Capítulo IX

1007 Words
Un beso que roba el aliento, también te roba el alma, te transporta a un lugar en calma… April tenía alrededor de media hora tocándose los labios con la punta de los dedos , era inevitable para ella no recordar cada cinco minutos aquel fugaz beso que le dio el misterioso castaño, esa misma mañana y que después se fue sin decirle ni una sola palabra; dejándola otra vez con la sensación de angustia en su pecho. ¿Realmente se está enamorando? Él le había robado su primer beso… El primer beso puede ser tan aterrador como el último... La rubia cerró los ojos, deseaba en ese momento perderse profundamente entre sus pensamientos más felices, dejando de esa manera aquello que sentía se fuera como agua entre los dedos, pero le estaba costando demasiado cuando no podía dejar de pensar en lo ocurrido ese día, tenía todo como una película reproduciéndose en automático la misma escena. Estaba enloqueciendo… Decir que ella entendía la enorme tormenta en su interior, era una completa blasfemia; ni siquiera sabía a ciencia cierta lo que experimenta, esa enorme mezcla que la estaba consumiendo lentamente pero no podía hacer nada por evitarlo. Ya cayó bajo el encanto… La Williams se tapó con la almohada el rostro, a la vez que ahogo un grito con esta, tratando de controlarse, aunque realmente es imposible. Apretó con fuerza la almohada una vez más contra su boca, ya la frustración es más de lo que puede soportar en ese simple cuerpo mortal. Ella estaba sumamente confundida... Muchas veces en su cabeza se había hecho miles de escenas posibles con el castaño, quería aceptar aquello nuevo que esta comenzando a surgir en su interior, por el temor más grande que ha vivido constantemente en todos esos años en su corta vida de diecisiete años. Primero, fue la desaparición de su padre... Segundo, el constante bullying que paso en gran parte de su infancia y adolescencia...  Todo aquello acarreando ese estado tan profundo de soledad que tenía muy clavado en su ser, ese terrible dolor que la sumerge en un constante sufrimiento, que aún no posee una salida o eso quería creer April, porque comenzaba a ver una pequeña luz en tanta oscuridad.  Demián se estaba volviendo esa luz... Y eso la estaba aterrando de sobremanera, dado que no quería ser dependiente de alguien para sentir por primera vez paz en su vida, ella no deseaba que ese castaño se volviera en su ángel salvador en todo el caos de su interior, porque eso se esta volviendo poco a poco él para ella.  Su refugio... Los parpados de la ojiazul se cerraron solos, cayendo rendida ante Morfeo esa noche, al menos no tendría alguna pesadilla o un sueño de recuerdo, porque desde el leve espacio que quedaba entre la cortina y la ventana.  Allí, estaba él observándola fijamente, velando por el bienestar de ella como lo hace cada noche...  Él estaba más que dispuesto dejar todo por ella, ya lo había hecho una vez en el pasado y solo trajo mucho desastre, pero ahora era completamente diferente, tenía madurez, más vitalidad y sobretodo ahora contaba con el apoyo de padre, no estaba solo como ese entonces. Estaba listo para volver a conquistar a su eterno amor... Su esposa, su amada inmortal...  No obstante, percibió una nueva presencia en la habitación, casi haciéndolo voltear en la dirección que presentía allí se encontraba un hombre imponente de una armadura al estilo "gladiador"  celeste dorada con detalles rojos intensos, tenía el cabello castaño chocolate largo, bastante musculoso y de ojos color  ámbar pero con una expresión de molestia.   —Así que aquí te encuentras, hermano— la voz del hombre salió dura y tosca.  Él simplemente hizo una mueca de disgusto en sus labios, a la vez que cruzó sus brazos sobre su pecho. —¿Qué haces aquí, Miguel?—lanzo la pregunta el castaño. Solo captó una risa burlona de parte del hombre. Demián dirigió la mirada a la cama donde dormía plácidamente la rubia, sabía que tarde o temprano iba a pasar por fin la aparición de aquel ser que ha estado molestando, tumbando objetos libremente o vigilándolos a ambos en muchas ocasiones.  —Vine a recordarte tú deber, tienes que volver—comentó en un tono demandante. El castaño apretó los labios con enfado, no necesitaba que uno de sus hermanos viniera a la tierra solo para hacerle recordar cual era su obligación y mucho menos fastidiar a April, porque eso había estado haciendo eso, o cuando no le borraba los recuerdos que el castaño le proporciona para que por fin tenga el despertar espiritual. Él realmente necesita que ocurriera ese cambio en ella.  El arcángel simplemente mofo con gran sarcasmo por el gesto de "Demián".  Pero era solo el comienzo para lo que se aproxima, por lo cual ya sin más que decir desapareció, dejándolo de nuevo en la habitación con la rubia profundamente dormida ... El chico llevo lentamente una mano a su rostro pasándola con frustración, realmente esperaba que ocurriera tarde o temprano esa situación, ya la veía venir de parte del arcángel de la guerra. Aunque sabía con claridad que no le va a hacer caso, porque él ahora sí tenía una cosa bien decisiva.  Iba a luchar por el amor de su existencia, contra los que sean. Caminó a pasos moderados hasta la cama donde yace April dormida, y de esta forma desplazar su mano lentamente sobre la mejilla rosada de la chica, mientras él estuviera vivo en cualquiera de los planos existencial la protegerá sin importarle perder su propia vida, no volverá a cometer el mismo error dos veces, ya aprendió la lección. —Tú no te irás, mi amor, y si te fueras, aún yéndote, mi amor, jamás se irías—murmuró el chico, a la vez que se inclinaba hacía el rostro de la dama. Él plasmo un casto beso sobre sus labios. Ya era un hecho que estaba dispuesto a cualquier cosa por ella...    Continuará...   
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