta concreta de su parte, pero solo observo como Demián abrió ligeramente su boca y la volvió a cerrar, dejándola aún más confundida de lo que ya estaba.
Él simplemente se rió con diversión.
Ella sintió como la sangre le subió a su cabeza transformándose en una cólera creciente a punto de explotar en cualquier segundo, aunque trato de controlarse al apretar con fuerza sus puños mientras que bajaba su mirada al suelo, justo a sus zapatos que comenzó a mover con brusquedad como si estuviera haciendo una rabieta.
—No hubo trucos, simplemente, nuestros ojos coincidieron en el momento perfecto—la voz profunda del chico resonó captando su atención.
April levanto su mirada en dirección de su acompañante, pero este ya no se encontraba allí, era como si hubiera desaparecido de la nada…
Continuará…