La atmósfera en el apartamento de repente pasó de consultorio médico a una pijamada universitaria muy subida de tono. La película Cincuenta sombras más calientes empezó, y con ella, la lengua de Lily se soltó completamente.
—¡Ay, por favor! —exclamó Lily, apenas Christian Grey apareció en pantalla con su típica mirada intensa—. ¿Por qué los millonarios siempre tienen que tener ese aire de "voy a poseerte con mi dinero"? Es tan cliché.
—Bueno, el cliché funciona —respondí, dándole un mordisco a la carne.
—¡A ti te funciona! —me pinchó Lily, dándome un codazo suave en la pierna sana—. Vienes tú, una pasante, y te enganchas al CEO más posesivo y caliente de Blackwood. Eso no es un cliché, es un jackpot dramático.
—¡No estoy enganchada! —protesté, sintiendo que la sangre me subía al rostro
