Capítulo 1

1078 Words
Cuando cumplí mis quince años, comencé a leer sobre el antiguo Egipto, su historia comenzó a gustarme y hasta ahora me sigue gustando. Muchos pensarán que como me gusta este tema, estoy estudiando algo similar, pero en realidad no es así. La carrera que estoy estudiando, se basa en ser docente de primaria. Desde pequeña siempre me gustaron los niños y compartir mis conocimientos con otras personas, como también aprender de ellos porque de los niños se aprende. – Nefertina. ¿Vas a levantarte a desayunar? – Ya voy mamá. Como ven mi nombre es bastante peculiar, suena como si fuera un antiguo nombre egipcio, pero les aseguro que no fue por esto que empezó a gustarme todo lo relacionado a esta civilización, sino por el simple hecho de que me pareció interesante. Leía algo sobre ella en mis momentos libres, era interesante saber muchas cosas que tal vez en un principio ignoraba. Me levanté a desayunar, sino lo hacía mi madre no me dejaría en paz, sobre todo porque soy una persona que come poco. Cuando me levanté, mi madre se encontraba desayunando al lado de la estufa, era invierno y hacía frío. Luego de que preparé mi café me senté a su lado. – ¿Cómo has dormido? - me preguntó. – Muy bien mamá. ¿Y tú? – De igual forma - respondió con una sonrisa. Hizo una pausa y continuó hablando... – ¿Tienes clases? – Sí tengo clases de historia y justo el profesor va a dar algo relacionado al antiguo Egipto - respondí emocionada. Mamá me sonrió, sabía bien lo aficionada que era de esta civilización. Me preparé para ir a clases, me despedí de ella y tranquilamente me dirigí al lugar donde estudiaba. Pero cuando voy a cruzar la calle, siento el impacto de algo y pierdo el conocimiento. Cuando desperté, lo hice en una habitación muy extraña. En un rincón de mi mente, sabía que algo me había pasado. ¿Un accidente tal vez? No estaba segura, pues me encontraba un tanto confundida. Cuando me vista se aclaró pude ver claramente como era el lugar, era una habitación humilde, nada que ver a la habitación de mi casa o bien la de un hospital si realmente había pasado ese incidente. Miré a mi alrededor extrañada, se venía a mi mente a que era un lugar donde la gente de clase baja vivía en la antigüedad y mirando más detalladamente, incluso los muebles no parecían ser de la época moderna. – Pero entonces... ¿dónde me encuentro? Estaba dispuesta a levantarme de la cama de madera, la cual tenía un colchón un poco duro, pero nada difícil de soportar. Cuando voy a bajar me encontraba sin medias y veo que el piso no es de cerámica, sino de piedra. Todo era muy extraño y yo no me daba cuenta aún de lo que estaba pasando, ya que mi cabeza yacía aún un poco confundida. Pero cuando miré mi reflejo en un pequeño espejo, eché para atrás enseguida. Mi rostro era el mismo, pero mi edad... era diferente. Di unos pasos hacia atrás de la sorpresa y casi me caigo con un balde de madera que había ahí. Parece que alguien sintió el ruido e ingresó a mi cuarto, otra sorpresa más que me llevé pues la persona que había entrado era totalmente desconocida para mí, pero me habló como si fuera familiar... – Hija, estás bien. Se acercó apresuradamente a mí y me abrazó. – Hija, gracias a los dioses que estás bien, por fin has despertado. Hija – me dije para mí misma – esta mujer me llamó hija, ¿cómo puede estar pasando esto? Ella no es mi madre... a no ser... En ese momento recordé todo y mi mente terminó aclarándose. Yo había salido de casa y me dirigía a clase de historia, cuando de repente cruzo una calle y me embistió un vehículo. Me daba la impresión de que había muerto en el acto o bien estaba internada en coma en un profundo sueño. Pero... de ser así, ¿qué hago aquí? ¿Por qué estoy en este mundo? Ni siquiera sé en qué época estoy o en qué lugar vivo, se lo tendría que preguntar a mi madre en este mundo, pero sospecharía que algo raro estaba pasando. Tal vez sería mejor que lo descubriera por mi cuenta, eso sí, tendría que encontrarme un guía. Madre aún me seguía abrazando y si yo no le digo que me suelte, no lo hace. – Madre... estoy bien, ya puedes soltarme, solo me tropecé con el balde. – Oh hija, lo siento. Es que... como hace tres días que no despertabas, no sabíamos realmente si despertarías algún día. – ¿He estado dormida por tres días? - pregunté sorprendida. – Así es hija, tu padre, tu hermana y yo. Estábamos muy preocupados. – ¿Mi padre y hermana? – Así es... Así que tengo una hermana, algo que en mi vida anterior no tenía. Los ojos de aquella mujer estaban llorosos, podía comprender de cierta forma la alegría que esa mujer sentía por ver a su hija viva, luego de verla tanto tiempo en cama dormida sin saber si iba a despertar o no. La abracé por última vez porque sentía que era una buena madre y nuevamente le recalqué que estaba bien. Por esa vez me quedé en mi habitación, pues recién había despertado y me sentía un poco débil. Nuevamente miré mi figura en el espejo, bien tenía el cuerpo de una adolescente, era delgada de estatura baja y de poca masa corporal. No presentaba síntomas de desnutrición, pero si me pareció que estaba bastante flaquita. Esto no me sorprendió, debido al lugar donde vivía, aunque no lo había visto por completo claramente se trataba de una casa humilde. Por lo tanto, mis padres no eran ricos y dudaba si pertenecía a la clase media, hasta que no conociera a mi padre, no sabría en que trabaja o bien de que subsistían. Era de noche, de mi pequeña ventana podía ver un poco el paisaje, parece que estaba viviendo en una zona desértica. Podría estar viviendo en cualquier lugar perteneciente al Medio Oriente o bien de África, pero esto no podría saberlo hasta que me ubicara bien y solo lo lograría cuando saliera de aquí. Luego de cenar una gustosa sopa que mi madre me preparó, me acosté a dormir y mi sueño fue plácidamente tranquilo. 
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