Capítulo 8 Completo

1501 Words
Me lavé la cara dos veces esa mañana porque no sentía que pudiera despertar, el día anterior había trabajado demasiado después de la reunión. Caleb evitó el tema sobre lo sucedido, y se concentró de lleno en el trabajo. Aunque lucía como si estuviera bien, me pidió quedarme con él todo el tiempo, comprendí que mi presencia lo calmaba un poco. Entonces, cuando terminamos de trabajar, fui a comprar incienso para su oficina, con la esperanza de que aquello ayudará un poco. Con eso en mente, me había levantado más temprano de lo normal y fui directo a la oficina con una caja llena de cosas que pensé podría aligerar el ambiente y mejorar la situación. Por supuesto, preferí hacer uso de las escaleras de emergencia para poder llegar a mi destino, no quería hacer demasiado uso de mi suerte o podría malgastarla antes de tiempo. Me sorprendió un poco no ver a Caleb Dumas allí, a veces pensaba que él vivía en su oficina; pero era fácil comprender ahora que tenía otro lugar en donde esconderse. Entonces, ya en la oficina pensé en dos sitios estratégicos para poner el incienso y abrí todas las ventanas con la esperanza de que el aire también se llevara todo lo malo, necesitaba deshacerme de las malas energías si podía. Mientras organizaba todo encontré una caja con las piedras que le había pedido el primer día, y me puse a revisarlas una por una ideando un plan para ellas. Como resultado, puse una de las piedras de cuarzo en el escritorio del jefe y otra en mi bolsillo. Mientras realizaba todo aquello, sentí una brisa fría atravesar la oficina, pero no pudo quedarse lo suficiente. Sabía que se trataba de una amenaza, algo me estaba rondando bastante molesto por mi atrevimiento. Así que me puse en estado de alerta, con cabeza en alto y postura llena de seguridad, sintiendo que la delgada piedra en mi pecho vibraba contra mi piel. No sentí miedo, porque siempre sabía de acuerdo a la vibración a qué tipo de peligro me enfrentaba, y no se trataba de uno muy grande. Mi padre me había dicho más de una vez, que mientras mis sentimientos estuvieran controlados en ese tipo de situaciones todo estaría bien. Los espíritus podían aferrarse a los sentimientos, según su motivación y podía sentir que la ira era lo que más motivaba aquél présente, eso fácilmente le daría el poder de quedarse allí. Por eso mismo puse un poco de música tranquilizante, esperando crear el ambiente perfecto para espantar al espanto mismo. —¿Se puede saber qué estás haciendo? —preguntó mi jefe apenas llegó, mientras miraba atónito su oficina completamente iluminada, se veía completamente diferente a lo usual —. ¿Estás aplicando alguna técnica oriental o algo parecido? —Oh... Tal vez debí hacer eso —dije con cierta burla para aligerar su humor, y él me miró confundido. —Vamos, lo he hecho por una razón… Y me he esforzado bastante —dije un poco cansada y me senté en el sillón de la oficina —. Por cierto, para hoy tienes una agenda bastante pesada. —¿La tengo? —preguntó y revisó su reloj de muñeca —, creí que era mañana —comentó un poco molesto —. ¿Qué es lo que va primero? —La visita a la fábrica, se supone que debe dar un discurso… —informé y él me miró con cara de que lo había olvidado por completo —, discurso que debo asumir no existe… —Inventaré algo sobre la marcha —dijo restándole importancia. —Intentaré escribir un borrador, usted puede corregirlo sobre la marcha si quiere —dije y busqué un papel en blanco, estaba orgullosa de tener una buena escritura a mano, así que confié en mis habilidades. —¿Luego va la visita a la fundación? —me preguntó, mientras yo escribía lo primero que se me venía a la cabeza. —Sí, al menos los regalos ya habían sido pedidos con anterioridad —le informé —, no tenemos mucho de qué preocuparnos por ese punto —aseguré —. Pero, sobre la cena con los directores de junta… —Lo vamos a saltar, siempre me salto esa cena y nadie dice nada, nadie se molesta por ello y me envían el resumen sin falta al día siguiente —explicó. —No creo que deba hacerlo este mes —le dije y me miró con curiosidad —. El mes pasado hubo algunos despidos, de modo que hay gente nueva y… Podría resultar contraproducente que no los conozca y que no tengan relación con su jefe, ¿sabe cuánta gente ha sido despedida de su propia empresa antes? —Es cierto —comentó sorprendido —. Está bien, iré este mes, prepara un resumen de los temas importantes… También quiero información sobre los nuevos empleados —ordenó —. Por cierto, buen trabajo… La oficina se siente más fresca —me felicitó y se quedó mirando las ventanas con tranquilidad. Me apresuré a terminar el discurso en pocos minutos, para luego entregárselo y que él procediera a corregirlo. En ese momento contacté a los encargados de la reunión para confirmar asistencia, y también confirmé que los regalos estuvieran en camino y fueran la cantidad correcta que se pidió. Poco después tuve que salir de la oficina para recolectar la información que me había pedido, le envié todo a la tableta empresarial para no gastar papel y llamé para pedir que tuvieran el auto listo para el jefe. En el auto revisamos juntos el discurso de nuevo, y puse en el bolsillo de su abrigo una de las piedras que había comprado. La visita a la fábrica no fue mal, nos mostraron todo el proceso de fabricación y ensamblaje, y Caleb dio algunas sugerencias para mejorar la calidad de vida de los empleados. Mientras lo veía interactuar me daba cuenta que estaba trabajando con un hombre bastante inteligente, que se preocupaba por todos sus trabajadores por igual, y deseaba poder mejorar su compañía para seguir generando empleo. Me encontré a mi misma admirándolo, lo vi con nuevos ojos y la sensación de que era un hombre con muchas facetas que quería llegar a conocer. En ese mismo momento olvidé todo sobre la maldición, era simplemente la secretaria de un hombre con muchas responsabilidades, un ser humano con muchas imperfecciones que intentaba dar lo mejor de sí para quienes dependían de él. Aplaudí como todos cuando dio el discurso, y sonreí mientras estrechaba manos y se despedía de todos, pensé que la vida podría ser así de sencilla si solamente nos olvidáramos de todo lo demás. Viví en un sueño irreal por varias horas, cuando llegamos a la fundación y entregamos los regalos a los niños, se tomaron muchas fotografías al respecto probablemente para el departamento de relaciones públicas. Entonces, nos preparamos para la reunión y tuve una extraña sensación, como cuando sabes que todo va a salir mal. —Caleb —lo llamé antes de que saliera del auto, y él me miró sorprendido —, puse una piedra en el bolsillo de tu abrigo —le indiqué y él metió la mano para comprobarlo —, si vas a quitartelo, ponlo en el bolsillo de tu pantalón. —Está bien —me dijo, y lo hizo de inmediato. —Si sientes algo extraño inventa una excusa y nos iremos de inmediato —aconsejé. —¿Pasa algo malo? —No, pero tengo… Tengo un mal presentimiento —, fui honesta con él. —Entonces, tendremos cuidado. Caleb Dumas salió del auto y yo lo seguí con vacilación, nos fuimos juntos a la sala de reuniones y ambos preferimos subir las escaleras. —No tienes caso temerle al elevador, también podría pasar algo en las escaleras —comentó él mientras ascendíamos —. Lo sabes, ¿verdad? —No quiero morir en un elevador —le dije —, aunque de todos modos no moriré aún… —¿Qué quieres decir? —preguntó curioso. —Tu tienes tu maldición, yo también tengo la mía, ambas de herencia familiar —expliqué —, no puedo explicarlo muy a fondo en este momento, pero mi familia también ha tenido cosas con las que tratar y en algún momento deberé enfrentarme a ello también. —¿Entonces no puedes morir hasta entonces? —concluyó. —La muerte es más bien un término relativo; pero está en lo correcto, no puedo morir aún, y sin embargo, tampoco puedo tentar mucho mi suerte, nadie sabe lo que puede pasar mañana, todo cambia de un momento a otro —expliqué un poco asustada. —Entonces, no tentaremos a la suerte, es mucho mejor ejercitarnos en las escaleras —comentó con humor, fue bueno verlo tan tranquilo por un momento, lucía realmente de su edad y no como el hombre amargado y serio de siempre, que simplemente quería encerrarse en su oficina para alejarse del mundo.
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