Capítulo 7 Completo

1221 Words
Aquel fantasma, espíritu, demonio o lo que fuera, había intentado matarnos, de eso estaba segura y me preocupaba que se hubiera interesado por Rachel. Pero, ella parecía estar muy bien, no sentí nada extraño en ella las pocas veces que me la crucé en la entrada de la empresa. Después de lo ocurrido estaba recibiendo tratamiento terapéutico, y hasta había recibido un pago de indemnización, era obvio que Dumas quería callar el asunto, porque nadie hablaba de eso, probablemente hasta un acuerdo confidencial estuvo involucrado en el asunto. En fin, no me atreví a preguntar al respecto, solamente hice mi trabajo de asegurarme que ella estaría a salvo y no tendría que preocuparme por una persona más. Ya era suficiente con tener que habituarme a los cambios en mi trabajo, ahora estaría en el escritorio exterior donde había encontrado todas mis cosas al día siguiente. Por otro lado, a mi jefe no lo había visto, se había encerrado en su oficina por un largo tiempo y ni siquiera respondía el teléfono. Cuando ya se acercaba el mediodía, me cansé y abrí las puertas de su oficina con una taza de café para él y un postre que había traído para más tarde. Lo encontré sentado frente al computador, con los ojos rojos de no poder dormir y un semblante enfermizo. —¿Vas a encerrarte aquí para siempre? —pregunté, y me miró molesto —. No va a servir de nada —añadí. —Es mejor que te alejes… —No te escuchó, hablas muy bajo —dije, y me acerqué sin miedo para poner el café frente a él, con el pequeño postre —, come. —¿Y luego qué? —¿Acaso estás en huelga de hambre? —le pregunté indignada —, no creo que al espíritu le importe mucho, seguro si mueres hasta se pone contento. —¿No dijiste que era una ella? —me preguntó al escuchar cómo me refería a aquel. —No sabría decir si simplemente tomó la forma de una mujer, o realmente es una mujer fantasma con mucho resentimiento, o tal vez son miles en un solo cuerpo —expliqué un poco incómoda, y hasta miré de lado a lado como si fuera aparecer en cualquier momento —. ¿Quieres vivir así para siempre? —le pregunté de repente y él me miró tomando muy en serio la pregunta. —No siento que siquiera esté viviendo —me dijo —, pero, los Dumas siempre han vivido con miedo, no es como si conociera una vida diferente a esta, aunque siempre creí que podría… Siempre creí que podría escapar. Mientras me decía aquellas palabras con amargura, vislumbre una parte de él que no había visto antes. Mi jefe estaba lleno de arrepentimiento, sobre una vida que no pudo tener. Podía ver que era un hombre lleno de frustraciones, seguramente había tenido que contenerse muchas veces y hace mucho se habría rendido sobre tener una vida normal. Por supuesto, estaba segura que tenía toda una historia que Estaba dispuesta a escuchar, solamente entonces comprendería la profundidad de su herida, de su soledad. Porque los Dumas, parecían tener una historia demasiado complicada, estaba segura que su maldición se remontaba demasiados años atrás, y eso significaba que había una larga historia de que comprender para poder encontrar una solución. No podía permitir que aquel hombre se derrumbara, necesitaba que trabajara conmigo para que sobreviviéramos juntos, o que al menos tuviéramos la oportunidad de poder alejarnos. —Según su agenda para hoy, tiene una reunión en cinco minutos —le informé para poder cambiar el tema, y él me miró confundido. Entonces, procedió a mirar su reloj y lo recordó. —Necesito que prepare aquella pantalla —señaló un rectángulo que colgaba de la pared cubierto por una sábana. Le di una mirada interrogante, pero no la notó mientras intentaba arreglar su ropa arrugada y su corbata que estaba un poco floja. Así que fui hacia la pantalla y tomé una punta de la sábana para arrastrarla hacia abajo, me tomó dos intentos para lograr que cayera. Me sorprendió ver la gran pantalla, probablemente era bastante cara porque tenía un gran tamaño, y estaba tan limpia que parecía un cristal. Me pare frente a ella mirándola con detalla, y entonces me di cuenta que estaba desenchufada, por lo que procedí a conectarla con la corriente eléctrica. El dispositivo era digital, excepto por el botón de encendido, o eso parecía, y me sentí encantada de poder usar mis manos para realizar la configuración. Tenía que conectarla con la computadora principal, y revisar la cámara. Lo hice todo tan rápido como pude, y luego probamos la cámara de vídeo en tres segundos con bastante afán. Finalmente, organicé el escritorio de mi jefe lo más rápido posible mientras él comía un poco, y luego él ubicó los documentos importantes. —Debes tomar nota —me dijo, y me entregó el plato y el vaso de papel. Me senté en un costado de la oficina luego de encender las luces a su alrededor para mejorar la imagen, me aseguré que yo no apareciera dentro del marco de la cámara, y tomé nota en mi tableta sobre todo lo que decían. Por primera vez realmente sentí que hacía mi trabajo, estaba cumpliendo mi objetivo. No pude evitar sonreír mientras anotaba los temas más importantes y agregaba citas importantes en el calendario, estaba ejerciendo todo lo que había estudiado, y tal vez si todo se solucionaba podría lograr mucho más. Mientras todos seguían intercambiando opiniones y compartiendo estadísticas, vi un poco de movimiento en el rabillo de mi ojo, como una sombra que pasaba por allí. Así que revisé la hora con la esperanza de que quedará poco, pero apenas íbamos a la mitad. Tragué saliva un poco nerviosa, y entonces me levanté de mi asiento rumbo a la cafetera que quedaba dentro de la oficina. Mis movimientos captaron la atención de Caleb, y él me miró confundido hasta que algo hizo que se enderezará en su asiento. Puse un poco de agua caliente en una taza que se encontraba allí, y luego serví el café listo para revolver. Cuando estuvo listo me volví al escritorio del jefe, y caminé hacia allí sin percatarme de la cámara, simplemente intenté no correr cuando la vi detrás de él, con sus manos recorriendo su pecho y su cuello, parecía como si quisiera estrangularlo. Con calma y ante la mirada fija de Caleb y aquel ente oscuro, puse la taza frente a él, y dejé que el humo del café se esparciera a su alrededor. Mi abuela me había contado una vez cuando era niña, que el café podía servir en ocasiones como está, cuando el espíritu intentaba sujetar al hombre maldito. Supe que había servido cuando la supuesta mujer me miró con reproche y poco a poco fue retrocediendo, sabía que había hecho algo para alejarla y sentí en su mirada la advertencia de una posible venganza. El cuerpo de Caleb fue relajándose poco a poco, y yo intenté retroceder hasta estar fuera de vista. Nadie preguntó por la secretaria que había aparecido de forma inesperada, habían otras prioridades en la reunión, y Caleb Dumas sin tiempo para recuperarse tuvo que devolver su atención a ello, y continuar la discusión.
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