+ALEJO+ Estaba en mi oficina, de pie frente al ventanal. La ciudad de Londres se extendía bajo mis pies, un vasto tablero de ajedrez donde yo movía las piezas. Pero mi mente no estaba en fusiones o adquisiciones. Estaba en una pasante, y en la urgencia de mi entrepierna. —Mírate —dijo Marcus, recostado en uno de mis sofás de cuero, riendo sin pudor—. Estás a punto de reventar una alfombra esperando a esa mujer. Abandónala. Es una chica de mami. Un dolor de cabeza. Giré mi copa de whisky vacía, aunque era demasiado temprano para beber. —Sí, Marcus. Es una chica de mami —dije, mirando la ciudad, pero pensando en el hilo dental roto que guardaba en mi bolsillo—. Pensé que vivía sola, medio independiente, una rebelde. Y... es distinta. Es una chica, apenas. No sé en qué estoy pensando. Soy

