No quiero decirte adiós Henry se había quedado profundamente dormido abrazado a Aneli, en toda su vida había sentido tanta paz, su mente y su cuerpo estaban completamente relajados y lo que nunca había vivido pasaba en una casa extraña y lejos de todas sus acostumbradas comodidades. Imaginó que después de dormir con Aneli volvería a su mansión para viajar muy temprano hacía Alemania dónde aún lo esperaban los inversionistas árabes, nunca se imaginó ser recibido de esa manera y mucho menos disfrutar tanto de amar a una mujer. Pero al cerrar sus ojos se habían esfumado de su mente esa noche todas sus preocupaciones y sólo habían quedado sus ganas de dormir abrazado a ella. Al abrir sus ojos en la mañana se encontró solo en la cama de Aneli y una nota se hallaba en la mesita de noche

