Mis lagrimas salieron de mis ojos sin aviso, mientras gemía con fuerza, está vez no me controle a mi misma como lo hice en casa de mis padres, esta vez gemí con todas mis fuerzas mientras nos movíamos como dos animales. Mi cuerpo estaba sudado cuando escuchó como se viene, rugiendo cual león en celo. Al terminar yo sigo aferrada al escritorio mientras que no siento mis piernas. Sebastián antes de salir de mí, me da una nalgada, para sentarse al lado mío. Yo no sabía si levantarme o seguir descansando, estaba sumamente agotada mientras él se subía el pantalón, para después sacar de estos unos cigarrillos. Lo prendió y fumo de él mientras trataba de recuperarse. –Espero que hayas aprendido tu lección y no vuelvas a hacer una estupidez. –Me advierte mientras le da una fumada a su cigarril

