Capítulo 3. La amante del diablo.

2394 Words
Durante todo el tiempo que estuvieron maquillando a Rose, ella escuchó muchas veces el nombre de Diego, todas las bailarinas llegaban a un solo lado, lo idolatraban como a un dios. Mientras elegía su atuendo, se encontró con Morgan quien sonreía alegremente. —¿No te parece fantástico el lugar?. —Si, creí que empezabas mañana —Si, solo estoy aquí para ver el lugar, vengo de afuera y hay hombres muy guapos y ricos— dijo Morgan y sonrió aún más. —Genial— dijo Rose sin tanto entusiasmo. —Pues suerte— dijo y se apresuró a salir de los vestidores. 《Suerte》. —Chica nueva, hay cambio de planes, hoy abres tú. Rose miró a la mujer apurada de antes y asintió, se apresuró a cambiarse, se puso un conjunto de dos piezas que constaba de una licra diminuta y de un top, enzima se puso una camisa de mangas largas que se abrochaba con velcro, se puso unos tacones negros de plataformas gruesas y un poco de brillos en el cuello y en las mejillas. El maquillaje era lindo y el peinado solo fue una coleta sujetada en la parte alta de su cabeza. Salió de los vestidores y todas la miraron y empezaron a reír. —Te hubieras cubierto también el rostro—Comentó alguien y las demás rieron. —¡Deja de molestar Tiffany!, dejen a la nueva en paz, no les hagas caso linda, solo están celosas— dijo una mujer con un llamativo conjunto de color azul, parecía una mujer agradable. Rose asintió, a ella no le importaban aquellos comentarios, estaba segura de que iba a dejarlas calladas en el momento justo. —¡Chica nueva, sales ya, las demás dense prisa que salen después de ella, muévanse muévanse, hoy tenemos buenos clientes!. Rose siguió a la mujer que gritaba y respiró hondo, por supuesto que estaba nerviosa, esa sensación de que todo podía salir mal la hacía sentir el estómago revuelto. —¿Cuál es tu nombre?—preguntó ella mientras bajaba al primer piso. —Pamela—Respondió la mujer que la guiaba mientras la miraba de reojo. Entraron por un pasillo y llegaron hasta la parte trasera del escenario. —¿Con que trabajas?—Preguntó Pamela. —El tubo. —Muy bien, es todo tuyo, ¿Alguna canción en especial?. —Si. Rose le dio el nombre de la canción y Pamela asintió. —Suerte, espera a que el presentador diga tu seudónimo. —¿Mi que?. —Aquí eres la amante del diablo, jamás les digas tu verdadero nombre a los clientes, algunos son ricos…y están locos. Ella asintió. —La amante del diablo— murmuró para si misma, estiró su cuello un poco, había echo esto muchas veces, tantas que había perdido la cuenta, bailar sobre un tubo no era lo que a ella más le gustaba, la danza aérea era lo que en verdad le fascinaba, sentir esa delgada línea entré la perfección y un error que podía ser mortal, era lo que mas le encantaba. —¡Esta noche tenemos un numero especial para todos ustedes!.... Rose solo respiró hondo y se sacudió aquellos nervios que sentía, subió al escenario donde había un joven que tenia un micrófono con auriculares sobre él. —¡Con ustedes, La amante del diablo!. —Esa es tu salida— dijo aquel joven y le señaló por donde debía de salir. Rose caminó a paso firme, la música empezó a sonar y ella sonrió, de alguna manera la música entraba por sus venas apoderándose de ella, caminó hasta donde aquel tubo brillaba con intensidad, ni siquiera prestaba atención a los caballeros que la miraban escondidos en aquella penumbra que solo los iluminaba cuando las luces neón los golpeaban. Un caballero sentado en una zona exclusiva sostenía un cigarro y fumaba mientras la veía caminar y sonreír, lo primero que pensó al verla fue: 《Bonita》. —¿Quién es ella?. —Es la chica nueva. Mientras tanto Rose se sujetaba de aquel tubo. Lo miró de arriba abajo y empezó a moverse con sutileza, estiró su cuello un poco y se dejó caer al suelo de rodillas mientras acariciaba aquel tubo, se puso de pie y con una sola mano se impulsó para levantar las piernas en el aire, cuando calló al suelo de nuevo empezó a bailar de una manera sexi, sus piernas largas demostraban sensualidad y perfección, ella brillaba de una manera única. Se movía de un modo tan obsceno, pero al mismo tiempo se veía delicada y elegante, tan apasionada en cada movimiento, como si fuese una flor moviéndose por una corriente de aire. Algunos clientes levantaban la mano y eso solo significaba una cosa, todos ellos querían un baile privado. —Te dije que era buena—Comentó Rodrigo mientras la miraba con fascinación. —Si lo es— Dijo Marián mientras miraba de reojo a Diego. —¿Diego?. Diego no perdía de vista los movimientos de aquella chica, ella estaba en lo mas alto del tubo, solo sujetándose con las piernas, se dejó caer y justo antes de tocar el suelo se detuvo y extendió los brazos, ella lo hacía ver tan fácil. Todos aplaudieron y mas clientes empezaron a levantar la mano. —Si es buena—respondió Diego al fin, le dio una calada a su cigarro y continúo con la vista fija sobre la chica. Rose se quitó la camisa de mangas largas que usaba y la lanzó al público, la emoción inundaba el lugar. Su abdomen plano y marcado era un deleite, tenia una cintura pequeña y un busto fenomenal, el modo en que se tocaba ella misma, despertaba instintos en los hombres y parecía que ella ni se daba cuenta. Diego miró a su alrededor, ella había logrado lo que ninguna otra logró, llamar la atención de todos. El encargado de los bailes privados trataba de anotarlos a todos, pero en un momento fueron tantos que corría de aquí para allá. —No mas bailes privados— dijo Diego. —Detengan los bailes privados— dijo Rodrigo a través de un radio que sostenía en su mano. Cuando Rose terminó se quedo de pie sujetándose de aquel tubo, todo estaba en silencio y de pronto, llovieron aplausos y silbidos, gritos morbosos y una lluvia de dólares. Ella sonrió e hizo una reverencia, bajó del escenario y miró subir a dos limpiadores, quienes juntaron el dinero arrojado. —Bien echo— dijo alguien del Staff. —Gracias— dijo ella mientras respiraba con fuerza, caminó hasta la salida, subió las escaleras con prisa y fue a los camerinos, se sentó en su lugar y respiró hondo, todas la miraban, mientras que ella solo quería recomponerse. —¡La siguiente!, Rose, tienes bailes privados— dijo Pamela. —¿Ella?. —Si, ella, Rose. La chica se puso de pie y salió de los camerinos, ni siquiera descansó dos minutos. —No voy a acostarme con los clientes— dejó ella muy en claro aquello mientras seguía a Pamela. —Tranquila, hay un guardia que esta dentro del privado, para que los clientes no te toquen, solo báilales algo sensual, recuerda que mientras mas les guste, mas dinero ganarás, lo que ganes en los privados es todo tuyo. —Genial. Llegó hasta una cabina, había un pequeño escenario redondo, un sofá de terciopelo rojo y una mesa con una botella de vino, había un guardia que estaba en la entrada, y eso la tranquilizó, miró entrar a un hombre mayor, de traje elegante y con las manos cubiertas de anillos de oro, aquel hombre tomó asiento y sonrió. —Has lo tuyo— ordenó aquel caballero mientras sacaba un puro.. Rose asintió y después de los primeros dos bailes privados, creyó que sería todo, pero un cliente nuevo entró y se acomodó, y luego otro, y luego otro, otro y otro mas, dio una nueva presentación y de nuevo todos quedaron asombrados con la chica, fue un primer día muy atiborrado de trabajo, estaba exhausta, así que se alegró mucho cuando miró entrar a Pamela al privado. —Listo linda, se acabaron los bailes. Ella salió de aquella cabina y miró que los últimos clientes ya se iban. Sus piernas dolían y ya no aguantaba los enormes tacones, había bailado muchas horas sin parar y sus piernas y brazos ardían. Estaba en los camerinos descansando un poco cuando Pamela entro acompañada de Rodrigo, todas estaban emocionadas. —Felicidades a todas, fue una excelente noche, ya tenemos su paga, cuenten bien que después ya no hay quejas válidas — dijo Rodrigo. Pamela empezó a nombrarlas y les daba un sobre amarillo a cada una con la paga del día, llamó a Rose y le entregó dos sobres llenos de dinero. —¿Esto es mío?—preguntó ella un poco incrédula. —Si, es lo que ganaste esta noche, estuviste fenomenal— dijo Rodrigo mientras la miraba. —Gracias— dijo ella muy emocionada, todo su dolor se esfumó, este dinero le iba a quitar una enorme bola de estrés, era por lo que ella había estado rezando y al fin sus rezos habían sido escuchados. De pronto un hombre entró, enfundado en un traje de diseñador impecable, zapatos de cuero y con un aire de superioridad rodeándolo, todas sonrieron de oreja a oreja, la mirada de Rose se clavó en aquel impresionante caballero, alto, guapo, llamativo hasta el ultimo cabello, tenia una mirada frívola y unos ojos color miel que causaban fascinación, aquel caballero también miró a la chica y luego apartó la vista hacia las demás mujeres. —Hola Diego. —Que guapo te vez hoy. Las mujeres se veían felices de verlo y todas querían un poco de atención. —Felicidades a todas, tuvimos clientes satisfechos esta noche, que tengan buena noche y que descansen— dijo él con una voz masculina y cautivadora. —Diego, ella es la chica nueva, Rose. Rose él es Diego, el dueño de este lugar, tu jefe— dijo Rodrigo presentándolos a ambos Rose salió de su asombro y parpadeo un poco mareada—Mucho gusto— dijo tratando de no sonar torpe. —Bienvenida—. Aquella simple palabra causó un escalofrió en ella, y sin darse cuenta dejó escapar un suspiro. —Traigo esto para… —¡Es para mi!. Rose miró el hermoso arreglo de rosas. —A ti nunca te envían flores y menos unas tan costosas. —Deben de ser para mi. Las chicas peleaban por aquel enorme arreglo que habían llevado a los camerinos, usualmente algunos hombres ricos regalaban arreglos a las chicas, era el modo en que las impresionaban y las hacían sentir importantes. El hombre que las cargaba bufó. —Son para la amante del diablo. Todas miraron de nuevo a Rose, y de inmediato se sintió la hostilidad. —¿Estas seguro?—preguntó una de las bailarinas. —SI. —Diego, esta tipa llegó a robarnos todo, clientes, bailes, esto no puede ser, tengo bocas que alimentar— se quejó una de ellas tratando de humillar a la nueva, una simple adolecente robándoles todo, eso era inaudito. —Si no te gusta puedes ir a buscar en otro lugar—respondió Rodrigo. —No quiero las rosas gracias, puedes devolverlas o tirarlas— dijo Rose en medio de la disputa. —Acéptalas—. Todas se quedaron mudas al escuchar a Diego. —Son para ti, así que no las rechaces— dijo él mientras la miraba fijamente, no era una petición, era una orden. —Diego, ¿Tu se las diste?. Diego miró a la bailarina que lo cuestionaba como si ella fuera quien mandara. —Lo que yo haga o deje de hacer a ti no te incumbe, no les gusta que la nueva sea el centro de atención, pues entonces devuelvan su dinero para descontar las propinas, ¿Cuánto le tocó a cada una Rodrigo?. —Trecientos dólares—respondió Rodrigo. Nadie mas habló, todas agacharon la cabeza o desviaron la mirada de la de Diego, era guapo, pero también era aterrador, él no dijo más y solo salió de los camerinos, mientras que Rose tomó el arreglo de rosas y lo llevó a su mesa. Todo lo que quería era ir a casa y descansar, no le importaban las miradas de odio o los comentarios que hacían a su alrededor, ella no les debía nada a ninguna de ellas, así que solo las ignoraba. Terminó de desmaquillarse y juntó sus cosas, fue a cambiarse y estaba por irse cuando Pamela la interceptó. —El jefe quiere verte en la oficina. —Ya es mi hora de salida. —Si, también la mía y aquí estoy— dijo Pamela mientras miraba la hora. Rose suspiró. —Claro, ya voy. Caminó hasta la oficina y tocó antes de entrar. —Pasa. Ella entró y miró a Diego quien estaba sentado en un sofá de piel de color n***o*, tan pulcro y serio, hostil, pero a la vez daban ganas de lanzarse a su regazo y restregarse sobre él como un gato. —¿Qué necesita señor?—preguntó Rose con un poco de nervios. —Nada en específico, solo quería conocerte, estuviste asombrosa, no bailas como las demás, tus movimientos son mas refinados, ¿Por qué?—preguntó él haciendo que la chica respirara con dificultad. —Tomé un curso de Pole dance—Respondió Rose en voz baja. —¿Solo eso?—preguntó Diego mientras enarcaba una ceja. —Me gradué en danza, estudié ballet desde los cinco hasta que cumplí los dieciséis, hice gimnasia dos años y tomé un curso de danza con cortinas. —Si, ahora suena mucho mejor, eres buena, aunque algo me dice que este trabajo no es lo que querías. —Ser admirada por hombres lujuriosos, no, no era lo que quería. —¿Pero es lo que hay, no?. —Por el momento. Diego asintió. —El arreglo de rosas te lo envié yo, por que es lo que merece una artista como tú y por que me gustaste. Un escalofrío recorrió la espalda de Rose al ver su sonrisa. —La amante del diablo— dijo él y se llevó su dedo índice al mentón. —Me gusta como suena.
Free reading for new users
Scan code to download app
Facebookexpand_more
  • author-avatar
    Writer
  • chap_listContents
  • likeADD