Su hermano estaba empapado de pies a cabezas cuando dio con ella en la biblioteca, estaba agitado y se miraba muy cómico con los cabellos pegados a la frente. ‒ ¡Así que aquí estas! ‒ respiraba entrecortado ‒ ¿cómo no se me ocurrió empezar a buscarte en esta estancia? ‒ ¿Por qué estás jadeando y chorreando agua? ‒ preguntó con tono de burla y sonrió, esa noche estaba particularmente de buen humor, pues soñaba con la romántica noche que estarían teniendo sus amos en ese preciso momento. ‒ La marquesa… te necesita ‒ respondió muy tembloroso. ‒ ¿Tan pronto regresaron los marqueses? ‒ preguntó colocándose de pie de un brinco, si su señoría no la encontraba en su puesto para atenderla era posible que estuviera en problemas ‒ y ten la decencia, por lo que más quieras, de cambiar tus ropas a

