ROMA (CAPITAL DEL IMPERIO) —Parece que la suerte sonríe a los Claudius de nuevo ¿No lo cree? —preguntó uno de los senadores a Thiagus quien se había hecho de una presencia en el senado luego del ascenso de Aelius al trono. Ahora era conocido por todos como el suegro del César. ¿Pero es que alguna vez estuvo destinado a no serlo? —Depende a que llames suerte. —Bueno, su hija menor se casó con Licinius, un senador con una lengua tan afilada que podría hacer temblar a un César cuando habla delante de una multitud, con una riqueza prominente y de una de las familias más importantes de esta ciudad. Tu hija mayor, posiblemente su mayor orgullo puede decir con certeza que ha sido mujer de dos Césares y eso no lo puede decir ninguna mujer más de esta ciudad—no lo decía de malicia, lo decía por

