Capítulo I

3429 Words
―Y sí realmente eres para mí, y sí yo soy para ti, descuida…coincidiremos otra vez, mi amor—la voz masculina se desvaneció como una estrella fugaz en el momento justo antes de despertar. —No te vayas… no me dejes… no quiero perderte una vez más… —susurró April en un hilo cada palabra tan perecedero. Pero solo obtuvo una sublima risa por lo bajo, fue lo único que recibió como respuesta de parte del individuo… —Por favor, no me dejes sola, prométeme que volverás…—habló entrecorta y paulatinamente, ya estaba quebrada y no podía hacer nada. —Te encontraré, mi amor—soltó el hombre como un juramento sagrado  entre ambos.   (…)   Los tenues rayos del  sol se escabullen  por el pequeño espacio de la ventana en la amplia habitación, esto debido a que estaba suavemente corrida la cortina de seda ocre, provocando que esta ligera luz impacten directamente en el rostro blanco como una porcelana  de la chica que reposaba sobre su cama.  April poco a poco parpadeo percatándose de  las lágrimas inconscientes  acumuladas en sus ojos azules, mientras que a su vez  sus iris se adaptan a la iluminación del nuevo día, uno que prometía ser caluroso por la aparición con mayor intensidad del astro solar, puesto que se daba inicio a la estación más divertida del  año, como lo es el verano. No obstante, otra vez aquella sensación yaciente en su pecho gritaba con fervor querer escapar… Silencio, soledad y desolación… Esa misma que sientes cuando pierdes a alguien o te desconectan de una persona muy especial para ti, formando que se torne en tú interior un vacío inaguantable como si te arrancará un trozo del alma o te arrancarán el corazón sin piedad alguna. Un dolor punzante que te lastima cada segundo más porque  no es físico… Tal vez ese sea su castigo al no poder recordar, al sentir con cada fibra de su cuerpo  pero aun así no poder saber de dónde proviene el llanto interno de su  ser, por algo siempre dicen que el amor es para las almas y no para los cuerpos. Cada mañana era igual desde que tenía memoria, año tras año era idéntico; haciéndose más recurrente, los recuerdos sin sentidos que se entrometían todas las noches oscuras entre las sabanas  frías de sus aposentos, llenando sus efímeros sueños con la esperanza de encontrar aquel ser misterioso dueño de sus  fantasías astrales, él mismo que se desvanecía con el despertar de un nuevo amanecer. ¿Quién podrá ser tan atrevido usurpador?   Un enigmático misterio envolvía aquellas promesas hechas entre palabras sin sentidos para ella en este momento. Sin embargo, en sus sueños poseían un peso en su interior, tal vez  con la sensación de un recuerdo roto de un posible amor del pasado o simplemente una secuencia de memorias muy bien creadas por su propia cabeza. ¿Por qué siempre soñaba con un hombre, guapo y cautivador? ¿Por qué le juraba un amor que ni ella sabía de donde nacía tan vibrante y fuerte? ¿En dónde la encontraría? ¿Acaso está mal de la cabeza? Miles de pensamientos se formaban como un incontrolable huracán, la joven tenía tantas cosas sin poder decir, sin poder hacer, pero cuando lo tenía enfrente cada noche entre sus manos sosteniendo su hermoso rostro en el mundo onírico se le formaba un nudo en la garganta, sus palabras jugaban en contra de su propia voluntad al esconderse en su calabozo de emociones caóticas y desbordante. Ya en la mañana ni siquiera recordar el rostro de aquel hombre… Pocas personas conocen sus propios demonios, en especial cuando eres una de esas que siempre están llenas de ilusiones y sueños, como un niño pequeño que empieza a vivir. La tristeza jamás doblará pero ese no es el problema, sino cuando dejas atrás a tú verdadero amor, allí es donde sientes que estas apunto de morir en vida… Se vuelve rutinaria y mundana. —¡April, cariño se te hace tarde!— un grito femenino retumbo desde la puerta principal que conectaba con el pasillo.   Los ojos azulados de la chica se abrieron debido a la sorpresa, se había olvidado por completo que tenía clase temprano ese día, no siendo eso lo peor, ¡No!, sino el hecho que tiene un examen importante a primera hora de la materia en la cual iba un poco baja en cuanto a calificaciones. Con ese pensamiento de sus finos labios se escapó un profundo y pesado suspiro, a la vez que de un movimiento ágil de su cuerpo, salió de entre las sabanas acogedoras de su cama.   Comenzó ligeramente a estirar de esta manera sus extremidades un tanto entumecidas después de la clase de gimnasia del día anterior, por suerte  ayer había sido una de esas pocas veces que ella se decidió a dormir para descansar por fin sin ningún problema aquel pequeño cuerpo mortal de un metro cincuenta y con pocas curvas que posee. Caminó en dirección a la ventana para correr por completo la cortina, dándole pasó a la luz solar, ella se quedó unos escasos minutos mirando a través del cristal el panorama tranquilo como ya era la costumbre del pueblo en que reside desde que nació. Con un último vistazo se encamino hacía el armario en busca de algo adecuado para su  nuevo día, busco entre sus pocas pertenecías; sacando de esta manera  un vestido corto azul, tal cual como el cielo despejado de tela suave y fresca, mientras que el calzado había elegido un par de zapatillas blancas, para concluir con dejar su cabello rubio cenizo suelto, que cayera sobre sus hombros, nada fuera de lo usual porque no quería llamar la atención.   April era la típica chica que prefería mil veces un libro antes de salir con amigos, una  "chiquilla" rara amante de la literatura en general. Una nerd para muchos.    Sin perder más tiempo tomo del pequeño escritorio de madera con aquel aroma de pino silvestre aún en su superficie, todos los libros de las materias que va a necesitar ese día prometedor de muchas alternativas coincidencias, cuando ya tuvo todo listo y guardado en el bolso rojo. Salió de la habitación rumbo a la cocina donde sabía que su madre se encontraba, justo allí, de pie a un lado de la encimera sosteniendo entre sus manos una humeante taza de café. Su cabello caoba estaba recogido con una coleta alta, un tenue maquillaje cubre su rostro blanco terminando con un tono de labial rosa suave en sus labios, la madre de la chica era una mujer independiente soltera que había salido adelante sola como contratista de bienes raíces.   —Buenos días, mi cielo—la voz de la señora Williams sonó tan radiante como de costumbre. La joven simplemente movió la cabeza de lado a lado un par de veces en gesto de negación, a la vez que obligaba a sus pies andar en dirección hacia la pequeña cafetera eléctrica de su madre. Aunque ella no fuera amante de la cafeína, en ese preciso momento lo necesitaba para mantenerse activa y energética rumbo al instituto. — ¡Oh!, ya veo, cariño—dijo la mujer, para acercarse a donde estaba su hija. —Debo irme o llegaré tarde a la reunión, diviértete en la escuela—agregó, dándole un beso en la mejilla a la adolescente. —Igualmente mamá, consigue muchos contratos hoy—le alentó April, antes de verla perderse por el marco de la puerta. El singular sonido de reloj apoyado en la pared de la sala retumbó por todo la vivienda, anunciando que solo faltaba media hora antes de su primera clase, sin dudarlo se le había hecho realmente tarde esa mañana, colocó la taza en el fregadero y sin más salió corriendo con su mochila colgada sobre sus hombros, dejando perfectamente cerrado su hogar. Posiblemente ese día haría todo lo que hace cada mañana, ir a la parada de autobús y tomarlo… Tal vez sí estuviera realmente de ánimo para hacerlo, pero hoy sería diferente,  así que sólo se dedicó a caminar. ¿Por qué tomó aquella decisión? Ni siquiera ella misma sabía a ciencia cierta el motivo del por qué lo estaba haciendo, solo quería despejar ese remolino que le carcome en sus pensamientos por un rato para poder continuar con su día a día, de estaba  manera indudablemente cansada de que siempre ocurriera la misma situación, pero tampoco era que pudiera hacer mucho por solucionar algo que ni ella sabía con claridad lo que andaba ocurriendo; era como un especie de puzzle mental, donde cada pieza se volvía un acertijo más complejo. ¿Qué es lo que siente realmente? Acaso es solo un espejismo del alma o un enredo de su cabeza… April levanto la mirada del suelo bajo sus pies, desconectando por un momento de sus pensamientos, hasta de su caos interno, para observar su alrededor. Seres humanos realizando cosas cotidianas, unas que otras decisiones que tomar, el sofocante sonido emitido del pueblo poco a poco en crecimiento, peleas, gente ajetreada de aquí para allá; hablando por sus teléfonos inteligentes, niños jugando entre si mientras van alegremente a la escuela. Una completa vida mundana. En sus diecisiete años de existencia había estado observando como una fiel centinela cada conducta, acción o forma de ser de cada individuo, como si estuviera analizando o tratando de comprender ciertos patrones en los humanos, aunque ella era una, en muchas ocasiones no entiende el motivo de las actitudes. Como andaba ocurriendo frente a sus ojos, un señor de alrededor cincuenta años, con varias canas cubriendo su casi calva cabeza y vestido con un traje bastante elegante, discutía casi a gritos con lo que parecía ser su esposa, una mujer esbelta cubierta con un vestido rojo, con rasgos delicados y finos, de una larga cabellera café. ¿Por qué los seres humanos se lastiman entre sí? ¿Acaso tienen razón cuando dicen qué los seres humanos no saben amar?   A veces se siente tan tangente la sensación en ella, esa de que realmente no pertenece allí…    — ¡April!—escuchó un grito femenino repentino detrás de ella. La joven Williams dio un sobresalto en su lugar, no se había percató de la presencia de su compañera de instituto hasta cuando ya fue tarde, sacándole de su mundo interno tan repentinamente. Esta era una chica de un metro setenta,  de contextura corpulenta  pero no excesiva, con una melena azabache, ojos marrones y pecas que adornaba su moreno rostro caribeño, había sido la causante de aquella reacción. — ¡Lily!—reprendió en un grito casi ahogado después de haber recuperado el aliento.  La mencionada simplemente comenzó a reírse, a la vez que paso su brazo derecho sobre los hombros de la rubia, siguiendo de esa manera el rumbo al instituto. Casi como inercia April bajo la mirada a su reloj de muñeca para percatarse que solo faltaba un par de minutos para el inicio de su clase. — ¡Oh, rayos!, Liliana vamos tarde—exclamó April, a la vez que jalaba a su compañera del antebrazo para correr. No podía llegar tarde…No, otra vez…   (…) Aula 1-C Leyó el pequeño letrero pegado en el centro de la puerta, ese era el salón donde tenía su examen de historia universal esa mañana. Un pronunciado y largo suspiro abandonó sus labios, justo en el momento en que ingreso al interior del aula. Esta vez sobre ella no cayeron tantas miradas, al parecer solo había sido por el día anterior, y lo agradeció, pero como no tener esa clase de observaciones, sí se cayó ayer en mitad de los calentamientos en gimnasia, pasando vergüenza. Como siempre… April sacudió ligeramente su cabeza con suavidad, dándose cuenta que su amiga Liliana ya estaba sentada en su lugar haciéndole un pequeño gesto con la mano para que se ubique a su costado y hacer juntas el examen. Por lo cual, dio un paso adelante en dirección a su mesa, pero en ese momento no contó con que alguien se anticipará y se sentará al lado de ella, Alissa era la rubia, popular y linda del instituto, aquella que todos deseaban tener como pareja pero que termino con el capitán del equipo de fútbol americano como el típico cliché de novela juvenil. Esa acción sorprendió a Lily que por la expresión de sus ojos bien abiertos, no se lo esperaba; realmente nadie se lo esperaba. No obstante, la joven Williams no le tomó mucha importancia, era normal esas acciones por parte de la otra rubia solo para sacar excelente calificaciones, las usaba tanto a ella como a su mejor amiga, pero en ese instante lo importante era encontrar otro asiento disponible,  aunque no pudo evitar escuchar los cuchicheo entre las chicas mientras buscaba un sitio disponible. —Es realmente guapo el chico nuevo—la voz chillona de una de las chicas inundó sus tímpanos, casi como si estuviera fantaseando con alguien. Ella frunció el ceño al no comprender la situación. ¿De quién andaban hablando? ¿Hay un chico nuevo? ¿Por qué siempre era ella la que se enteraba de último? Sin embargo, debía ubicarse antes de que la profesora Margaret ingresará al aula,  así que indago rápido con la vista para darse cuenta que justo al final del salón, allí está un asiento libre, pero alguien estaba en el asiento de al lado, aunque no tuvo tiempo de ponerse a detallar de quien se trataba, solo caminó apresurada, mientras que apretando los labios para sentarse en silencio, colocando su bolso a un costado del suelo. Comenzó a  sacar todo lo necesitaría en la realización de la prueba, el libro correspondiente a la materia, el lápiz y una goma de borrar por si acaso. —Me llamo Demián Smitt, un placer conocerle—se presentó de la nada la persona que estaba a su lado. La rubia giró suavemente sorprendida al escuchar la melodiosa voz de su compañero de asiento, tenía un acento diferente como si fuera extranjero, April  no sabía por qué le estaban temblando las piernas, o el por qué le iba a dar un infarto fulminante debido a lo revoltoso que se transformó el ritmo cardíaco contra su caja torácica, pero ver el rostro hermoso del chico de cabello castaño ondulado, acomodado en un perfecto copete, con facciones angelicales, unos  hermosos ojos color verde, y de contextura delgada pero con músculos que se le notaban a simple vista la ponían peor. Sin mencionar  el simple hecho de que le estaba dedicando una  sonrisa diferente entre amabilidad y algo más, algo que ella no sabía descifrar, eso la hace sentir una mezcla de sensaciones que van en aumento al conectar sus ojos azules con los verdosos de él. Ella tragó saliva lentamente, primero debía presentarse y segundo controlarse porque parecía una gelatina andante. —April Williams—habló titubeando, aunque trató de ser firme lo mejor que pudo. No obstante, el sonido horrible que emitió la tiza siendo pasada sobre la superficie del pizarrón, captó la atención de todos en el aula, al igual que una queja colectiva. La profesora, una mujer de mediana edad y cabello bastante canoso, se aclaró la garganta con fuerza como disimulando lo hecho anteriormente. —Abran sus libros en la página ciento dos, allí encontrarán las preguntas para el examen—informó dando por iniciado la prueba esa mañana. April tomó entre sus manos el bolígrafo azul, a la vez que jugueteaba con la tapa de este, anda nerviosa no solo por el test sino por las miradas indiscretas que le estaba proporcionando su compañero, haciendo que su ansiedad incremente, ella odiaba los trabajos en parejas, la mayoría del tiempo  era la que terminaba haciendo todo, aparte de que las personas que le tocaban siempre le trataban mal por ser la rara. —La segunda guerra mundial se desarrolló durante seis años y un día, tuvo comienzo el primero de septiembre de mil novecientos treinta nueve, esa es la primera respuesta—comentó por lo bajo el chico, para soltar una risa divertida. ¿Acaso se está burlando de ella? —Antes de que digas que me estoy burlando de ti, no lo hago—agregó el joven ladeando la cabeza a un costado, mientras que le observaba fijamente. Con tan solo el simple choque visual supo que todo su mundo se vino abajo, un escalofrió se transportó por la pequeña anatomía de la rubia, era como una leve especie de corriente eléctrica que recorrió su columna vertebral hasta que termino en sus omóplatos con mayor intensidad, aquello atrayendo consigo una sensación de que le estaba examinando cada rincón de su alma solo con una simple mirada pero cargada de tanta profundad, provocando que su garganta se secará, cuando a través de esos verdosos ojos; se sintió  intimidada, usurpada o interesada Fugaces escenas sin sentido pasaron por su mente como si se tratará de una película con un ritmo acelerada… Ese chico es el primer humano que despertaba su curiosidad, esa que es su mayor defecto fatídico. April como vía de escape hizo un sonido de carraspeo intencional con la garganta para tratar de centrarse en el examen como punto principal y dejar de lado todo aquello que le estaba haciendo experimentar ese misterioso chico nuevo, pero por alguna extraña razón era como si de cierta manera lo conociera. ¿Pero de adónde?  … Porque su rostro no era muy familiar a decir verdad, pero para ella sí.  —Es mejor que continuemos—susurró ella casi como un hilo de voz que se iba apagando. Pero solo obtuvo una leve  risa por lo bajo, siendo  lo único que recibió como respuesta de parte de su compañero. En ese instante se quedó completamente estática en su sitio, el bolígrafo azul que tenía entre sus manos cayó sobre la superficie de la mesa, mientras que una sensación de déjà vu se apoderó de su ser, era como si por un segundo ya ha vivido con anterioridad ese hecho, o en realidad hubiera visto esa misma reacción en el usurpador de sus sueños, aunque era ilógica a lo mejor solo era una  hipótesis imposible de su cabeza,  porque ese ser no existe. Él solo era una invención de su cabeza… ¿O no? —Les queda diez minutos para entregar, estudiantes—la voz de la profesora fue lo único que se oyó por todo el salón. ¿En qué momento el tiempo transcurrió tan rápido? Ella se alteró a darse cuenta que había perdido todo el periodo de su prueba entre sus pensamientos absurdos y sin sentido, bajo la mirada hacía donde se suponía estaba el examen de ambos. No obstante,  grande fue su sorpresa al no encontrar la hoja de preguntas con sus respectivas respuestas sobre su libro como lo había dejado. April comenzó a buscar de manera desesperada y alterada entre sus cosas, haciendo un pequeño desastre sobre su escritorio, pero se detuvo de golpe al escuchar una risa cargada de completa picardía proveniente de su compañero. Llevó sus ojos azules hacía él para darse cuenta que Demián tenía entre sus manos la hoja resuelta del examen.  No podía creer que ella le dejo todo el trabajo a él, ahora se sentía culpable por no haber ayudado por andar con sus pendejadas. El timbre sonó indicando el final del primer bloque de clases, justo cuando la profesora recogió todas las hojas. La rubia sin decir ni una sola palabra al respeto, trato de salir lo antes posible del aula, puesto que ya estaba demasiado avergonzada con él por haberle dejarle toda la carga. Por lo cual, guardo sus cosas con rapidez en su bolso, para colgarlo sobre sus hombros cuando estuvo de pie, lista para irse, y así fue estaba a punto de marcharse.   —April, eres difícil de encontrar— soltó el chico de la nada, a la vez que se puso de pie y se fue sin siquiera dejarla reaccionar. Ella se quedó inmóvil en su lugar, ni siquiera pestañó o supo cómo sentirse al respecto, solo sintió como gruesas lágrimas se deslizaron sobre sus rosadas mejillas, estaba tan confundida, pero al mismo tiempo una sensación de calidez se apodero de su pecho, al fin había escuchado las palabras que tanto anhelaba escuchar  aunque provinieron de un completo desconocido. Al fin lo habían encontrado, después de aquella larga espera… Continuará..
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