Es viernes.
El tráfico es un completo desastre, son mas de las seis de la mañana y me pone nerviosa la reunión de hoy, John debe estar en el colegio a las siete en punto y la larga cola que nos ha atrapado parece que va a quedarse así por un buen tiempo. El claxon de los vehículos detrás y adelante de mí se escuchan por todos lados, como si fuese un concierto, quizá se deba a algún choque.
John está mordiéndose las uñas de las manos, es un mal hábito que ha tenido desde siempre.
Atrapo sus manos y las alejo de su boca.
Él se me queda viendo y suspira, amaneció de mal humor hoy porque ayer fue el día de lleva a papá al colegio, Paúl lo ha acompañado en otras ocasiones, pero tenía que estar en el aeropuerto a una hora específica y pues no pudo asistir a la actividad escolar.
—Es injusto. —gruñe bajito, está a mi lado con su cinturón de seguridad bien ajustado— ¿Por qué Paúl tenía que irse?
Paúl y él tienen muy buenas relaciones. Cuando comencé a salir con él pensé que John lo odiaría, porque aunque es un niño pequeño, él tiene esa fijación con su papá verdadero. Siempre me pregunta cosas sobre él y muchas veces lo he pillado mirando la foto que le di.
—Paúl vendrá la semana que viene, cielo.
—Todos mis amigos se burlaron de mí, dijeron que Paúl no es mi papá porque él es n***o y no nos parecemos. Y que por eso no fue.
Me río, los niños son crueles.
—Y es verdad, Paúl no es tu papá.
—¡Pero yo quiero que lo sea! Él es bueno conmigo y me compra lo que quiero.
Estos niños de ahora...
—Ignora a esos niños, cariño. Son unos envidiosos, porque no pueden tener un papá de crianza como el tuyo.
Me giro para verlo y descubro que sus ojos están llenos de lágrimas.
Aprieto sus manitos con ternura. Johnatan viene sufriendo esto desde hace un año, a veces me ha reclamado por no tener a su padre con él.
Pero es que no es mi culpa.
—¿Nunca conoceré a papá?
Ay Dios.
Eso sería catastrófico, no por mí. Sino que no sé cual sería la reacción del castaño. Ayer lo vi y creanme que no pude dormir bien pensando en eso, no puedo ubicarlo, llamarlo y decirle que tengo un hijo suyo. Si me destruyó a mí hace siete años, ¿Qué puedo esperar para John? Y eso sí que no voy a permitirlo.
—Ya te expliqué que...
—¡Ya lo sé! —aparta sus manos de las mías, me duele que se enoje conmigo— Está de viaje y blah, blah, blah... Pero yo soy su hijo, debería conocerlo y salir con él. Así como hacemos Paúl y yo.
Johnatan sabe toda la historia de Jackson y yo, obviando las partes de discusiones, peleas y sufrimiento. No mal puse a su padre con él, simplemente le dije que Jack hacía muchos viajes por el mundo y que por eso probablemente nunca se verían, le dije "probablemente" para no decirle que jamás conocería a su padre.
—¡Quiero que Paúl venga!
La cola empieza a avanzar y en pocos minutos logramos salir de allí. Dejo a John en el colegio y me dirijo a la compañía tan rápido como me es posible.
Carrick como siempre se encarga de aparcar mi auto; hoy sí voy temprano y siento como si volara de alivio, por un momento pensé que una vez más estaría retardada por el asunto del tráfico, pero no, aquí estoy.
Enhorabuena.
Noto que en la recepción las mujeres están más alborotadas de lo normal, incluso se están maquillando y luchando con un espejo de mano para verse mejor.
¿De qué me perdí?
¿Acaso viene el presidente o qué?
Las ignoro y sigo mi camino hasta el ascensor. El ambiente está helado, razón por la me frotó los brazos intentado conseguir algo de calor.
Este fin de semana debo conseguir mi vestido, Tiphanie me acompañará a hacer la elección, quiero que sea perfecto; quiero que cuando Paúl me vea con él puesto se quede sin aliento.
Sonrío sola como una idiota, y una señora que es la única que me acompaña en la cabina metálica se me queda viendo como si estuviera loca. De inmediato me enserio, que pena.
La música que se reproduce por la corneta del elevador me recuerda a Marsella, a ella le gusta mucho esa música vieja latina donde un tipo llamado Daddy Yankee llama a una mujer dura o algo así.
Cada quien con sus gustos.
A mí nunca me gustó ese tema, ni ningún otro de su autoría.
Menos ese donde dice que le gusta la gasolina.
El ascensor se detiene en el piso siete, salgo de allí y con calma entro a mi oficina.
—Cam. —Mack llama mi atención y me tiende el teléfono de nuestro departamento— Es la maestra Carla.
Me tenso, la maestra Carla es la maestra de Johnatan.
¿Por qué no ha llamado a mi teléfono?
—Hola, buenos días. —hablo. Enseguida su voz chillona me hace fruncir el ceño.
—Hola, Camille. Te estuve llamando a tu celular pero no lo cogiste así que me tomé el atrevimiento de llamar aquí. —Entonces recuerdo que me he dejado el celular en el auto— Johnatan acaba de tener una crisis de asma.
¿QUÉ?
De inmediato me pongo nerviosa. Tenía meses sin presentar alguna crisis.
—Su... Su inhalador...
Dios, no puedo hablar.
—Tranquila, él está bien ahora, está en enfermería. Pero considero que deberías venir a buscarlo...
Clarsey aparece sudando como un cerdo y una pila de carpetas, me hace señas para indicarme que ya va a comenzar la reunión.
—...Dijo que quería irse a casa y pues lo veo algo débil. Yo pienso que...
Joder.
—Muy bien, Maestra Carla. Ya voy para allá.
Cuelgo.
—¿Para allá para dónde? Tenemos reunión ya.
Clarsey luce muy nervioso.
—Voy y vengo, será rápido.
—¡Dios, Camille! El tráfico a esta hora es un infierno ¿Cómo se supone que haremos una reunión sin la administradora de la compañía?
Estoy jodida.
—Es mi hijo, Clarsey ¿Qué se supone que debo hacer?
—Yo lo busco, Cam.
Hace unos meses Mackensi fue a buscarlo al colegio, pero después me sentí muy apenada con ella.
Todo por culpa de Logan que quebró esta mierda.
—Mack...
—Tranquila, está bien, yo lo busco.
Bufo frustrada, no tengo elección.
Mackensi es un sol.
—Bien, muchas gracias Mack. Te debo muchas.
La veo ponerse su sobre todo y salir apresurada por el pasillo, cargando con su cartera.
Clarsey me mira apresurándome, ruedo los ojos y tomo todo lo que necesitaré para la reunión. Este tipo es más estresante que Marsella.
Veo a todos los jefes de cada departamento salir del ascensor por turnos y dirigirse al final del piso. Solo administración y legal están en el mismo nivel que el despacho y la sala de juntas, por fortuna. Clarsey camina delante de mí.
—¿Has visto a los inversionistas?
—Están buenísimos.
—Yo me los cogería...
Ruedo los ojos, los pocos hombres que transitan cerca de mí ni siquiera hablan, al igual que yo, el resto de las mujeres actúan como unas pubertas alocadas por las hormonas fuera de control.
Con razón tanto se estaban acicalando cuando llegué.
—Sebastian también está de muerte lenta...
¡Santo cristo!
Sebastian era un pelele, eso es ahora que luce imponente.
Todos atrevesamos la entrada de la sala de juntas y empezamos a tomar asiento, únicamente se encontraba la nueva asistente de Scott, supongo que estaría arreglando el lugar; es una chica bastante joven, diría que tiene unos veinte años, es de cabello muy oscuro y usa unos enormes lentes empastados.
Las voces se amplifican al estar en un espacio más cerrado, hasta que Scott aparece.
—Buenos días.
El silencio ahora es sepulcral.
Todos responden a sus buenos días, menos yo que lo observo detalladamente.
—No se asusten, no voy a despedir a nadie. Los nuevos inversionistas van a ayudar a sacar esta compañía del foso.
Se escuchan unas risitas.
Estas mujeres...
Sebastian aclaró la primera vez que nos reunimos, que él solo es un encargado temporal, ya que está en sociedad con un sujeto que tiene mayor porcentaje que él y que dicho socio mayoritario sería el jefe absoluto. Pero que mientras aún no estuviese con nosotros sería él quien mande.
Mientras que Sebastian habla sobre los problemas que atravesamos y de como piensa que podemos salir de ellos, yo me dedico a encender mi laptop para buscar el análisis de cuenta de este año, hemos atravesado crisis peores por la mala cabeza de Logan, así que de esta saldremos rápido.
Estoy segura.
—Camille. —la voz de Sebastian me hace levantar la vista para mirarlo.
Ya es mi turno de hablar y de darle cuentas de los gastos que tuvo Logan antes de dejarle la empresa.
Carraspeo y miro la pantalla de mi computador, no sé porque de pronto me he puesto tan nerviosa.
Clarsey me regala una sonrisa de aliento y eso me tranquiliza, Clarsey es el único compañero además de Mack, que me han apoyado desde que ingresé aquí.
Empiezo a hablar, en un principio se me enreda la lengua, pero a medida que avanzo pierdo el miedo escénico y explico cada detalle, incluso respondo a sus preguntas. Las mujeres en la sala me miran atentas, sé lo que deben estar pensando.
¿Cómo conseguí metérmele en la cama a Paúl?
Sí, Paúl tenía muchas admiradoras cuando estaba aquí, pero se fijó en mí, y desde entonces me gané muchas enemigas.
No sé por cuanto tiempo hablo, pero cuando Scott no tiene más preguntas le pide a Clarsey que se levante, pues es su turno.
Mi gordo compañero titubea, él de por sí ya es muy nervioso.
Sandra es el nombre de la asistente de Scott; veo que se pone de pie tratando de no llamar la atención, abre la puerta de sala y entran cinco hombres, cinco inversionistas me imagino. Veo que se queda en la puerta mientras que los sujetos avanzan hacia Scott quien les indica en donde tomar asiento mientras que Clarsey continúa con su charla.
Sandra parece algo nerviosa, saca la cabeza y mironea hacia afuera de la sala, cierra la puerta y mira el reloj en su muñeca.
Cuando mi compañero termina de hablar me permito soltar un suspiro, estaba tan nerviosa por él, de que su miedo tonto hiciese que la embarrara hablando.
—Señor. —Sandra llama la atención de Scott. Cuando las miradas de algunos caen en ella puedo notar como el rubor sube a sus mejillas. Esta chica es muy tímida— El señor Walker aún no llega.
¿QUÉ?
¿EL SEÑOR QUÉ?
Vamos, ese apellido es común aquí.
Relájate.
Scott no le da mucha importancia y presenta a los cinco sujetos, y justo cuando va a mostrar sus diapositivas se escucha un toc toc en la puerta. Sandra abre y al hacerlo yo palidezco.
Intento echarme hacia atrás de la silla pero sólo consigo que esta se voltee conmigo encima.
Maldición.
—¿Estás bien? —Clarsey me ayuda a ponerme de pie.
Algunos me miran, pero la mayoría se dedica a mirar al castaño que se adentra en el salón vestido con un elegante y caro traje n***o, no mira a ningún lado, solo a Scott.
Ambos se sonríen a modo de saludo y juraría que escucho los suspiros de todas las mujeres.
—Aquí está el socio mayoritario de la compañía. —Esperen ¿QUÉ?— Jackson Walker, estará al mando. Bienvenido.
Ay no puede ser.
—¿Te encuentras bien? —Clarsey me mira desconcertado.
No puedo seguir aquí, tengo que salir.
Me pongo de pie y empiezo a recoger mis cosas.
Scott me mira, y al hacerlo Jackson también lo hace, lo sé porque los veo a ambos antes de caminar hacia la salida.
—Hey, Camille. —Clarsey me llama para tenderme una carpeta que he dejado, me devuelvo, la tomo y sigo mi camino.
—¿Vas a algún lado? —Scott se apresura a decir antes de que salga.
Trago saliva y me giro para encararlo.
Jackson sigue viéndome.
—Renuncio.
La sala está en silencio, les doy la espalda y salgo de allí tan rápido como mis piernas me lo permiten.
El corazón casi se me sale y no puedo pensar con claridad.
Esto es una locura.
En cuanto llego a la oficina empiezo a recoger todas mis cosas, lo primero que tengo que hacer es elaborar mi carta de renuncia. Mis dedos temblorosos tumban unas carpetas al suelo, y las hojas se desparraman.
—¡Mierda!
Un pequeño golpesito se escucha en mi puerta y en cuanto subo la mirada unos ojos grises se posan en los míos.
—¿Se puede?
No respondo.
—¿Por qué te has salido así?
No respondo.
Termino de recoger las hojas y las tiro sobre el escritorio.
—Es inmaduro que haya sido por mí.
Silencio.
El retrato de John está muy a la vista, palidezco al verlo. Enseguida clavo la mirada en el castaño y de un rápido movimiento acuesto la foto.
¡JOHN!
Joder.
Mack lo fue a buscar.
Podrían llegar en cualquier momento.
—Si he renunciado ha sido porque tengo algo mejor que esto. —hablo por fin— No te creas tan importante.
Se relame los labios y me mira sin decir nada.
Estoy comenzando a sudar de los nervios. Que Mack no venga todavía, por favor.
—No creí que volviera a verte.
Ni yo.
—¿Ya terminaste? Vete a la reunión, no quiero hablar contigo. —respondo.
He sonado borde, pero la rabia que siento hacia él me consume.
—Entiendo que me odies, de verdad que lo hago.
—¡Vete!
Le doy la espalda y me agacho para recoger una caja que estaba usando de papelera pero que ahora está vacía, allí puedo meter mis cosas para largarme de aquí.
—¿Estás casada?
Me giro y lo miro.
Sus ojos están clavados en mi mano, corrección, en el anillo de compromiso que llevo en mi mano.
—Número uno: no me hables como si fuéramos amigos, número dos: Ese no es tu problema y...
—Ya, ya... Entiendo. Me odias, y no te hace gracia verme.
—Al menos eres inteligente. —murmuro para mí misma pero por su expresión sé que me ha escuchado.
—Cam... Yo quiero disculparme contigo.
Claro, como si eso bastara.
No respondo, no tengo paciencia, mañana vendré a recoger mis cosas. Le paso por un lado para salir de allí.
—Quítate, voy a cerrar la oficina.
El sale de allí pero no se larga, sino que se queda esperando.
¿Pero esperando qué?
Ni crea que voy a hablar con él.
Eso no va a pasar jamás.
Las llaves se me resbalan y maldigo entre dientes hasta que por fin logro pasarle el seguro.
—¿Podríamos hablar?
—¿En serio eres tan sin vergüenza de pedirme eso? —su rostro no muestra expresión— Yo no quiero hablar contigo, y tampoco quiero seguir viendo tu cara de imbécil, así que lárgate de mi vista.
Sus ojos se clavan en los míos como dagas.
—Está bien.
Me da la espalda y empieza a caminar hacia la sala de conferencias.
Bien, fue fácil.
Pero entonces él se detiene cuando el ascensor se abre y Mackensi sale de él con John de la mano.
Siento como la sangre abandona mi rostro.
Mi-er-da.
No puede ser.
—¿Papá? —la voz de John se escucha clara. Jackson se le queda viendo desconcertado, John se suelta de Mack y grita con toda su fuerza— ¡PAPÁ!
Se lanza contra él y se aferra a sus piernas. Jackson se queda inmóvil y después gira a verme.
Ay por todos los cielos, acabo de hundirme oficialmente en la mierda.
★
¡BIENVENIDAS AL SEGUNDO VOLUMEN DE PROPIEDAD DE JACK!
ESTO APENAS EMPIEZA Y COMO LO PROMETIDO ES DEUDA: YA ESTAMOS DE ESTRENO.