Aquella mujer

1291 Words
Dedicando todas mis noches, Todo mi dinero se ha ido en la ciudad Haciendo cualquier cosa Sólo para sacarte de mi mente Cuando llega la mañana Estoy de nuevo justo donde empecé Tratando de olvidarte Es sólo una pérdida de tiempo Bella, regresa, Cualquier clase de tonto puede ver Que hay algo de ti en todo Bella, por favor, Tú puedes echarme la culpa de todo Estuve mal, y no puedo vivir sin ti nunca mas Toda la duración del día pienso en ti Usando una máscara de falso coraje Tratando de mantener una sonrisa Que esconde una lágrima Pero el sol se oculta, Yo tengo sentimientos vacíos de nuevo Cómo le deseo a dios que estés aquí Ahora que lo pongo todo junto Dame una oportunidad para hacerte ver ¿Has usado todo el amor en tu corazón? Nada has dejado para mí, Y ahí nada ha quedado para mí, nunca para mí, jamas para mí   Aquella melodía sonaba en sus audífonos durante aquel largo y aburrido vuelo hacia Palermo, la ciudad en donde había comenzado todo hacia demasiados años ya, no podía evitarlo, pensar en la hermosa Alice Wright con cada palabra dicha por aquellos cantantes en esa vieja canción de los años setenta, su madre que descansaba en los cielos lo sabía, el, había intentado todo por mantenerle lejos de ellos, lejos de Hades, lejos de Alice, para que ambos pudiesen ser felices como sabia que merecían…sin embargo, no lo había conseguido, cada día, cada noche durante los últimos tres años había sido un infierno, uno en donde sentía añorarla a ella, donde recordaba aquel confort que solo en medio de sus brazos había encontrado, aquella hermosa mujer de cabellos castaños y ojos agua marinos que lo habían enseñado a llorar…era doloroso, sufrir la ausencia de la mujer amada, saberla feliz en brazos de sus hermano, con una familia que pudo haber sido suya si tan solo ella lo hubiese amado como amaba a Hades…no podía más, sentía perder cada día un poco mas la cordura, nadie le había dado una respuesta para remediar su mal, meditación, terapias, incluso hipnosis, Alice vivía debajo de su piel, era imposible arrancarla de sus pensamientos, aquella, era la obsesión mas grande de su vida…y ya no escaparía mas de ella, tenia que verla, lograr que ella lo amase…o terminaría aun mas demente de lo que ya se encontraba, aquellos recuerdos de aquel día donde Hades disparo una segunda ocasión en su contra, volvían una y otra vez en medio de sus sueños para convertirlos en pesadillas, tocándose el pecho, y luego, aquella cicatriz sobre su ojos, se sintió repentinamente enfermo, aquello, era ya algo cotidiano, Jaqueline lo llamaba estrés post traumático, y el, tan solo sabia que debía lidiar también con ello. – ¿Puedo servirle más vino señor? – cuestiono una hermosa mujer de cabellos castaños con bonitos ojos azules con amabilidad y un sutil coqueteo hacia él, aquella, le recordaba a Alice…como todo lo hacía. – Si, ¿Por qué no? Espero que sea tan gentil de también traerme algunos quesos, me encuentro algo hambriento…ya sabes cariño, no he comido bien estas últimas horas – dijo Zeus seductoramente logrando hacer vibrar a aquella hermosa azafata. – En seguida señor – respondió la mujer un poco mas coqueta y atrevida. Zeus, observo alejarse a aquella dama, levantándose de su asiento, camino detrás de ella.   Besos apasionados, respiraciones entrecortadas, gemidos suaves y sutiles, casi silenciosos, aquella mujer con su corbata cubriendo sus ojos, Zeus, mordía los hombros de la coqueta azafata disfrutando de su cuerpo en la estreches de aquel incomodo baño de avión, aquel era una de las pocas maneras en que lograba mantener a raya su creciente ansiedad, una mujer fácil que tuviese cabellos castaños, una corbata, pañuelo, lo que sea que tuviese a la mano para cubrir los ojos de su diversión momentánea, si no lo hacía, sus ganas se esfumarían en ese mismo momento, ninguna tenia sus hermosos ojos agua marinos llenos de bondad y compasión, ninguna lo miraba como Alice lo hacía…entonces, al notarlo, la magia del momento se esfumaba y lo arrojaba de nuevo al abismo de su existencia sin ella, aquel auto engaño donde sentía hacerle el amor a la mujer que amaba en verdad, era todo lo que lograba mantenerlo cuerdo…eso, junto al tabaco y alcohol, se habían vuelto sus buenos amigos en medio de aquel tormento que parecía no tener fin. – Mas, quiero más – Gemía aquella diversión de turno y Zeus, incrementaba la fuerza de sus estocadas dentro de ella, recordando aquel momento esa mañana en que la tuvo a ella, a su Alice desnuda y dispuesta para él. Estaba desnuda frente a él, Alice Wright, la mujer a la que había amado desde hace años, aquella que, de alguna manera, se le había metido debajo de la piel, la amaba tanto, la deseaba tanto, sentía su m*****o palpitar al mirar su hermosa desnudez, era perfecta, era sublime, aun cuando su cuerpo no era el de una super modelo, nada importaba aquello, a sus ojos, Alice siempre sería la más hermosa de criaturas, la más perfecta de las mujeres, y el, eternamente la estaría adorando, amándola por encima de todo, ella había sido la primera y la única que lo miro más allá de su apellido o su fortuna, la única que en verdad se había preocupado por el, la única que le había querido y apreciado con sinceridad, siempre  fue un paria, un solitario, un marginado en su propio hogar, despreciado, comparado hasta el cansancio con su hermano, sin que nadie jamás se tomara la molestia de ver lo que había detrás, aquel dolor inmenso que guardaba, aquella incapacidad de poder llorar, todo ello, Alice lo había visto, y fueron sus manos gentiles las que le enseñaron a derramar lágrimas, ¿Cómo no adorarla como si se tratase de una diosa? Cuando fue ella la única persona en el mundo que le mostro piedad. Un ultimo gemino sonó en aquel incomodo baño, un último movimiento y había terminado dentro de aquella diversión momentánea, entonces, la realidad lo envolvía de nuevo, regresándolo a su presente en donde Alice era la amada esposa de su hermano Hades, donde ambos habían logrado formar una familia hermosa…donde el, no tenia cabida ni antes ni ahora. Acomodándose la ropa, sonrió con falsa gentileza a aquella azafata para luego regresar a su asiento y terminar de beber aquella botella de Brandy y ahogar sus muchas penas en el alcohol como había hecho durante esos años, mirando su celular, pudo ver el centenar de mensajes de Jaqueline preguntando en mil palabras que terminaban en mil improperios, en donde se encontraba, por supuesto, no le había avisado a la hermosa médica y la única persona que sabía que seguía con vida, sobre su viaje a Palermo, nunca lo habría dejado marchar de habérselo dicho, Jacky se había vuelto una especie de madre sobre protectora que comenzaba a enloquecerlo, y aunque estaba infinitamente agradecido con ella, sabia bien que no lo apoyaría con la faena que tenia entre manos, recuperar a aquella que nunca fue suya, ganar su amor contra su hermano, todos podrían decirle que aquello no era realmente amor, si no, más bien, una demasiado arraigada obsesión, pero, la única verdad era que solo el sabia como se sentía el respecto…y sin Alice, el iba a morir y esta vez, no habría un regreso inesperado desde los mas oscuros rincones del inframundo. Mirando aquella fotografía en donde Alice y el aparecían juntos, beso aquel recuerdo en su memoria, deseando tenerla nuevamente entre sus brazos…era el momento, la ultima oportunidad para cumplir el mayor de sus sueños…tener el amor de aquella mujer que pertenecía a su hermano.  
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