Capítulo 2: Caída.

1602 Words
      28 de Septiembre de 2018.     Abigail.     —Me tengo que ir—le dije a los tórtolos que ya no me estaban haciendo caso.   —Podemos ir contigo—dijo Nathan.   —Oh no, no se preocupen chicos, iré caminando. Mi casa está cerca y es temprano—no era temprano y no estaba cerca mi casa, además de que le dije a mis padres que me quedaría con Clío así que ni andarán pendientes de que llegue.   Claro que no creo que ella duerma hoy en su casa, así que ahora si me pasa algo malo puedo culpar a Clío por ello y estaré muy enojada si es así.   —Mmm, ok. Ve con cuidado Abi—Clío tenía sus dudas y es que prácticamente me pierdo en cualquier lugar, pero como dije si eso pasa será su culpa.   —Sí señora. Cuídense chicos, en el buen sentido—mi amiga me envió una mirada de cállate.   Salí de la casa tratando de evitar a todo el mar de adolescentes que había y cuando lo logré alguien me tomó del hombro llevándome al patio trasero.   —Oye Daniel, hay otras maneras de que alguien te siga—dije cuando nos detuvimos.   Ya me había bañado y no quería hacerlo de nuevo por culpa de este baboso.   — ¿Por qué Clío está con Nathan?—me reprochó.   —Tú dijiste que tenías un acuerdo con Nathan.   — ¿Y? ¡Tú y yo teníamos un trato!   —Sí, el trato era traerla, no que estuviera contigo—dije fastidiada, solo quiero largarme de aquí, ponerme mi pijama y dormir.   La música era alta, todos estaban alcoholizados y me perdí un buen capitulo de mi programa por esto, merezco irme a descansar.   —Bien pues el trato se cancela. Mandaré tu foto a todos—dijo sacando su celular.   ¡Mi reputación!   Un momento... yo no tengo reputación, son contadas las personas que me agradan aquí. ¡Estoy segura de que he hecho peores ridículos que ese!   — ¿Sabes qué? ¡No me importa! Disfruta tus próximos meses sin sexo—dije, le saqué mi bonito dedo de en medio y me di la vuelta; pero cuando empecé a caminar sentí su pie interponiéndose en mi camino.   Para mi maldita fortuna caí en el asfalto.   No pasto, no alberca, asfalto. Por suerte puse mis manos para no golpearme en la cara pero me raspé mi rodillita y les diré que arde como el infierno que se entierren las pequeñas piedras en mis rodillas. Vi mi rodilla ensangrentada, traté de pararme y no pude por ardor. ¡Y no! ¡No exagero! Bueno, tal vez sí pero si arde.   Daniel estaba sorprendido de lo que había hecho y en una pelea mental por ver que hacía.   —En vez de quedarte como estúpido ayúdame, carajo—todavía no me podía parar.   Salió de su trance y me levantó por los hombros. Al menos ya tengo otro punto para mi lista.   —Perdón te juro que no quería hacer eso—dijo mientras me levantaba— ¡bueno si quería pero tenías que caer en el pasto!   —Si verdad, porque no calculo bien el lugar donde voy a caer cuando me ponen el pie—empecé a cojear hacía la salida del patio deshaciéndome de su agarre.   — ¡No te puedes ir así! ¡Se te puede infectar!—este chico está más alterado que yo—vamos adentro a curarte.   Me volvió a tomar del hombro pero me hice a un lado para que me soltara.   — ¿Qué? No, nadie me verá entrando contigo a donde sea aunque estuviera muriendo.   Sí sentía que me estaba muriendo pero no lo admitiré. Comencé a cojear de nuevo a la salida.   — ¡Pero tengo que curarte eso! ¡Ni si quiera puedes caminar bien!—me estaba siguiendo.   — ¡Entonces idea algo!—volteé a verlo y parecía que estaba pensando. Vaya milagro, esperemos que no se tarde años.   —Ahora vuelvo—entró a lo que parecía ser su cochera y sacó el casco de una moto.   —Ah no, no iré a ningún lado contigo en tu moto—no le importó lo que dije ya que me puso el casco y metió mi cabello ahí—. ¿Qué haces?—me ignoró.   Me va a secuestrar, sí eso va a hacer y me va a dejar botada por ahí para que no lo demande. Ay Diosito, ya valí.   —Nadie sabrá que eres tú con el casco y mi chamarra tapando tu cara y ropa—dijo poniéndome su chamarra tapando casi todo mi vestido—. Vamos a mi cuarto.   — ¡Iugh!—retrocedí unos pasos.   Mamááá, ahora me quiere violaaar.   —Ahí hay un baño con un botiquín—dijo rodando los ojos y me cargó en sus brazos. No puse objeción, en estos momentos me siento como una princesa y algún día me burlaré de él.   Iba a disfrutar cada detalle de esto, comenzando con que su chamarra olía muy bien y le iba dando pataditas en las piernas, hay que sacar el lado positivo de todo.   —Deja de hacer eso—se quejó le pegue más fuerte.   Entramos a la casa y al parecer nadie nos notó, subimos las escaleras y a punto de entrar, a lo que supongo era su cuarto, salió alguien de la habitación de al lado.   —Dan, ¿qué haces?—era Nathan.   Madre mía, ya valió. —Mi amiga estaba en la moto, luego se cayó y ahora tengo que curar su rodilla—yo hice un gesto con mi mano de saludo tratando de tapar su mala mentira.   Para inventar excusas solo yo sirvo.   —Ok...—el iba a decir algo más pero Daniel me llevó a su cuarto y cerró la puerta.   Acto seguido me llevó a su baño y me sentó en la taza.   —Sabes que eres un mal mentiroso, ¿verdad?—dije quitándome el casco.   —Oye no me juzgues, no todos queremos actuar—estaba buscando su botiquín en el lavamanos.   — ¿Cómo sabes eso?   Desde que tengo memoria siempre quise estar en alguna pantalla, ya sea grande o chica así que mi plan de vida hasta ahora es estudiar artes escénicas.   —Hay que conocer bien a tu enemigo—mientras él hablaba deje su casco y chamarra en el piso.    — ¡Oye! No dejes eso tirado.   Oye no, nadie me grita.   —No tienes derecho de reclamar algo—señalé mi rodilla.   Se hincó delante de mí y durante veinte minutos solo me puso cosas que ardían, al final me puso una venda.   Guardó todo y salió, luego entró con una playera de él, o eso supongo porque es demasiado grande.   —Ponte esto para dormir—dijo recogiendo su casco y chamarra del piso.   —No me pienso quedar aquí—me levanté de la taza del baño, mi rodilla dolía menos.   —No te pregunté.   — ¿Por qué tendría que qued... espera, ¿te sientes culpable?—él solo se dio la vuelta y salió del baño—. ¡Eso te pasa por amenazarme y casi matarme! Ja—cerró la puerta del baño en mi nariz—. ¡Y ahora tratas de romper mi nariz!   Maldito.     Daniel.     —Oye, aborigen, ¿tienes enjuague bucal?—dijo Abigail abriendo la puerta del baño.   —En el estante de arriba.   Tal vez me sentía un poquito culpable por haberle hecho esto pero ella se lo había buscado. Yo amablemente le pedí un favor que no le costaba nada y ella se negó así que este era su karma.   La playera que le había prestado le quedaba grande pero no lo suficiente para tapar su trasero así que cuando se agachó para escupir el enjuague bucal pude ver una parte de su ropa interior.   Esto es lo que sucede después de dos meses sin sexo, cualquier imagen es excitante.   No puedo sentirme mal porque prácticamente aceptaría cualquier propuesta de cualquier chica en este momento, no soy un ninfómano ni nada pero tengo necesidades biológicas.   Aunque Abigail no es fea, en realidad ninguna mujer lo es, solo algunas destacan más que otras y Abigail no es la excepción. Algunos chicos en la escuela hablan de ella, Clío y mi ex novia Eve, son algo así como la "Santa Trinidad" del instituto aunque los que somos más cercanas a ellas sabemos que Abigail no encaja fácilmente con ellas, no es por ser criticón o algo pero ella es más real por lo cual llama la atención de más chicos que sus dos amigas aunque una de ellas odien admitirlo.   Abigail llama mi atención de otra manera: Es demasiado molestable.   Desde que la conocí siempre la he molestado porque es muy divertido y con el tiempo ella igual lo hizo así que no tengo que arrepentirme de nada que le haya hecho. Claro que a veces es insoportable y solo quiero que se calle pero es entretenida esta rivalidad.   Ella salió del baño y yo estaba a punto de hacer alguna estupidez, como de costumbre no soy alguien que piensa mucho antes de actuar y cuando tengo que tomar una decisión solo hago lo primero que cruza por mi mente.   — ¿Que tanto me miras?—dijo mirándome fijamente con el entrecejo fruncido.   Creo que seguía enojada por lo de su rodilla.   —Nada, nada—dije acercándome a ella—estaba pensando. Ay no Daniel, detente. No podemos caer tan bajo.   — ¿En qué?—ella se estaba alejando.   —Deberíamos acostarnos.   —Sí... es lo que hace la gente para dormir...   —No acostarnos en el sentido de "acostarnos" si no acostarnos—hice señas juntando mis manos y ella me miró confundida tratando de entenderme, luego abrió sus ojos en asombro.   —Oh no, no, no. De ninguna manera, no va a pasar—a veces se le salía el inglés conmigo.   — ¿Por qué no? Piénsalo, ¡es una buena idea!—me acerque más.   Bueno Daniel ya diste el primer paso, no debes retractarte.   No Daniel, para aún puedes conseguir sexo en otro lado.   ¡No! Eso nos haría quedar como cobardes, Daniel.   — ¡No lo es! ¡Qué pasó con lo de "Contigo no me acostaría, solo con Clío"!—estaba un poco alterada. Creo que hice un desastre aquí pero debo de decir que es un desastre divertido.   —Lo de Clío fue una misión fallida, siempre está el plan B—le sonreí.   Cualquier chica ya me hubiera golpeado al llamarla plan B y lo sé me lo merezco pero en este tipo de casos mi cerebro no conecta con mi boca.   — ¡No soy un estúpido plan B! Yo nunca estaría con...—no la dejé terminar porque la tomé del cuello y la besé.   Y claro, me mordió.   — ¿¡Estás loca!?—le reclamé.   Se quedó parada unos minutos al parecer pensando.   Tal vez estaba ideando como matarme sin hacer mucho ruido. Esto no funcionó así que ya la dejaré en paz.   —Está bien, hagámoslo.   Sí, está muy loca.   ***  
Free reading for new users
Scan code to download app
Facebookexpand_more
  • author-avatar
    Writer
  • chap_listContents
  • likeADD