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1017 Words
Capítulo 3 En el auto a casa. Cuando Mateo la tomó de la mano y la sacó de la pista para que no le pasara nada, no sabía todo lo que pasaría esa noche entre ellos. No estaba claro si en algún momento se arrepentiría de hacerlo, pero este suceso le llevaría a evaluar todo lo que él pensaba como verdad hasta ahora. Nada volvería a ser lo mismo ni para él ni para ella y solo unidos podrían sobrellevar lo que la vida les tenía preparado para el futuro. Tomados de la mano, la condujo entre la pista de baile, esquivando a toda la gente bailando hasta la puerta de entrada del antro, para después de salir caminar más despacio hasta su vehículo que estaba aparcado a las afueras de la discoteca. Como Sabrina iba tambaleante por la acera, con miedo de que se cayera y se lastimara, Mateo la tomó de la cintura para guiarla todo el camino hasta el auto. Al llegar a su vehículo la ayudó a subirse en él y le abrochó el cinturón de seguridad mientras Sabrina se reía porque ella no pudo hacerlo por sí misma, aunque lo intento varias veces, pero el alcohol no la dejaba. Por eso, al ver que ella no podía, fue él quien lo hizo. Después de cerrar la puerta del acompañante, Mateo fue hasta el lado del conductor y entró en el auto, se puso el cinturón de seguridad también y encendió el coche, no obstante se quedó en el lugar. Aun en su estado de ebriedad, Sabrina le pregunto: -¿Qué pasa? ¿Por qué no arrancas? ¿Estás seguro de que puedes conducir? ¿No tomaste alcohol tú también adentro? La marea de preguntas que ella le hizo al ver que no conducía fue enorme, lo que lo divirtió un poco. -No llegué a tomar nada, no te preocupes. Te vi bailando y me acerqué a ver que hacías allí. Le explicó Mateo mientras la veía a los ojos. -Pues estaba festejando mi cumpleaños. La respuesta de ella lo extraño. -Creí que no te gustaba celebrar tu cumpleaños. Le dijo al recordar como habían sido los últimos cumpleaños de ella. Sabrina siempre estaba de mal humor en ellas. -No es que no me guste mi cumpleaños, solo me pone incómoda el estar entre ustedes. Reveló ella al verlo confundido por sus palabras. -¿Entre nosotros? Cuestionó sin entender a qué se refería ella. -Sí, ya sabes. Verlos tomados de la mano, acariciarse, las cosas de pareja. -¿Dices que te incomoda ver a tu hermana y a mí siendo cariñosos? Preguntó Mateo extrañado, completamente confundido por lo que Sabrina le estaba diciendo. ¿Por qué a su cuñada le incomodarían esas muestras de cariño con su esposa? -Sí, ustedes me ponen incómoda, quiero lo que tienen para mí también. No entendiendo nada de lo que ella le decía, Mateo, interpretó que Sabrina quería una relación como la que tenía él con Estefanía, sin entender el verdadero trasfondo de que, en realidad, Sabrina lo quería a él. -Ya encontrarás a alguien que te quieras mucho y que tú también lo quieras de la misma forma. Estoy seguro de que ambos podrán ser muy felices. Le dijo tratando de que ella comprendiera que solo era cuestión de tiempo antes de que encontrara a la persona de la que se enamoraría. -Yo no quiero a cualquiera. Después de decir eso, Sabrina se negó a seguir hablando con Mateo. Incluso se durmió mientras él hacía que el auto se moviera e iban en dirección hacia la casa de ella. Al llegar a casa de los padres de Sabrina, Mateo le desabrochó el cinturón de seguridad y empezó a tocarle el brazo para que se despertara. Cuando Sabrina abrió los ojos le sonrió al verlos allí a su lado. Para ella era un sueño hecho realidad, el pasar, aunque sea un pequeño tiempo con él. -¿Ya llegamos? Le dijo todavía un poco confusa por el alcohol en su sistema, viendo a todos lados. -Si lo hicimos. Baja que te acompaño a la puerta. Le dijo él tratando de abrir su puerta; sin embargo, antes de que pudiera jalar la manija para bajar, ella lo detuvo. -No hace falta, solamente observa desde aquí que entre y ya está. -De acuerdo. Desde aquí te miro. ¡Nos vemos otro día! Le dijo un poco dudoso mientras se despedía, pero no la contradijo, pues, se veía toda la entrada desde donde él estaba, por lo que se aseguraría de que ella entrara. Sin pensarlo ni siquiera una solo vez Sabrina se acercó a darle un beso de despedida en la mejilla, rápidamente la boca de ella se acercó a la cara de Mateo, pero debido a la velocidad y al haber cerrado los ojos no fue allí a donde se dirigió como tenía pensado hacer, sino a la boca de él. Era tanta la sorpresa de Mateo por la situación en la que se encontraba, que no se pudo apartar ni decir nada en lo más mínimo. Sabrina estaba allí dándole solo un simple beso de pico en sus labios, pero este le removió todo por dentro. Una corriente de electricidad parecía estar pasando por todo su cuerpo haciendo estragos en todo su ser. Algo inaudito ya que había dado muchos besos y había tenido muchas veces sexo antes, pero jamás se sintió como lo estaba haciendo en este momento. Cuando ella se separó, solo unos segundos después, aun sin darse cuenta de lo que había hecho, le sonrió a Mateo. -Gracias por traerme hasta mi casa. Te veré después y te lo compensaré de alguna manera. Después de una pequeña risa por sus propias palabras, ella salió del auto y se fue acercando de a poco hasta la puerta de su casa, aun tambaleante. Cuando por fin abrió, se dio la vuelta y lo saludó con la mano para posteriormente entrar y cerrar la puerta, dejando al hombre en el auto hecho un manojo de nervios, por lo que paso esta noche con ella.
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