3. Sumisión

2214 Words
(Pv Marcos) Esto no está pasando. El hombre que me compró es un príncipe, prácticamente intocable, aunque pueda salir de aquí nadie me creería. El cuarto príncipe de Oluwa, Aras, era tan imponente y su mirada demostraba que nada de lo que hiciera me haría escapar de esta pesadilla. No...estoy atrapado...mi vida terminó...… ¡No!...¡No puedo aceptar algo así!...prefiero morir antes que dejar que ese hombre me use como su puta... ¡Papi! La imagen de Anelis apareció en mi mente, mi hija...no pude evitar llorar...mi niña...mi bebé...ahora la había dejado sola.... Le supliqué al príncipe que me dejara buscarla, tal vez pueda llevarla a una casa hogar o... —Bien esclavo, si puedes complacerme buscaré a tu hija y la traeré sana y salva.— lo miré esperanzado.—Pero si descubro que sólo estás diciendo eso para que te deje escapar, te mataré y venderé tu cuerpo por partes para recuperar lo que gasté en ti.— asentí con seriedad.— Ahora ve hasta la cama, en cuatro patas. Es hora de que conozcas tu lugar. Sentí como si un barril de agua helada me caía encima ¡Por Dios! ¿Qué puedo hacer? ¡Voy a ser violado por un hombre si es que no lo hicieron antes! Avergonzado de mi situación terminé gateando hasta la cama. Al recostarme el hombre se me acercó mirándome de arriba a abajo haciendo que temblara todavía más, esto es demasiado para mi, todo mi cuerpo está tan rojo por la vergüenza y más porque un hombre me veía desnudo pero antes de tratar de cubrirme se acercó tapándome la boca y haciéndome oler una botellita con un líquido extraño, el olor invadió mi cerebro hasta marearme. —Vamos mi pequeño juguete, es hora de aprender a obedecer. Su mirada era como la de un tigre hambriento, sus ojos destellaban con un brillo impresionante y sus labios...se veían...tentadores. Espera ¡¿Qué?! ¿Por qué estoy pensando así? ¿Ese olor era alguna droga? No lo sé...pero estoy empezando a sentir mucho calor. —Así me gusta, estás muy dócil mi pequeño.—me dijo pasando sus dedos por mis pezones haciéndome ¿gemir?— Me alegra que estés entendiendo tu lugar, pero recuerda que si cometes un error lo lamentarás en muchas formas, así que no intentes escapar ¿entiendes? —S-si Alteza.—susurré tratando de controlar mi respiración agitada.  De pronto me dio una bofetada un poco fuerte pero aún así me dolió haciéndome temblar nuevamente esta vez más asustado que antes. —Cuando me hables, hazlo con obediencia esclavo, yo soy tu Amo y a menos que te diga lo contrario así me ya sabes como debes hablarme ¿cierto? —S-si A-Amo. Debería sentir asco de decir esa palabra, pero ¿No es así? ¿Qué me pasa? ¿Por qué...me siento tan raro? —Buen chico.—dijo sonriéndome.—Te daré una recompensa por esto.— toco mi glande y gemí de una forma tan extraña que no sé cómo explicarlo.—Vaya veo que no tengo que hacer mucho. Eso es bueno, no me gusta perder tiempo. Rodeó mi m*****o con su mano y comenzó a masturbarme, gemí descontrolado y sujeté las sábanas con las manos, mis piernas se separaban más y de mi boca no paraban de salir sonidos morbosos. No entiendo ¿Es por la droga? ¿Qué me ocurre? ¿Por qué lo estoy disfrutando? Es cierto que han pasado años desde que tuve relaciones sexuales y ni qué decir de masturbarme, pero ¿Por qué reacciono así cuando un hombre que no conozco y que me compró como si fuera un objeto tiene su mano sobre mi pene? Respiro rápidamente, mi cuerpo se estremece, intento callar mis gemidos pero es inútil, más cuando se acerca a mi y aprieta uno de mis pezones. — ¡Ahhh! Siento sus labios sobre los míos, su lengua penetraba mi boca con fuerza y no sé qué hacer, nunca tuve un encuentro así ¿Qué hago? Estoy mareado, siento que estoy a punto...no puedo más. —Vamos esclavo, córrete ahora, es una orden. Estaba tan sensible que mi cuerpo se sacudió violentamente...me corrí...me corrí con la mano de un hombre...y se sintió tan bien. —Bien hecho esclavo, me gusta que quieras aprender a obedecer. Si eso es lo que puedes hacer mientras lloras por tu hija ¿Qué harás cuando la encuentres?— desvié la mirada sin saber qué hacer o decir mientras él se limpiaba las manos con una toallita húmeda que tenía sobre su cómoda.— Ahora muéstrame ese culo virgen tuyo. Se levantó de la cama y obedecí con mucho esfuerzo aunque siga mareado y agotado, mi cuerpo sigue tan rojo por la vergüenza y la situación, le estoy mostrando a ese hombre mi trasero a cuatro patas temblando al saber lo que me venía encima, una vez que me viole ya no tendría escapatoria, toda mi vida desaparecería, sólo espero y ruego que cumpla su promesa. —¡Ahh! Grito sorprendido al sentir una nalgada. —Me gusta, se ve mejor ahora que en el mercado.—sonrió.—Pero tuviste ese plug en el culo durante dos días, estás abierto y no me gusta.— ¿Abierto? ¿Significa que no me violaron sino que tenía un juguete? Al menos por ahora me siento aliviado.— Esperaré un rato, mientras tanto, sígueme. Se alejó de la cama y se dirigió a la puerta ¿Quiere que salga desnudo? —D-Disculpe A-Amo.— que vergüenza decir esa palabra.— P-pero mi r-ropa... —Acostúmbrate a que todos te vean así.—dijo con burla aunque seguía mostrando una actitud seca.—Eres un esclavo, del rango más bajo de juguete s****l y sólo sirves para calentar mi cama, si eres un buen chico solo yo podré tocarte aunque todos te vean desnudo. Lo único que llevarás por ahora será el collar....—me miró por un momento y se acercó a la cómoda al lado de la cama.— Olvidé esto. Sacó una correa igual a la de un perro y la ajustó a mi collar, haciéndome ver que tenía el control absoluto sobre mi. —Mmmmm si te hago caminar en cuatro patas por la casa te ensuciaras, no me gusta que mis cosas estén sucias así que caminarás normalmente mientras estés fuera de esta habitación, pero tan pronto pongas un pie en ella deberás volver al suelo ¿Entendiste? —S-Si Amo. Tiró de la correa y me bajé de la cama, gatee hasta la puerta y cuando salimos me levanté, tal vez si lo obedezco me dejará buscar a Anelis, eso espero. Recorrimos un largo pasillo con varias puertas pulcras y bien pulidas, los tonos crema y caoba parecían reinar en las paredes de todo el lugar, el aire estaba tan limpio y los muebles tenían un acabado exquisito, bajamos las escaleras y encontramos a unos sirvientes, bajé la cabeza avergonzado mientras trataba de cubrir mi hombría, pero los sirvientes ni se inmutaron y sólo se inclinaron ante el príncipe. —¿Cuál es tu nombre? —¿Eh? Mientras entrábamos al enorme comedor me miró y preguntó algo que no esperaba. —Tu nombre. —M-Marcos Brynett. — Con Marcos es suficiente.—explicó hasta detenerse en uno de los extremos de la mesa alta y con un mantel tan corto que apenas tocaba los bordes.— Bien Marcos, presta atención; sólo podrás recorrer el segundo y primer piso, incluyendo el jardín.—lo miré confundido ¿No va a encerrarme en una jaula?— Bajo ninguna circunstancia bajes al sótano, los guardias que lo vigilan no están castrados y no dudarán en violarte hasta que mueras.— temblé asustado ante semejantes palabras.— Los sirvientes no te ayudarán a escapar, en este país la esclavitud es un oficio como cualquier otro, el esclavo s****l está en un nivel más alto de la escala, pero el collar que tienes te coloca en el rango más bajo de dicha categoría.— se sentó en la silla y señaló el piso.— Cuando yo me siento, tú te arrodillas, nunca debes estar por encima de mí a menos que te lo ordene. Me arrodillé y tiró de la correa hasta tenerme entre sus piernas, levantó mi mentón y lo miré a los ojos. —Este es tu lugar en la mesa, debes usar tu boca para complacerme, sólo así comerás. Temblé al ver el enorme bulto entre sus pantalones; mi estómago comenzó a rugir ante el olor de la comida, si estuve cautivo dudo mucho que me dieran algo de comer, no tenía otra opción, acerqué mis manos al cierre y saqué el pene del príncipe ¡Es enorme! ¿Cómo voy a meterme eso en la boca? y peor aún ¡¿Cómo espera que esa cosa entre en mi trasero?! tragué resignado y comencé a masturbarlo como lo hizo conmigo hace rato aunque ya estaba casi erecto, parecía que era grande que antes, acerqué mis labios y para mi sorpresa no sentí asco alguno, el sabor era un poco salado y parecía enviar descargas eléctricas a mi propio pene. —¿Nunca has hecho un oral, enano?— preguntó.—¿Nunca le metiste lengua a tu mujer? Me ahogué cuando traté de meterme esa cosa en la boca ¿Por qué me pregunta eso? ¡Me da mucha vergüenza! — Olvídalo, ya me respondiste. En fin, continua. Cerré los ojos y traté de seguir con lo mío, mi vida s****l nunca fue muy buena y mi esposa era muy delicada, tuvimos intimidad pero debía tener cuidado. Mi cuerpo ahora....tal vez sea sensible por todos los años en los que ni siquiera me toqué. ____ (Pv Aras) ¡Mierda! este tipo es bueno... Su lengua recorría mi glande con torpeza pero esa sensación era tan agradable, su boca cálida su respiración entrecortada y su intento por succionar mi pene eran simplemente delicioso. —Usa tus manos en los testículos.— le ordené. Ya estaba tan rojo que parecía un tomate, pero tan pronto sus dedos largos y cálidos me tocaron tuve que respirar profundo para no correrme, este chico es increíble; no tiene idea de lo que hace y su torpeza le da un aire tan erótico que quiero levantarlo y tenderlo sobre la mesa y follármelo todo el día, pero debía controlarme, era su primera vez y....ya está bastante lastimado como agregarle algo más. — Bébelo todo, no dejes que se desperdicie ni una gota. No aguante más y lo tomé del cabello y lo empujé hasta la base, se sorprendió e hizo un sonido de arcadas, pero se tragó toda mi corrida y juntó sus manos para que los restos no cayeran al suelo. Al liberarlo buscó el aire que había estado conteniendo, parecía un gato que se arrepiente de haber comido el pescado de su amo pero satisfecho de lograrlo, lo estaba disfrutando pero se avergonzaba de ello. Tiré de la correa y me miró asustado. — Siéntate en mis piernas. Obedeció y colocó sus piernas de mi lado izquierdo, lo sostuve como si fuera un bebé y contemplé sus rostro, sus mejillas estaban rojas y sus ojos estaban oscuros de placer, sus labios parecían hinchados y tenía gotas de semen. No pude evitarlo y lo besé intensamente, esta vez trató de responder pero sin estar seguro de qué hacer, honestamente me sorprende que un torpe como él pudiera casarse y mucho menos tener una hija. Mordí su labio y gimió de placer, no fue tan fuerte como para sacar sangre pero ahora estaba más hinchado que antes. Miré su m*****o ya bastante excitado, pero no iba a tocarlo otra vez, aún debía aprender lo necesario. —Bien hecho Marcos, me has ahorrado tener que golpearte para que aprendieras tu lugar.— le miré sonriendo.— Además te has ganado tu desayuno ¿Eres alérgico a algún condimento? —Al sésamo...Amo.— susurró como si estuviera mareado, ese beso le había bajado las pocas defensas que tenía. —Entiendo.—dije cortando un trozo de carne, luego acerqué el tenedor a sus labios.— Aquí tienes mi pequeño. Abrió la boca y comió rápidamente, vaya que tenía hambre, por suerte ya había terminado así que seguí cortando la carne para él, luego le di la ensalada y un poco de jugo, cuando terminó se veía mucho mejor y satisfecho, se ve más hermoso ahora. — ¡Amo! El guardia que le encargué averiguar sobre Marcos se inclinó ante la entrada del comedor. — Habla. — Alteza, me informaron que tan pronto capturaron a los esclavos, un grupo de bandidos saqueó sus habitaciones, hasta ahora no han mandado a limpiarlas pero afirman que ninguna niña fue llevada ni vendida con el resto del grupo, pero me confirmaron que este esclavo llegó al país con una niña no mayor de seis años. —¿Qué? La mirada tranquila de Marcos desapareció por una de pánico extremo, he visto esa mirada un par veces, el miedo de un padre por sus hijos. —Ordena que traigan una túnica y unos pantalones para mi esclavo.— ordené.— También preparen la limusina, vamos a ese hotel.
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