8 deseos de Navidad

El evento del año - Capítulo 2

Acabo de comer mi postre en completo silencio, cuando el guapísimo y coqueto CEO, se vuelve a sentar en la mesa. Todos lo felicitamos por el discurso, mientras algunos de los viejos hombres, comienzan a preguntarle por cuanto tiempo estará en Miami esta vez.

Me mantengo en silencio y sonrío cada vez que cuentan alguna anécdota o cuentan algún chiste, pero me siento completamente incómoda por haber estado coqueteando con él, sin siquiera haber sabido quién era.

No sé cómo no se me ocurrió antes, si estoy rodeada por los altos mandos de la empresa. Volteo, buscando con la mirada a Tracy, pero está tan entretenida conversando en su mesa, que no me presta atención, por lo que me disculpo con mis compañeros de mesa y me pongo de pie, haciendo que todos lo hagan, como gesto de caballerosidad.

—Permiso —Me excuso. Kyle no deja de mirarme de la misma forma coqueta, que lo hizo desde el inicio, lo que me hace sonrojar. Camino con gracia hacia Tracy, a quien le hago una seña, para que se levante y me acompañe al baño.

Sigo mi camino y volteo a verla, aprovechando de mirar hacia mi mesa, donde el señor Morgan, no me quita los ojos de encima. Tracy me pilla justo antes de entrar al baño.

—¡Te ves espectacular! —Me halaga mi amiga, que trae un vestido n***o con detalles de lentejuelas doradas desde las caderas hasta el final, lo que la hace ver muy elegante y sensual a la vez.

—¡Y tú, no te quedas atrás! —digo con diversión—, me encanta tu vestido, te ves hermosa —agrego, ganándome una amplia sonrisa de mi amiga.

—Vaya suerte que tuviste —bufa, ahogando una risa—, te tocó la mesa más aburrida —dice, sin tener idea, ya que, en realidad, lo he pasado bastante bien con los viejos hombres.

—Para nada, a pesar de sentirme fuera de lugar por sus cargos, nos hemos reído muchísimo —contesto, lo que la hace levantarme una ceja.

—Además, que te tocó la fortuna de compartir mesa con el bombón Morgan —suspira y le doy la razón, porque Kyle es un bombón.

—Ni lo digas, que no me doy por enterada de quién era, hasta su discurso —señalo, ganándome una mirada cargada de diversión, por parte de la morena.

—¡Cierto que no lo habías visto nunca! —exclama con diversión.

—No seas mala, que estuve coqueteando con él toda la noche y ahora no sé dónde enterrarme —digo con las mejillas completamente sonrojadas.

—¿¡Qué!? —pregunta anonadada—, ¿Cómo se te ocurrió coquetear con el CEO de “Morgan and Associates, Investors? —cuestiona, con preocupación.

—¡No me reprendas, Tracy! —Me defiendo—. Punto uno, no sabía quién era —Enumero—. Punto dos, nadie lo llamó por otro nombre, que no fuera Kyle, ¿cómo podría haberlo sabido? —pregunto—. Y punto tres, él comenzó con las miradas coquetas —Me excuso.

—¿¡Noooo!? —pregunta incrédula—. ¿Me estás diciendo que es el propio Kyle Morgan, quien te ha estado dando miradas coquetas? —indaga y asiento.

—Yo simplemente le seguí el juego, además, que es indiscutible que es un bombón —contesto y mi amiga asiente.

—¿Y qué harás ahora, Megan? —Me pregunta y me encojo de hombros.

—No tengo idea… —suspiro—, supongo que hacer como si nada y seguir riéndome de sus anécdotas y chistes —agrego, por lo que mi amiga, mientras se retoca el maquillaje, asiente.

—En el caso hipotético, de que no fuera el dueño de la empresa… ¿Qué hubieras hecho? —pregunta con entusiasmo y una sonrisa malvada en su rostro.

—Como todos hablaban de que se la pasaba de viaje, pensé en ver hasta dónde seguirían nuestros coqueteos, y si pasaba algo, bienvenido sea —contesto sincera—. Un hombre así, no se ve todos los días —agrego, logrando que mi amiga asienta, mientras limpia el exceso de labial de sus labios.

—Y con eso, te hubiese dado toda la razón, Meg —murmura.

—¿Y tú? —pregunto, mientras se ajusta el escote, frente al espejo.

—Esperando que este año, Madison si me termine de invitar a pasar la noche con él —dice coqueta, por lo que abro mis ojos como platos.

—Madison… ¿el de contabilidad? —pregunto y asiente, lo que me hace sonreír—. ¿Y por qué este año sería diferente? —indago.

—Ahora está completamente soltero —Sonríe triunfal—. Así que si me permites—Se mira al espejo, dándose la vuelta—. Tengo que ir por un hombre, al cual cazar —Abre la puerta, y sale, guiñándome un ojo.

Hago mis necesidades, corrijo mi maquillaje y suelto un sonoro suspiro. «¿Qué haría ahora, con el coqueteo intenso con el señor Morgan?», me preguntaba.

(…)

La noche seguía avanzando, y entre premiaciones al mejor empleado del año, algunos premios por reconocimiento y mejor compañero, comenzó la música con la que todo el mundo se puso a bailar.

De mi mesa, nadie se movió, ya que seguían interesados en conversar y reírse de los chistes que contaban. En un momento, veo al señor Little mirando entretenido a la pista de baile, por lo que, para evadir por un momento al guapísimo señor Morgan y sus coquetas miradas, le pregunto si quiere ir a bailar.

—Pero, encantadísimo —responde mi jefe, con una amplia sonrisa. Me extiende la mano y nos acercamos a la pista de baile, donde los demás colaboradores bailan.

Resultó que el señor Little es un gran bailarín y tiene mucha energía, por lo que logro “descansar” un largo rato, de las miradas de Klye que no ha dejado de coquetear conmigo, y así como va la noche, entre el whisky que han estado pidiendo todos, podría hacer cualquier estupidez.

Una vez nos vamos a sentar, los hombres en la mesa siguen tomando, divertidos y acepto tomar junto a ellos, por lo que me siento un poco más relajada, mientras el resto de la empresa baila y disfruta de la velada, que ya está próxima a terminar.

Algunos de los empleados comienzan a despedirse, para volver junto a sus familias, mientras otros siguen bailando entusiasmados, hasta que detienen la música.

Mis compañeros de mesa están tan entusiasmados conversando, que de pronto escucho que se ponen a decir que podríamos continuar la celebración en un club cercano al restaurant y cuando logran llegar a un acuerdo, casi todo mundo estaba listo para marcharse, así que Kyle golpea una copa y se pone de pie llamando la atención.

—Sigamos la celebración en un club, que está cerca de acá, yo invito la primera ronda —dice entusiasta, por lo que muchos aplauden entusiasmados y se nos unen.

Jamás imaginé que algo así ocurriría, pero cuando logro ver a Tracy y conectar con su mirada, me levanta los pulgares en aprobación, dándome a entender que ella si seguirá con la celebración y al verla caminar al lado de Madison, entiendo el por qué.

Cuando llegamos al club, que estaba a menos de una cuadra del restaurant, el señor Morgan cumplió su palabra e invitó a la primera ronda. Me integré, por fin a una mesa donde estaban mis compañeros de oficina, los que me halagaron por cómo me veía y más de alguno, me tiró flores.

Tracy y Madison cuchicheaban muy de cerca, por lo que no quise arruinarles la noche, así que seguimos conversando junto a mis compañeros, sin interrumpir la cacería de mi amiga.

De ves en cuando miraba hacia la mesa de gerencia, encontrándome con los increíbles ojos grises, de un muy, muy, muyyy guapo Kyle Morgan, que con cada trago que le daba a mi coctel, se veía más increíblemente apuesto.

—Entonces le dijo, pero mira que te he dicho diez mil millones de veces que no exageres… —Mis compañeros estallan en carcajadas y sonrío, sin haberle encontrado gracia alguna al chiste que acababa de contar John, mi compañero.

Me pongo de pie, para ir al baño, y siento mis piernas flaquear un poco, por lo que intento caminar un poco más lento y erguida, de lo normal.

«Creo que es momento, de dejar de beber, Megan», pienso.

Para llegar al baño, se necesita atravesar prácticamente todo el bar y dar la vuelta en un largo y oscuro pasillo, así que decido caminar pegada a la muralla. Cuando entro al baño, hago mis necesidades me mojo un poco la cara y retoco una vez más mi maquillaje.

«Media hora más, te despides amablemente y te vas, Megan», le digo a mi reflejo en el espejo, para retirar el exceso de labial.

Salgo del baño y quedo completamente ciega por la falta de luz en el pasillo, así que a tientas camino pegada a la muralla del pasillo. Avanzo hasta que alguien me toma del brazo y me jala a su cuerpo, donde puedo sentir lo tonificado de éste. Me toma por la nuca y me besa como si no hubiese un mañana, emitiendo unos jadeos bastante calientes. Un beso completamente demandante, lleno de fuego, que me prende por dentro.

Sus manos me aferran a su cuerpo y recorren mi contorno, mientras nuestros dientes chocan por la intensidad del beso y nuestras lenguas batallan sin piedad. No tengo la menor idea, de quien sea la persona que me besa, pero sí que lo hace bien. Además, su cuerpo no se siente nada mal, es alto, delgado, pero tonificado, justo como me lo recetó el doctor, y huele espectacularmente bien.

Nos separamos, entre jadeos y respiraciones aceleradas, para tomar aire. Cuando estoy por preguntarle el nombre y que caminemos a un lugar con más luz para verle la cara, siento que deja un papel o algo en mi escote y desaparece, dejándome completamente anonadada en el lugar.

Me devuelvo rápidamente al baño, reviso mi labial que está todo corrido y veo mi escote, donde brilla una tarjeta plateada con ranura electrónica. Lo saco y observo con atención; sale el número 0421 y en pequeñas letras sobre-relieve, “The Ritz-Carlton Key Biscayne, Miami”.

Miro mi reflejo en el espejo y no puedo ocultar la amplia sonrisa que se esboza en mi rostro, por lo que, en ese momento, me olvido de mi lindo y guapo, muy guapo CEO y decido ir a ese hotel, a terminar con el fuego, que el extraño del pasillo había iniciado.

Camino con decisión hacia el pasillo nuevamente, sintiendo la adrenalina de lo que, momentos atrás había ocurrido y finalmente llego donde mis compañeros. Comienzo a despedirme uno a uno de ellos, para pasarme por la mesa de los gerentes y despedirme de los que quedaban aún festejando, entre ellos, el señor Little y el guapo Kyle Morgan.

Me despido de todos, tras unos minutos de halagos, por lo que salgo del lugar completamente sonrojada del club. Además, debía admitir, que sentir una vez más, la incisiva mirada de Kyle, me generó cierta duda en si ir o no al hotel, para ver a mi misterioso y candente besador.

Fuera del club, había varios taxis estacionados, así que abordo inmediatamente uno, dándole la indicación para ir al lujoso hotel.

Siento miles de mariposas revolotear mi estómago y el corazón a mil por hora, por la adrenalina que me genera hacer una locura como esta, pero entre el coqueteo con mi guapísimo jefe y el candente beso del misterioso hombre en el pasillo, había quedado realmente en llamas, e imaginar que podría haber sido Kyle, me prende aún más, aunque está más que claro que no es él.

El taxista me saca de mi estado de ensoñación, al darme aviso de que hemos llegado. Le pago la carrera y me bajo, sintiendo las palmas de mis manos húmedas, a medida que avanzo.

Un botones me da la bienvenida al abrirme la puerta. Miro el lugar impresionada por lo lujoso que es y cuando camino sin saber hacia donde dirigirme, un empleado del lugar se acerca para ayudarme.

—Buenas noches, señorita —Me saluda amable, sin dejar de mirarme de arriba abajo y esbozar una sonrisa—. Dígame, ¿en qué la puedo ayudar? —indaga.

—Buenas noches, señor… —Lo saludo e intento inventar algo rápidamente, para que me de las indicaciones, sin preguntarme tanto—. Mi novio me dio la tarjeta de nuestra habitación, ya que estábamos en una cena de negocios y ya me había aburrido. Usted sabe cómo son esas situaciones —digo, haciéndome la interesante y poniendo cara de aburrida. El hombre asiente, convencido.

—Claro, dígame cual es el número de la habitación —cuestiona y le enseño la tarjeta, que sólo al verla, sus ojos se iluminan—. Yo mismo la llevaré al lugar, señorita —dice, para posteriormente hacerme un ademán, indicándome un pasillo donde al final, hay unos ascensores.

Subimos hasta el último piso donde hay dos puertas, una en cada extremo. El amable hombre me indica la de mi derecha, así que camino hacia allá, haciéndole un ademán.

—Muchas gracias, señor —Le agradezco y llego a la puerta. Tomo una bocanada de aire y deslizo la tarjeta, abriendo la puerta, la cual empujo deseando que sea una noche excepcional.