–No deberías de esforzarte tanto. –Murmuré cuando ella se fue. –Al final del día todos somos remplazables. Suspiré y pretendí que nada había pasado, empecé a calentar con normalidad, pero cuando vi mis pies pude darme cuenta que estaban en mal estado. Aun así, me puse mis zapatillas no antes de envolver bien mis dedos, para no lastimarme, pero hoy se veía en mi cara que no tenía muchas ganas de sobresalir. Me mira al espejo dándome cuenta, que el brillo que antes tenía se había esfumado. Todo cambia cuando escuche mi celular, miró la pantalla ya que está cerca de mí, era Sebastián. Rodé los ojos y seguí calentando, hasta que poco a poco el lugar se empezó a llenar de estudiantes. Mis compañeras y amigas me saludan con cariño, pero a pesar de que son amables conmigo, yo no puedo dejar d

