Capitulo 4

1181 Words
Dure tres días en la habitación, deseosa de no controlar mi odio y mi furia contra mi marido. Sebastián trato de hacer las paces conmigo varias veces, trayéndome comida, regalos y hasta tratando de hablar conmigo personalmente, pero yo no me deje. Sabía que el hombre millonario trataría a toda costa retenerme y no acabar con este matrimonio, pero yo estaba cansada. –¡Entonces te quedaras aquí para siempre! –Me gritó Sebastián con fuerza dejando la habitación, mientras aventaba una caja con un collar realmente caro. No quería su dinero ni algo caro como una joya, quería mi libertad. No había probado bocado, ya que yo misma quería hacer una huelga de hambre, pero tres días habían sido demasiado. La comida que Eva me había traído ya se estaba agusanando, así que intente ir al baño para tomar una ducha, pero el no haber consumido nada durante tres días me cobro caro. Me quede tirada en el suelo cuando intentaba abrir la llave de la regadera. Realmente pensé que había muerto, pero cuando abrí los ojos ya no estaba más en el suelo del baño de la mansión que Sebastián y yo compartíamos en Londres, sino que estaba en mi cuarto en la casa de mis padres en Liverpool. Me senté en mi cama dudosa de lo que estaba pasando en ese momento. ¿Acaso había regresado el tiempo y había vuelto a mi casa? Todo se sentía como estar en un sueño, ya que incluso estaba usando el pijama que usaba de soltera, pero todo acabo cuando escuche el sonido de algunas voces, que provenían de planta baja. Descalza camine por los suelos de madera de mi casa, hasta llegar al comedor, en donde se encontraba mi padre y mi madre, pero había una persona más que relucía cual diamante entre el estiércol. –Cariño. –Sebastián se levanta de su asiento, mientras esta usando un traje color café caqui. Su cabellera estaba peinada hacía atrás, mientras usaba un reloj caro en su muñeca. No lo podía negar, Sebastián era el hombre más guapo y elegante en el mundo. –Despertaste. –Poso una mano sobre mi brazo, pero yo de inmediato la retiro. –¿Por qué me trajiste a casa? ¿Acaso me darás el divorcio? –Le pregunté con indiferencia y enojo. –Cariño, esa no es una buena forma de contestarle a tu marido. –Mi madre dijo nerviosa, mientras se limpiaba la boca como toda una dama. –Te traje a casa porque sé que también necesitas a tus padres. –Dijo el buen mozo tratando de ignorar lo que dije antes. –Quiero que hablemos todos como la familia que somos. Yo solo me reí sarcásticamente. –No somos familia, ¿acaso no recuerdas que este matrimonio fue para que nuestras familias no perdieran dinero? –La mandíbula de Sebastián se puso tan dura como el hierro, supongo que nunca pensó actuar lindo conmigo, y ahora que lo está tratando mi respuesta es la contaría. –Se que su unión fue por dinero. –De pronto mi padre toma el control de está conversación, que estaba destinada al fracaso. –Se que los padres de Sebastián y yo tuvimos que vernos en la necesidad de casarlos, pero ustedes dos aceptaron. Ninguno de los dos fue obligado. Yo miró al suelo sabiendo que él tiene razón. Toda mi vida fue criada viendo a mis padres, siendo tan ricos y felices uno al lado del otro, que pensé que, si me casaba con alguien rico y guapo como Sebastián, todo iba a ser perfecto. Pensé que íbamos a casarnos, tener hijos y vivir una vida fabulosa, pero estaba equivocada al ver que me casé con un hombre que ama fumar, las fiestas y meterse con otras mujeres. Lo único bueno en nuestro matrimonio claramente era el sexo, pero no podía vivir de sexo toda mi vida. –Se que no me obligaste. –Dije después de tragar saliva. –Pero no eres el esposo que yo quiero. –Alce mi mirada y lo miré a él y solo a él. Encontrándome con una persona que estaba realmente interesada en saber lo que decía. –No eres lo que yo esperaba, así que mejor, ¿Por qué no terminar? –Le propuse. –No pediré la mitad de lo que tienes en el divorcio, de hecho… –Mire a mi padre. –Podrás tener una relación con mi familia y poder hacer negocios, solo quiero irme y seguir mi sueño que era ser bailarina. Y era una bailarina talentosa, que estaba a punto de terminar su ultimo año de universidad en artes dramáticas, pero por el matrimonio lo deje sin pensar más en ellos. Al terminar de hablar veo a mi padre convencido por lo que estoy diciendo. Mi madre también se que está de acuerdo con lo que digo, pero cuando miró a Sebastián puedo ver como sus dedos se ponen tan duros como el mismo hielo de la Antártida. –Sebastián… –Mi padre iba a hablar, pero por primera vez Sebastián no le permite hablar, interrumpiendo a un hombre al cual le tenía mucho respeto. –¡De ninguna manera! –Los ojos de mis padres miran a Sebastián realmente asombrado. –No quiero que nuestro matrimonio termine, es por eso que te traje de nuevo a casa. –Yo no entiendo lo que trata de hacer. –Cambiare por ti. –Se que para él es difícil cambiar lo que es: un mal nacido fumador y alcohólico, que estaba metido en negocios chuecos, pero él podía ser todo menos cobarde. –Te permitiré asistir a la universidad de la familia, para que termines tus estudios y puedas ejercer como la hermosa bailarina que eres. –Tales palabras me asombraron. –Te haré más feliz, cambiare todo lo que te desagrada de mí, pero… –Miro a mi padre. –No puedo dejarla ir. Mi padre reconoce las agallas de Sebastián, incluso yo lo hago, nunca lo había escuchado tan decidido como hoy. –¿Y si no logras hacerme feliz? –Le pregunté en medio de sus buenas palabras, arruinando un poco el ambiente que se había creado. –Si no logro hacerte feliz, yo… –Realmente le costaba decirlo. –Te daré el divorcio. Yo sonreí cuando dijo la palabra “divorcio”, era lo más cerca que tenía a mi libertad. Así que mire a mi padre no muy seguro. –Se que no me darás el divorcio tan fácil. –Fui honesta. –Pongamos una fecha. –Querida… –Mi padre trata de ablandar mi corazón, puesto que Sebastián estaba mostrando vulnerabilidad. –¡No, padre! Él tiene que ponerle fecha a esto, ¿Cuánto tiempo tardaras en enamorarme de nuevo? –Le exigí que me lo digiera, mientras él aferraba sus manos a su cuerpo. –Está bien. –Sebastián recupera esa mirada de hijo de puta, que tanto me encantaba. –Cinco meses, dame cinco meses para demostrarte que estar conmigo es lo que necesitas.
Free reading for new users
Scan code to download app
Facebookexpand_more
  • author-avatar
    Writer
  • chap_listContents
  • likeADD