CAPÍTULO TRES

1293 Words
Al día siguiente, me despierto con un millón de pensamientos dando vueltas en mi cabeza. Uno es el que más sobresale: lo que dijo mi mate anoche. ¿Por qué diría eso? ¿Qué quiere decir? Bajo las escaleras después de refrescarme. Me entristece dormir a solas. De hecho, pensé que íbamos a dormir en la misma habitación. Sé que los compañeros completan el proceso de apareamiento horas después de encontrarse. Bajo las escaleras y encuentro a una hermosa morena parada en el pasillo. —Buenos días, Luna—dice con una suave sonrisa. —Hola. Y todavía no soy tu Luna—digo, devolviéndole la sonrisa. —Pero eres la mate de nuestro Rey Alfa. —Sí, pero no he sido marcado por él—digo, mostrándole mi cuello. —Aún así, debería llamarte Luna. —Realmente no. Podríamos discutir todo el día si deberías llamarme Luna o no. ¿Puedes decirme quién eres y por qué estás aquí? —digo, yendo al grano. —Mi nombre es Ana. Soy compañera de la beta. Estoy aquí para llevarte a desayunar. —Vaya. ¿Por qué no puedo desayunar aquí? Recuerdo haber visto una cocina cuando Dan me mostró los alrededores. Fácilmente podría cocinar algo para mí. —Desayunamos en la empacadora para que puedan hacer un recuento. —¿El desayuno es obligatorio por aquí? —Pregunto. —No, pero es necesario asistir. ¿Y por qué nadie querría desayunar? ¡Es la primera comida del día! —dice, emocionada. —A veces es posible que no tengas hambre. —Eso es cierto. Deberíamos irnos para no llegar tarde. —Está bien, vamos—digo siguiendo a Ana mientras nos lleva afuera. Llegamos a otro gran edificio de dos plantas. Esta debe ser la casa de empaque. Entramos y nos detenemos en un enorme comedor. La mesa parece que puede albergar hasta veinte personas. —¿Todos comen juntos? —Le pregunto a Ana. —Realmente no. —Explique por favor. —El Rey Alfa come con sus funcionarios mientras que los miembros de menor rango comen entre ellos. —Ah, ¿y dónde nos vamos a sentar? —Miro a mi alrededor y veo que todos los asientos están ocupados. —Te vas a sentar ahí mientras yo me siento al lado de mi compañero—dice, señalando el lado derecho del Rey Alfa, mi compañero. Está sentado en la cabecera de la mesa, y pude olerlo en el momento en que entré en el lugar. —Oh—digo y empiezo a caminar hacia donde ella señaló. Alcanzo a mi pareja y puedo escuchar gruñidos de placer por estar tan cerca de él. Esta es la primera vez que Eva hace algo desde que llegamos. “¿Cómo te sientes?” le pregunto a Eva. Ella resultó gravemente herida durante la pelea. Estuve en forma de lobo todo el tiempo. “Estoy bien, gracias a sus médicos humanos”. “Está bien.” “¿Por qué nuestro mate se ha negado a marcarnos?” “¿Por qué me preguntas como si supiera la respuesta?” pregunto. “Estoy segura de que está enojado con nosotras porque saliste con ese estúpido chico humano.” “Él no es estúpido, pero, oh, ¿qué estoy diciendo? Sí, tienes razón, Matt es estúpido. Pero no creo que el Rey Alfa sepa que salimos con alguien”. “No te preocupes, no lo verás por mucho tiempo”, le aseguro. “No puedes imaginar lo alegre que estoy de escucharte decir eso”. Vuelvo a mis sentidos después de hablar con mi lobo cuando escucho a mi pareja hablándome. —¿Te vas a quedar ahí todo el día o te vas a sentar? —dice en un tono duro. Todavía no sé su nombre. No le importaba presentarse a mí. ¿Por qué me habla tan groseramente todo el tiempo? —Siéntate—dice, y tomo mi asiento. —Estar sentado aquí no significa que lo que dije ayer haya cambiado. Sería sabio que recordaras eso. —Nunca supuse. —Bien, porque nunca voy a hacerte mi Reina. No necesito una Luna. —¿Por qué? —Estoy sorprendida. Sé que puede que no sea la mejor peleando, pero siento que soy una loba fuerte y digna de ser Luna. —Porque no necesito que una mujer me ponga las cosas difíciles. —¿Cómo haría las cosas difíciles? —Lo único que aportan ustedes las mujeres es debilitar a los hombres. —¿Cómo? —No necesito explicarte todo. Mi decisión es definitiva. Nunca te haré Luna Reina. —Si no planeas hacerme Luna Reina, ¿por qué estoy aquí? —Para asegurarme de que no te conviertas en un lastre. —¿Perdóneme? —Me escuchaste—dice, sus ojos oscuros permanecen clavados en mí. Estoy desconcertada. ¿Qué clase de mate dice eso? Las mujeres no son débiles. ¿Qué lo hizo tan superficial? El desayuno fue incómodo. No pude comer nada porque estaba enojada todo el tiempo. Estoy en los jardines ayudando a Ana con sus flores. Vio lo deprimida que estaba después del desayuno y me preguntó si quería ayudarla. Estamos atendiendo sus rosas cuando me doy cuenta de que los hombres están fuera del entrenamiento y mi pareja los está guiando. Lo admiro. Está sin camisa y sudando. Parece que su cuerpo brilla bajo el sol. Sus seis abdominales brillan como el sol en mi cara. No puedo imaginar cómo se sentirían sus músculos debajo de mis dedos. Cada vez que se flexiona, siento que me enamoro de él, aunque el vínculo de pareja juega bien con mis reacciones. Una vez que terminamos con las flores, caminamos de regreso a la casa del Alfa para encontrar algo para comer. No encontramos nada preparado en la nevera, así que decido cocinar. Mientras preparaba la comida, estaba tan absorto en mi conversación con Ana que me corté por error. —Oh, lo siento—dice Ana. —Está bien. Es solo un pequeño corte y sanará antes de que te des cuenta—digo y coloco mi dedo cortado debajo del agua para lavar la sangre. —Lo sé, pero aún dolerá antes de que sane. —No te preocupes, estoy bien. Mi compañero me interrumpe, exigiendo saber lo que pasó: —¿Dónde estás herida? —demanda, mirando mi cuerpo de pies a cabeza. —No estoy herida. —Sentí tu dolor, a través del vínculo—gruñe. —Fue una pequeña herida de cuchillo—argumento. —Si no sabes cómo usar un cuchillo, entonces no lo uses—dice. Guau. Creí haber escuchado lo peor esta mañana. Ahora está enojado porque usé un cuchillo. Estoy empezando a pensar que me odia. —Tendré cuidado la próxima vez. No sabía que el vínculo era tan fuerte ya que no hemos completado el proceso de apareamiento. Da un paso peligroso cerca de mí, su presencia gigante se avecina. —El hecho de que no te haya golpeado hasta que no puedas caminar al día siguiente, o te haya hecho gritar mi nombre y te haya dejado mi marca, no significa que no pueda sentirte— dice. A estas alturas me ha apoyado contra la pared. Todo lo que puedo hacer es mirar esos hermosos ojos azules que están llenos de oscuridad. Puedo sentir mis partes femeninas reaccionar con cada palabra que dice. Él puede hacerme enojar en un momento y más que caliente por él al siguiente. Este hombre quiere matarme. —Tendré mucho cuidado la próxima vez—digo. Estoy jadeando. Puedo sentir mi aliento rebotando en mí, debido a lo cerca que estamos. —Bien—dice y se aleja.
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