Isabella se sube a su auto, está molesta, por no tener suerte ni con la asistente de Axel, se queda meditando un momento, mira hacia el lado del copiloto, recoge algo brillante del suelo. Es una pulsera y lo que le llama la atención es que es de oro puro, se cuestiona cómo una simple asistente posee algo tan costoso. Llega al hotel y lleva muchas preguntas en su mente, al abrir la puerta de su habitación se asusta al ver un hombre sentado en el mueble principal.
—¡Me asustaste!
—Te estaba esperando, ¿por qué tardaste tanto?
—No sabía que vendrías. Estuve con la asistente de Axel.
—¡Con la rubia despampanante!
—¿Qué, te interesa esa mujer?
—¡Celosa! Yo solamente tengo ojos para ti. —ella se sienta en las piernas de Hugo— ¿Qué averiguaste?
—Nada, esa mujer no me dijo nada, es estúpida
