CAPÍTULO 3

2304 Words
Habían pasado tres días desde el accidente, en esos días Jane nunca dejó mi lado, cuando llegó al hospital y me vio despierta se abalanzó sobre mí gimoteando. Entonces, pasados los días seguía llorando, mientras yo no hacía nada porque probablemente aún seguía en shock. Por ello, mi mirada era vacía y apenas notaba lo que ocurría a mí alrededor. Todo era simplemente irreal. Susan estaba muerta. Alison estaba muerta. Daniel estaba muerto. Yo estaba viva. Ese era el único pensamiento que recorría mi mente, además de los confusos recuerdos en los que creía que Susan no conducía. Por eso, empezaba a dudar de ello. Sin embargo, había estado tan borracha, que no todos mis recuerdos de aquella noche sobrevivieron, por un lado se que baile con Max, bebí con Daniel, Susan desapareció de mi vista y Alison no dejaba de coquetear con uno de los chicos universitarios. Aunque, eso fue antes de perder la cuenta del número de bebidas, ya que desde ese punto en adelante todo se vuelve confuso, como por ejemplo las llaves del auto, ¿alguien tomó las llaves del auto? Ya no importaba. Los había perdido y estaban siendo enterrados frente a mí, mientras mi corazón se aceleraba de nuevo y el nudo en mi garganta ahogaba todos mis gritos.  Así, llena de tantas preguntas, simplemente me quede viendo como bajaban sus ataúdes lentamente, mientras pensaba que ya no los vería más y no reiríamos más, porque ya no estaban aquí. ¿Por qué? No había respuestas y por todo el estrés de la situación me dolió la cabeza de nuevo. Pase mi mano entre mis cabellos castaños del color del chocolate como decía Susan, ante ese recuerdo esa mañana antes de salir de casa me puse una boina negra solo para no ver mi cabello. Entonces, también pensé en Alison, a ella le gustaba peinarlo a cada rato de diferentes formas, pero en aquel momento seguía cayendo por mis hombros y mi espalda.  Me sostuve fuertemente de Jane pensando que al menos mi mejor amiga estaba viva y me hacía sentir mejor el saber que no fue a la fiesta con nosotros. Al final, su obsesión por los libros la había salvado, pero luego pensé en que hubiese pasado de no ser así.  Ya no importaba. Antes de que otra palabra fuera dicha, me acerque a sus tumbas sin llevar flores, el problema es que era simplemente demasiado para mi, por lo que al final retrocedí y me aleje lo más rápido que pude. Al alejarme pasé entre la gente tanto conocida como desconocida y choque contra el hombro de un chico de cabello n***o. Me detuve un momento para observar al chico que me sonreía con cierta malicia y en ese momento pensé que había algo mal en él, algo que asustaba; pero, de repente tuve esa sensación de familiaridad como si fuera alguien que conociera de hace mucho, pero no recordaba. ¿Dónde lo había visto? No podía recordarlo, así que me obligue a apartar la mirada y seguir mi camino, cosa que logré hasta que doce pasos después sentí a Jane tomar mi brazo. —¿Te encuentras bien? —preguntó llena de preocupación. —Sé que lo estaré —le di una sonrisa forzada y continúe caminando. —Sabes que estoy aquí para ti, ¿cierto? —continuo a mi lado con miedo a perderme. —Lo sé y lo aprecio, solamente necesito un poco de tiempo. Al menos hoy —pude ver cierta decepción y dolor en sus ojos al ver que rechazaba su compañía —. ¿Qué tal si mañana nos reunimos y vemos películas? —traté de levantarle el ánimo, después de todo, no solo yo los había perdido. —Eso suena bien —la luz volvió a sus ojos azules y de repente se apago de nuevo. Me detuve para observarla mejor y me di cuenta que ella también me necesitaba, algo la estaba molestando en ese momento y quería escucharlo. —¿Qué ocurre? —pregunte con falsa tranquilidad. —No dejo de pensar en lo que hubiese pasado si yo… —se detuvo para no romper a llorar en ese momento —. Debí haber ido con ustedes —declaró con  voz quebrada. —Entonces, yo habría estado al volante y… —las lágrimas finalmente llenaron su rostro. —Posiblemente nada de esto… —y se quebró por completo delante de mí y no sabía qué hacer, porque también había pensado en ello, una y otra vez. —¿Sabes qué es lo que más odio de todo esto? —dijo entre gemidos de dolor —, que me alegro de que al menos tú estés viva —la abrace porque comprendí lo que quería decir, ya que era lo mismo que sentía. Y aun así no pude llorar, aunque una pequeña lágrima apareció en mi rostro, no la sentí real, aún quedaban muchas más dentro de mí. Después de calmarse Jane accedió a dejarme sola por el momento, de modo que al llegar a casa me encerré en mi habitación. Lo más difícil de mi pequeño espacio eran las fotos, estaban en toda la habitación relatando momentos importantes como cuando Susan participó en las carreras de relevo, la fiesta de cumpleaños de Alison, nosotros en el hospital cuando Daniel se rompió un brazo. Francamente tuve que esconderlas todas para encontrar aunque sea un poco de paz.  Me senté en mi cama sin hacer nada por alrededor de una hora tratando de recobrar el aliento, pero en realidad me encontraba perfectamente, era solo mi mente la que se sentía tan cansada. Luego de un rato me dirigí a tomar un baño donde gracias al espejo empañado pude evitar ver mi reflejo, ya sabía perfectamente cómo lucía. Estaba devastada, con mi cabello revuelto, la piel pálida y unas enormes ojeras. Entre en la ducha y me obligue a estar bajo el agua fría, entonces grité y me retorcí bajo ella. No era solo sentir su frialdad lo que me afectó sino más bien fue una necesidad de dejar salir todo el peso que sentía sobre mí de algún modo. Los minutos pasaron lentamente y el recuerdo de nosotros en el auto iba y venía. Tuve que apagar mi mente, dejar de pensar y concentrarme solamente en respirar. —Elaine, tienes una llamada —llamó mi madre, media hora después desde la puerta. —Salgo en un minuto —me apresure a taparme con la toalla —, dámelo —saqué mi mano y ella puso el teléfono allí. —¿Eli? —por alguna razón sentí alivio al escuchar la voz de Max —, sé que no hemos hablado mucho. Soy un completo idiota y debí haberte llamado antes, lo siento —. Por un momento creí que había colgado porque se quedó en silencio por mucho tiempo. —Está bien —dije sin entusiasmo. —Bueno, qué te parece si vamos a una fiesta...  —¿Una fiesta? —mis amigos acababan de morir y él me invitaba a una fiesta, ¿acaso había enloquecido?  —Si, lo sé, es algo loco teniendo en cuenta la situación, pero es algo que ellos amaban hacer, ya sabes festejar y divertirse. Entonces, pensé que tal vez querías mantenerlos de esa forma en tu memoria. Y no creo que ellos querrían que te lo perdieras, o ¿sí? —terminó su emotivo discurso o eso parecía para él. —Tienes razón —aún no tenía sentido para mí y probablemente sonaba como una estúpida, pero fue una acción desesperada por mi parte. Deseaba tanto sentirme normal y por un momento hasta sentí que podría regresar todo a su curso como si fuera una regla importante a seguir. Después de aceptar la invitación busque algo que ponerme. Tome una blusa de satén negra que dejaba descubierta mi espalda y shorts blancos, a mi atuendo le añadí botas negras que llegaban hasta la mitad de mis pantorrillas. Luego fui directo al espejo y le di color a mis ojos, además llevaría el cabello suelto para mostrar mis pequeños rizos, y aparentar que me encontraba perfectamente.  Mientras me arreglaba algo llamó mi atención, el espejo ahora reluciente del que estaba segura de no haber limpiado antes, a lo que debo agregar que no es como si compartiera mi baño con alguien más y estuve todo el tiempo en mi habitación, y nadie entró. Tal vez lo limpie, seguramente lo hice y no lo recordaba, me lo repetí dos veces. —Mejor me voy antes de que enloquezca —pensé en voz alta.  La casa de Ana no se encontraba muy lejos de la mía, por lo que había decidido caminar y rechazar la oferta de Mark sobre recogerme en su auto. No deseaba que me llevara, pero en realidad tampoco quería ir en auto porque desde el accidente me asustaba, el pánico se encendía en todas las articulaciones de mi cuerpo, aunque no había recuerdos, solamente temor. Camine por las calles oscuras y note que no se encontraba mucha gente por los alrededores e incluso podía escuchar mis pasos. Tome el camino largo para encontrar un poco de paz y por fin sentí que podía respirar, aunque mi pecho no dejaba de sentirse pesado. El viento me tarareaba canciones que me hacían querer olvidar todo y seguir adelante; pero, necesitaba un poco más de tiempo. ¿Me haría bien ir a una fiesta? Me detuve y miré atrás encontrando que el camino de regreso a casa me llamaba. Regresa, regresa. Ni siquiera sabía a dónde regresar. —¡¿Eli?! —La voz sorprendida de Jane me obligó a regresar mi mirada al frente —, creí que necesitabas estar sola —dijo en tono severo. —Eso quería, pero no estaba haciéndome ningún bien —expliqué sintiéndome culpable. —Bien, entonces entremos juntas —propuso no muy emocionada. Me arrepentí al segundo en que atravesé la puerta, no estaba lista. ¿En qué estaba pensando? Me gire llena de pánico, lista para correr de regreso a casa. —Llegaste —Max tomó mi mano y me abrazó. —Sí, lo hice —sentí tambalearme. Mis pasos eran vacilantes y nadie lo notaba porque solamente se enfocaban en mi rostro e ignoraban todo lo demás, la mayoría se sentían incómodos por mi presencia y buscaban cómo alejarse. El lugar se encontraba repleto y me asfixiaba. Trate de ignorarlo e intente bailar un poco, lo que obviamente no se sentía bien. ¿En qué estaba pensando? Me repetí.  —No pienses en nada —dijo Jane como si fuera otro susurro dentro de mi cabeza y me sentí extraña, como si algo me empujara a olvidar. Puse mi mente en blanco y deje que la música me guiará mientras me decía a mi misma que no estaba bien olvidar; pero, tampoco parecía malo. Max me sujetaba cada vez más cerca y recordé a la chica con quien bailó en la fiesta, ¿ya lo había perdonado? Ni siquiera tuve tiempo para ello porque Jake me entregó una bebida y no me detuve a preguntar que era. El líquido quemó mi garganta, ayudándome a olvidar otros dolores más profundos y fue hasta que me encontré rodeada de gente, entre ellos Jane, Max, Jake, Ashley la chica tonta, Daniel… —¿Daniel? —susurré. Me detuve e hice mi camino hacia él sin lograr alcanzarlo, porque caminaba lejos de mí y entre toda la multitud, mientras lo seguía me tropecé con algunas personas. Era cada vez más difícil alcanzarlo, pero estaba segura de que era él puesto que llevaba su chaqueta de cuero negra de la suerte; además, tenía sus cabellos rubios enmarañados, la misma altura y complexión delgada. De repente alguien me empujo y caí al suelo perdiéndolo de vista, ¿Dónde estaba? No podía perderlo de nuevo. Algunas personas me ayudaron a levantarme y aun así seguía desestabilizada. Lo busque de nuevo con la mirada hasta que vi su cabeza cerca de la puerta y corrí a él. Cuando llegué descubrí que no había nadie en la salida. ¿Realmente lo había visto? Como respuesta seguí caminando y me negué a rendirme. Salí de la casa y finalmente lo vi sumergirse en la oscuridad, así que me apresure de nuevo y lo llamé mientras corría. —¡Daniel! —grité, pero no se detuvo. Mis piernas eran cada vez más pesadas mientras más me acercaba. Choqué contra algunas ramas y lo llame de nuevo cuando noté que las sombras de los árboles hacían más difícil mi tarea y me obligaban a mirar a todos lados con desesperación. Entonces percibí movimiento detrás de mí y caminé lentamente. Allí estaba él. —¡Daniel! —grité de nuevo y él se detuvo. Yo también lo hice. Empezó a girarse poco a poco, pero ya no era Daniel sino Alison, quien se encontraba allí mirándome con sus ojos tan marrones como los recordaba. Su cuerpo estaba lleno de sangre, llevaba el mismo vestido rosa de aquella noche y caminaba hacia mí con paso seguro. Estaba llena de horribles heridas, su brazo parecía roto y sus ojos permanecían fijos en mí, lo que me produjo terror. Entonces, extendió su mano hacia mí y el pánico me llevó a retroceder. —Esto es tu culpa —me dijo con una voz extraña —, déjanos salir… —¡No! —llevé mis manos a mi cabeza o eso intente, pero no podía controlar mi cuerpo, que se sentía más pesado de lo usual —. No —gimoteé, mientras caía al suelo. Luces parpadeaban en mi cabeza y la voz susurrante de alguien llenaba mis oídos mientras rogaba que hiciera algo que no lograba comprender, hasta que cedí y todo se volvió n***o.
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