| Eva Grey |

2807 Words
Dejo salir un largo resoplo, mientras mis ojos detallan la espalda musculada del hombre más atractivo que existe en la facultad de derecho o quizá…del mundo. Pienso en la fortuna que tengo de que su atención esté en mí «Lo he podido atrapar» y remojo mis labios, escuchando cómo él, explica su debate al docente. Sus ojos oscuros, se posan en mí, con una sonrisa cautivadora. Aprieto mis piernas entre sí, al sentir cómo me mira. «Ciro Cross, Ciro Cross» repito en mi mente, él es el hombre más cotizado y con dinero de la universidad, para mi placer, lo tengo pensando en mí, con la esperanza de que me pida matrimonio y mi vida cambie finalmente, por completo. ─Babeas por él, y lo ves todos los días ─comenta, Lau, a mi costado, llamando mi atención. Pestañeo, saliendo de mi trance al imaginarme la vida que siempre me merecí, giro mi rostro, observando a la chica de ojos azules y chaqueta de cuero. Cierro mi libreta, dándole una sonrisa. ─Es mi hombre, tengo que babear por él…además ¿acaso no te das cuenta lo atractivo que es? ─Cuestiono, alzando mi ceja. Sé que, en el fondo, le carcome que Ciro, me haya prestado atención a mí y no a ella, pero, fui más inteligente…lo estudié, me convertí en la chica de sus sueños y, cayó como mosca en mi trampa. Lau, tuerce los ojos. ─No te ilusiones, Eva, hombres como él, no se casan con chicas como tú. Solo las usan para su placer y las desechan. O no te has preguntado: ¿Por qué no conoces a sus padres aún?, ¿por qué no te habla de su papá y su afán de estar de incognito? Esa familia Cross es todo un misterio, además, no deberías de confiar en alguien que tiene una melliza ─manifiesta, aprieto el lapicero en mi mano, sintiendo ganas irremediables de enterrárselo en la mano. Tomo una bocanada de aire, tratando de calmar mis impulsos. ─A la próxima, Lau, habla con menos resentimiento, te causan unas líneas de expresión aterradoras y luego el Botox, te saldrá muy caro ─declaro, levantándome del asiento, cuando termina la clase. En el fondo, sé que es todo un misterio, pude investigarlo, pero…no llegué a encontrar nada de sus padres. ─Nena…¿nos vamos a comer? Cara, nos espera a la salida ─Inquiere, de repente, Ciro, sobresaltando mis nervios. Lau, me clava una mirada molesta, tomando sus cosas para pasar por un costado de Ciro. ─Claro, no hagamos esperar a tu hermana ─comento, dándole una sonrisa apretada. Él, posa su mano en mi espalda baja, y la sensación de poder, éxito y fortuna, me invade; como las miradas de las personas. No soy como las chicas de esta universidad prestigiada; soy pobre, pero…no moriré siéndolo, escalaré lo más que pueda, con mi inteligencia, mi cuerpo y mi belleza. «¿Ciro Cross, estará listo para enamorarse de Eva Grey? Porque, creo que ya estoy suspirando de amor por él» pienso, mirando su perfil. Él es; dulce, atractivo, hombre de mis sueños, popular, alto, musculoso, piel dorada, cabello castaño, ojos cafés de infarto, y cochinamente…millonario. ** Días después… Recibo un mensaje de Ciro, diciéndome que no podrá salir conmigo esta noche, muerdo mi labio, con suerte, tecleando una respuesta. Eva: Tranquilo, estaré con mi madre, viendo películas y comiendo hasta reventar…no me extrañes tanto, aunque, de mi parte, ya te extraño, Ciro Cross. Resoplo, levantando la mirada al espejo del cuarto de hotel, acomodo mi peluca oscura, y pinto mis labios de carmesí. El reflejo de la tristeza se denota en mis ojos verdes, que es una de las cosas que heredé de mi difunto padre, a parte de una finca llena de deudas. Escucho de repente, el golpeteo de la puerta y me apresuro en guardar mis cosas en el bolso, para meterlo en su escondite. Lleno mis pulmones de aire, abriendo la puerta. Aparece en ella: Ruperta Genova. La anciana rusa y mi jefa; ella tiene una empresa exclusiva para damas de compañía, solo para hombres pudientes y adinerados que quieren a una mujer linda que los distraiga un rato de tanto amansar dinero. Por suerte, no tengo que acostarme con ninguno, mi trabajo es escucharlos, tratarlos bien y uno beso pecaminoso. ─Llegó un pez gordo para ti ─anuncia, con una sonrisa, que me contagia. Es música para mis oídos. Me entrega una tarjeta, de la suite privada, mis ojos se iluminan. ─Ruperta, te dije que… ─Lo sé, nada de sexo. No te enviaría un cliente al que no puedas satisfacer bien y él, te escogió a ti ─interviene, con su acento ruso marcado─. Haz feliz a nuestro cliente más importante ─agrega, guiñándome el ojo para desaparecer en el pasillo. Salgo de la habitación donde siempre me alisto, para caminar hacia la suite que se refleja en la tarjeta. Mi corazón bombea efusivo, siempre tengo nervios, pero…necesito el dinero para pagar parte de la matricula, al ser semi becada y ayudar a mi familia. Llego a la puerta indicada, en el lujoso piso del hotel. Levanto mi mano, presionando el timbre, como nadie atiende, paso la llave y esta, se abre. Me adentro, embelesada por el interior del lugar. Nunca había estado en esta suite, es impresionante, con sus cristales brillando como diamantes y objetos bañados en oro viejo. Camino hasta el gran ventanal que da a la ciudad oscurecida, notando lo alto que estamos. Inesperadamente, escucho cómo la puerta se acciona, me giro, cuando al sonido lo acompañan unos pasos pesados. Hago ademán de caminar hacia él, pero, me percato del hombre que atraviesa la puerta y mis pasos se detienen de golpe. Una figura enorme, imponente, de cabello oscuro y ojos a juego, se posa al frente de mí, con un aura excitante que me roba el aliento. Él, se muestra frío e inexpresivo, como si algo le molestara. ─Hola, soy… ─No hables, esto será rápido ─interrumpe, demandante. Su voz gruesa vibra en todas las paredes y colapsa en mi cuerpo, erizándome la piel. Paso saliva, asintiendo, pues, uno de mis trabajos es hacerlos sentir cómodos; unos machotes dominantes que pueden controlarme a su merced, pero, solo es hacerles creer eso. El sujeto, se quita el abrigo, dejándolo en el respaldar de uno de los sillones, camina directamente hacia la coctelera, sirviéndose un vaso con de bourbon y me doy el placer de verle mejor…es enigmática su presencia, como si él, acaparara todo el aire del lugar y se me hiciera dificultoso el respirar. Mi entrecejo se arruga, y trato de pensar en lo que quiere que haga. Bebe del licor rápidamente, estrellando el vaso de cristal en la encimera, para encararme. Quedo gélida, ante su mirada, dejándome ver; su barba, sus hombros grandes, y unos labios delgados con linda forma. «Nunca había tenido un cliente tan atractivo» pienso, desconcertada. ¿Quién es este sujeto, a qué se dedica, por qué no le he visto en ningún lado? Me pregunto. ─Quítate la ropa ─ordena, de repente, interrumpiendo mis pensamientos. Le esbozo una sonrisa, clavando mis ojos en él, para comenzar a quitarme la ropa─. Déjate los tacones ─agrega, y asiento lentamente. Él, camina de un lado a otro, sin dejar de mirar cómo me desvisto para él. ─Detente ─espeta, cuando hago ademán de quitarme la ropa interior de encaje─. No te quiero desnuda ─agrega, aclarando su garganta. Sus luceros, viajan por cada centímetro de mi cuerpo y comienzo a sentirme extraña. Porque siento el calor plasmarse en mi piel. El sujeto, toma asiento, mirándome y puedo notar cómo su respiración está alterada. ─¿Qué más quieres que haga? ─Cuestiono, hablando finalmente. Él, gruñe. ─Baila ─ordena, trago con dificultad, viendo cómo coloca una música aleatoria en los amplificadores. Eso hago; bailo para él, de manera lenta y seductora. Posa sus manos sobre sus rodillas, apretándolas, cierro los ojos, disfrutando la música y cómo me observa. Súbitamente, se levanta del asiento, y camina como enojado hacia la salida, toma su saco y me detengo, desconcertada. Me apresuro, en perseguirle, no quiero pensar que lo arruiné, no puedo perder este trabajo. ─Espera…¿te vas tan pronto? ─Pregunto, posando mi mano en su brazo musculoso, mismo que me provoca un cosquilleo en mi vientre. Él, se detiene por mi tacto, mirándome encima de su hombro, tiene una mirada oscura, penetrante, que me hace temblar─. Si hice algo mal… ─No te di el permiso para que dejaras de bailar y me tocaras ─gruñe, aparto mi mano rápidamente, él, toma mis muñecas con fuerza, empujándome contra la pared, mi corazón palpita con desespero, ante el enorme sujeto que me somete, de una manera tan excitante. ─No me has dejado terminar mi trabajo ─espeto, encarándolo. ─Lo doy por terminado ─recalca, acercando su rostro al mío. Aprieto mis muslos por la sensación que provoca. ─¿Qu-quién eres? ─Pregunto, finalmente. Él, olisquea mi cuello, fundiendo mis neuronas. Inesperadamente, me aprieta el cuello con su mano. ─No te incumbe, pequeña ─suelta con imponencia, deslizando su lengua en mi piel. Abro los ojos con sobresalto y él, se aleja de mí, dejándome con el corazón a punto de detenerse. Saca de su abrigo, un sobre, entregándomelo, para luego, salir de la suite, lanzando la puerta con fuerza, misma que, me sobresalta. Me quedo boquiabierta, mirando la puerta, con los sentidos alborotados y excitada, de alguna manera muy extraña. Abro el sobre que dejó en mis manos, encontrándome con una gran cantidad de billetes, más de los que cobra Ruperta por una de mis citas. Aprieto mi cejo, pestañeando, y pensando: ¿Quién es ese sujeto? ** Llego a la hacienda, la antigua hacienda de café, que en algún momento fue una de las más importantes, ahora solo es un lastre a punto de desmoronarse por falta de mantenimiento, donde solo vive mi madre y mi hermano menor Lucas, junto conmigo; los únicos Grey que quedan. Empujo la puerta, encontrándome con Lucas, mirando hacia el exterior y asustándome. Coloco mi mano en el pecho, por la impresión. ─¿Qué carajos haces ahí? ─Cuestiono, luego de un resoplido, él, me sonríe con dulzura. ─Aprecio nuestra pobreza y desdichada vida ─responde, provocándome una sonrisa, me acerco a él, alborotándole el cabello azabache, todo lo contrario, al mío. ─No la aprecies tanto, no deberías de acostumbrarte a ella ─comento, entrando a la casa. ─¿Vienes del trabajo? ─Pregunta, poso mi bolso encima de la mesa, sacando dinero. ─Sí, hoy doblé turno ─respondo, él y mi madre, piensan que soy mesera de un restaurante de millonarios─. Me dieron mucha propina ─agrego, haciendo ademán de entregársela, pero, mi madre aparece, arrebatándolo de mi mano. La miro, con su depresión permanente junto con el luto que le dejó mi padre al fallecer. ─¡¿De dónde sacas todo este dinero?! ─Exclama, molesta. Mis ojos, se escuecen de la impotencia. ─Lucas, ve a tu cuarto ─ordeno, entre dientes. ─Eva… ─¡Hazlo! ─Grito, el chico delgado, corre a su habitación─. Ahora sí, puedes decirme lo que quieras ─agrego, hacia mi madre. Andrea de Grey, endurece su semblante a uno molesto. ─No te crie de esta manera ─murmura, con la voz rota. ─Estás en lo correcto, luego de la muerte de padre, terminé de criarme, mientras tú, te hundías en la miseria, yo busqué la manera de que no muriéramos de hambre. No aceptaré nunca que somos pobres, sacaré a Lucas de este lugar, así tenga que sacrificar mucho para eso ─espeto, tomando mi bolso. Ella, me lo jalonea, tumbándolo al suelo, este, por lo viejo que está, se rompe…dejando que la peluca salga de él. Me inclino rápidamente para tomarla, pero, mi madre, lo hace antes. ─¡¿Qué es esto, Eva Grey?! ¿Eres una prostituta? ─Exclama, enfurecida. Levanto mi mentón, dejándole mis ojos en los de ella. ─¿Qué, si lo soy? Has comido y bebido del dinero que he ganado…no he escuchado quejas de tu parte ¿O sí, madre? ─Espeto. En mi mente, sé lo que sucederá. Andrea, alza su mano, estrellándola en mi mejilla. Mi rostro se gira por la fuerza y siento el escozor en mi piel. Mis ojos se humedecen, mirándola. ─No le vuelvas a hablar así a tu madre, das miedo cuando lo haces, no pareces mi dulce Eva… ─manifiesta, y mis lágrimas se deslizan por mis mejillas. Tomo la peluca de sus manos, metiéndola en el bolso. ─¿Te da miedo el qué, mi ambición, mi poca empatía o el que no te tenga miedo a ti? ─Inquiero, encarándola. Sus ojos se abren, perturbados por mi pregunta, posa con dramatismo su mano en su pecho, como si le doliera el corazón. Camino hacia mi habitación, abrazando mi mochila, me encierro en ella, barriendo las débiles lágrimas que se fugaron, lanzo la mochila, y hurgo en mi ropa, una que pueda usar mañana, que sirva para robarme el aliento de Ciro Cross. No cambiaré mis planes, a toda costa conseguiré la vida que tanto merezco. Veo una blusa, con suficiente escote para robarme su mirada. Esbozo una sonrisa. ─Tengo que conseguir que me pida ser su novia ─digo, suspirando. ** Cara Cross, me habla animadamente de su nuevo auto, mientras bebemos café en la cafetería de la facultad, trato de escucharla con atención, pero, la figura de Ciro, se atraviesa en mi camino. Él me saca un suspiro…de verdad me gusta, y para mi suerte, tiene todo lo que busco de un hombre. Llega hasta nosotras, inclinándose para darme un beso casto en los labios. ─Hola, Nena ─menciona, mirando mi escote de más. ─Hola, guapo ¿Me extrañaste? ─Inquiero, mientras que, su melliza, nos mira con asco. Ella, se levanta, rodando los ojos. ─Me dan repulsión ─espeta, Cara, provocándome una sonrisa. ─¿Sí, y esto? ─Dice, Ciro, besándome con más intensidad. Mis latidos se encienden al igual que mis mejillas. Ella, hace un gesto de asco. Ciro, me sonríe, guiñándome el ojo. ─¿Te veo en la cena de hoy? ─Pregunta, Cara, desconcertándome. Ciro, aclara su garganta. ─¿Qué cena? ─Digo, mirando a Ciro. ─Nada importante. ─¡Sí es importante! Eva, como tu novia, debería de estar… ─Ella, interrumpe sus palabras, mirándonos, se percata de que ha dicho algo indebido─. Oh, lo siento, es que pensé que ustedes…olvídenlo ─agrega, dándome un beso en la mejilla─. Nos vemos luego ─comenta, apresurando sus pasos para alejarse. Coloco mis ojos en los de Ciro, cruzándome de brazos. Él, se rasca la nuca, dándome una sonrisa. ─Ya que ella tocó el tema… ─Aquí no ─interrumpe, ofreciéndome su mano, la tomo con cierta duda. ─¿A dónde me llevas? ─Cuestiono, cuando abre para mí, la puerta de su Ferrari Sergio amarillo. ─Espera y verás, Nena ─dice, me introduzco en el auto, que huele a riqueza, colocándome el cinturón de seguridad. Él, comienza a conducir a toda velocidad en la vía, introduciéndose entre los autos. Paso saliva, mirándole y mis latidos se encienden en revoluciones. ** Detiene el auto, en una colina, donde hay una tienda de helados. El desconcierto me invade, Ciro, me incita a tomar su mano para seguirle. ─¿Te acuerdas cómo nos conocimos? ─Cuestiona, de repente. ─En la heladería de la facultad ─respondo, y recuerdo cómo estaba buscando a un buen prospecto. ─Tropezaste tu cono conmigo ─acota, y esbozo una sonrisa avergonzada─. Te veías tan tierna, intentando limpiar mi camisa, pero, estabas haciendo un peor desastre ─agrega, remojo mis labios, observándole con atención. ─Lo siento, solo, te quería ver sin ella ─digo, ya que él, se la quitó al frente de todos, mostrándome su abdomen bien marcado, dejándome sin aliento. ─Te negaste a besarme como pago por tu accidente. ─No soy una chica fácil, Ciro Cross ─recalco, él, pide dos conos de helado al chico que atiende el puesto. Los sostiene, mirándome con intensidad. ─Eso lo sé bien, Eva Grey, y es lo que me gusta de ti ─Me entrega uno de los conos, y en la nieve, observo un anillo con un diamante brillando en él, mi corazón se quiere paralizar de inmediato «¿Acaso estoy soñando?» Me cuestiono─. Por eso, quiero que seas mi novia, este anillo, representa una promesa, de nuestro amor ¿Aceptas, Nena? ─Cuestiona, abro los ojos con sobresalto, las manos me tiemblan de la emoción. Asiento rápidamente, sonriendo para lanzarme hacia sus labios, besándolo con intensidad. ─Sí, Ciro Cross, quiero ser tu novia ─recalco en sus labios. Él, acaricia mi espalda, hasta tomar en sus manos mi trasero, presionando sus labios en los míos. Me provoca un jadeo, y me separo de él, para abrazarle. Me coloco el anillo, admirándolo, con una sonrisa. «Tengo al novio de mis sueños, seré la mejor abogada de la facultad y tendré la vida que siempre soñé, nada se interpondrá en mi camino» pienso, anhelando cómo brilla el diamante.
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