Capítulo 1

2427 Words
LIAM Al despertar suelo pensar en como sería mi vida si fuera otra persona. Como sería mi vida si fuera alguien tan popular como lo es el famoso Alan Jones. Su estilo de vida es la que todo chico como yo desea: capitán del equipo de Fútbol, como novia la chica mas deseada del instituto, padres ricos, amigos por doquier. Todo en él indica perfección.  Luego estoy yo, sin absolutamente nada de lo que alardear: mis padres no son ricos y ni siquiera están juntos, mi vida amorosa es un completo fiasco y con suerte tengo a mis dos mejores amigos; Lea y Eloy. Un fracaso. Pero luego me tengo que recordar que ser yo no puede ser tan malo. Me tengo que recordar que hay personas que están en peores situaciones y que, aún así, son totalmente felices.  Después de todo mi madre es la mujer que más admiro en el mundo y, económicamente hablando, nunca me faltó nada. También que aún soy joven y tengo tiempo para enamorarme. Y por último, que mis mejores amigos son leales, comprensivos y lo mejor que tengo hasta ahora.  Comienza a sonar la maldita alarma recordándome que todavía tengo que asistir a la secundaria. Genial.  Tomo una ducha rápida y luego me visto con lo primero que encuentro: unos jeans oscuros junto con una remera de los Rolling Stones. Una vez presentable me encamino hacia la cocina.  Como siempre mamá no está en casa, ya que su trabajo como enfermera así lo demanda. Por lo que tengo que prepararme mi propio café mañanero junto a alguna que otra tostada con mermelada de frutilla.  En cuanto termino el desayuno me dirijo hacia la puerta para comenzar mi rutinaria caminata al instituto. Porque si, obviamente, no poseo un auto.  Al llegar al instituto lo único que deseo es encontrar cuanto antes mi casillero, tomar los libros que necesito e ir los más rápido puedo a la clase de biología. Hoy no estoy de humor, algo muy común en mi, por lo que no me gustaría tener que entablar una conversación con alguien.  >  Noto entonces que por alguna razón los alumnos están mas revoltosos e impacientes que el estándar de lo normal. Mi curiosidad es tanta que me obligo a escuchar, como una vieja chusma, la conversación que mantienen un grupo de chicas que se encuentran medianamente cerca de mi.  -¿Por qué entrarán a la mitad del semestre? Eso si es raro -comenta una rubia mientras mastica un chicle.  -Es cierto. También escuché que son todos súper lindos. -exclama con aire soñador las castaña-. Con suerte y, tal vez, pueda coquetear con el chico.  -¿Pero tú no estabas saliendo con Álvaro? -sorprendida le pregunta la otra castaña a su amiga.  Decido que ya no me interesa escuchar su irritante conversación y me encamino hacia mi casillero.  Por lo que pude deducir habrán nuevos estudiante en Willborg High School, lo que es raro, ya que es un pueblo pequeño y de mala muerte que solo cuenta con una secundaria. Es incluso tan fantasma que estoy seguro de que ningún padre querría que sus hijos terminaran aquí.  Decido dar por zanjado el tema, ya que no me interesan los chismes de cuarta y comienzo a caminar hacia el salón de biología avanzada-si, además de marginado soy un nerd- pero entonces absolutamente todos en el pasillo enmudecen. Literal.  Siguiendo la mirada de todos me encuentro con algo o más bien con alguien. Allí, en la puerta del instituto, viene entrando la chica mas caliente que he visto alguna vez (tampoco es que hubiese visto muchas).  >  Si, conciencia, Wow. Es que hasta parece modelo. Es pelinegra y su piel es tan blanca que parece porcelana. Desde aquí no logro ver el color de sus ojos pero deben ser hermosos; como toda ella.  Su delgado torso tiene una blusa color melocotón que le luce de maravilla. Sus largas y blancas piernas están cubiertas por una falda negra bastante corta pero sin llegar a ser vulgar y en sus pies luce unas infernales botas negras demasiado altas. Ni hablar de toda su anatomía.  ¡Santa María pero si es perfecta!  No soy el único que se dio cuenta, ya que tiene todas la miradas del pasillo ganadas y no solo ella si no que también los otros dos que están a sus costados.  A su derecha se encuentra un chico que tengo que admitir que parece un puto modelo de Calvin Clein. El chico es castaño, bastante alto y musculoso. Simple: el sueño de toda chica.  A su izquierda hay una chica, rubia, con suficientes curvas, una nariz respingada y con un broceado perfecto; también es muy bonita, pero no tanto como la pelinegra.  Los tres comienzan a avanzar por el pasillo al estilo Hollywood. Literal. Los tres se mueven con tal gracia que mientras avanzan todos los estudiantes se apartan como si fueran de la realeza.  Pero  entonces algo extraño pasa. La pelinegra detiene su paso abrupta mente produciendo que los otros dos la imiten. Veo como cierra sus ojos y comienza a aspirar el aire. Al abrirlos sus ojos están fijos en mi.  >  Empieza a caminar hacia a donde me encuentro como si nadie más existiera. Como si su vida dependiese de ello.  Mierda ¿Qué hago?  Ahora que está mas cerca puedo distinguir el color de sus ojos; son grises. Son tan profundos que cuando los miras pareciera que te perdieses en una tormenta.  >  Cuando ya está a escasos pasos de mi no se detiene y en menos de lo que puedo reaccionar ya está invadiendo mi espacio personal. Sin previo aviso me azota contra mi casillero y acerca peligrosamente su rostro hasta el hueco entre mi cuello y mi clavícula.  -Mío -dice despacio en el oído y presiona más su anatomía contra la mía- solo mío.  > -¡Oye! ¡¿Qué crees que estás haciendo?! -dije intentando empujarla sin ser brusco.  Ella, ante mi intento de alejarla, me apretó más contra su cuerpo y luego posó sus delicadas manos en mi cintura.  -¿Cómo te llamas? -preguntó ignorando mi anterior pedido.  -No te lo tomes a mal -fruncí el seño al no encontrar las palabras lo suficientemente sutiles-. pero no te conozco y estás invadiendo mi espacio personal.  Ahora que me fijaba ya había sonado el timbre para el ingreso de clases y en el pasillo ya no quedaba nadie más que la loca que me está prácticamente acosando y sus amigos.  -Mírame -me ordenó y aunque sonaba estúpido tuve la imperiosa necesidad de obedecerla-. no pienso soltarte. Ya te lo dije, eres mío, de mi propiedad -La miré incrédulo-. Ahora responde ¿Cómo te llamas?  -Liam. -respondí aturdido.  ¿Suyo? ¡Claro que no! Esta desquiciada pues no encuentro otra explicación.  Un destello de algo desconocido pasó por su mirada al escucharme, y en un gesto que se me antoja cariñoso, posó su mano en mi mejilla.  >  -Liam -saborea el nombre entre sus labios y luego sonríe ¡Dios! Es la sonrisa mas linda que haya visto-. ¿Liam...?  ¿Qué es esto?¿Por qué este pedazo de mujer está siquiera hablándome?¿Por qué me siento tan atraído?¿Y sobre todo, por qué está actuando como una loca?  -Liam-Liam Wilson.  ¡Mierda Liam! ¡Deja de tartamudear que estás quedando como un imbécil!  Entonces, en un intento por darme seguridad, me yergo sobre mi mismo e intenté disimular que mis piernas nos estaban hechas gelatina.  -¿Tú cómo-cómo te llamas? -devuelvo la pregunta.  La chica frente a mi agranda su sonrisa ¡Dios de los dioses! Es demasiado hermosa para su propio bien.  -Samantha Davies.  Lindo nombre.  Un carraspeo nos saca de la burbuja en la que no me había dado cuenta que estábamos.  -Samantha -ella se tensa al escucharla-. ¿Es él?  Samantha, quien sigue acorralándome contra los casilleros se separa, solo un poco, para poder ver a la otra chica. Pero cuando lo hace la chica que aún no sé ni su nombre me mira a la cara con curiosidad.  -¡No lo mires Sara! -exige sorprendiéndonos-. Te prohíbo que lo veas, que lo toques o que siquiera pienses en él. -dictamina en una clara amenaza.  Para mi sorpresa la tal Sara se encoge en su sitio mientras que baja la cabeza y murmura una disculpa.  -Cariño, tenemos que irnos ahora. No creo poder aguantar más.  ¿Qué? ¿Aguantar qué? ¿A caso me ha llamado cariño?  -¿irnos a dónde?  -A donde perteneces, conmigo.  ***  Literal Samantha me sacó arrastras del instituto. A pesar de que me resistí, por alguna razón en el fondo deseaba ir.  ¿A caso estaba perdiendo la cabeza? No, seguramente nunca estuve cuerdo ¿Es decir, quién sí?  Nos acercamos a un Camaro 1SS blanco ¡Wow! Esto debe costar demasiado. Ni vendiendo mis riñones podría comprarlo.  -¿Es-Este es tu-tu coche? -volví a tartamudear por la impresión.  -No -negó.  Luego abrió la puerta e ingrese medio queriendo y medio obligado. Ella rodeo el coche y se sentó del lado del conductor.  -No es mío. Es nuestro, cariño.  ¿Nuestro? ¡Acabo de conocerla!  En definitiva esta mujer no está cuerda. Pero por otro lado, no la contradije porque quería ver, por muy loco que sonara, hasta donde quería llegar.  Ya pasando unos diez minutos de camino en silencio sentí el peso de su mirada sobre mi.  -Liam, yo sé que esto es muy extraño pero necesito que confíes en mi ¿Si? Yo nunca te haría daño.  -Pues claro que no confío en ti. -me sincero-. Me acorralaste contra los casilleros frente a todos, me-me ¿olfateaste? -aprovecho mi momento de valentía para decirle todo sin tartamudear-. Me dijiste que te pertenecía, me sacaste del instituto y prácticamente me arrastraste hasta aquí; de hecho esto puede ser considerado un secuestro ¿Y aún así me pides que confíe en ti?¿Qué está mal contigo?  Listo, lo dije. Solté todo demasiado rápido pero estoy seguro que lo entendió a la perfección ¿Pero por qué carajos siento que debo disculparme? Al girarme observo como sus ojos, que no se despegan de la carretera, se han humedecido notablemente ¿De verdad iba a llorar?  No volvimos a hablar después de eso pero el ambiente dentro del coche no era para nada ameno.  Nos encontrábamos por la carretera, casi saliendo de la ciudad, por lo que me comencé a impacientar ¿Y qué si está desquiciada y quería lastimarme?¿Y qué si me lleva lejos para después vender mis órganos por sss?¿y qué si...  >  Escuché a la vocecita molesta dentro de mi cabeza y puse toda mi atención en el camino.  Por suerte antes de que salgamos de la ciudad Samantha se desvío por una calle de tierra que se encontraba a un lado de la carretera, que nunca antes había visto allí. Curioso.  A lo lejos comenzaron a alzarse pequeñas casitas de madera. Pero no tantas como para conformar un pueblo.  No sabía que alguien vivía por estos lados. De hecho, no sabía que hacía yo allí.  El camino estaba disparejo por lo que constantemente habían subidas y bajadas, pero entonces, en medio de todo el bosque y las pequeñas casitas, un enorme castillo se alzó ante nosotros.  -¿Qué demonios? -exclamé atónito.  Ella solo sonrió y siguió conduciendo a la entrada del enorme castillo. Una vez en la puerta nos topamos con lo que parecían ser guardias que nos dejaron pasar sin rechistar. Al atravesar las gigantes puertas un enorme y verde jardín nos dio la bienvenida.  >  Que yo supiese en el pueblo nunca hubo tal cosa como un castillo ni nada que se le parezca. Pero entonces ¿Qué hacía esto aquí?  Samantha parecía no darse cuenta de mi estupefacción pues con total normalidad comenzó a teclear algo en su teléfono y para cuando llegamos a lo que se podía decir que era la puerta principal ella detuvo el auto y llevó su celular a su oreja.  -Soy Samantha -La persona del otro lado le respondió algo que, por obvias razones, no pude escuchar-. Si, lo sé pero da igual. Cancela todo -ordena-. ¡No interesa el por qué!-gruñó exasperada- solo has lo siguiente: diles que yo ordeno, estrictamente, que nadie puede pisar el ala oeste de castillo. -silencio-. Es una maldita orden y quien no la cumpla será cruelmente castigado.  >  Sabía que debía irme pero presentía que intentar huir solo empeoraría las cosas. Tampoco podía olvidar que estoy a kilómetros del pueblo y antes de llegar a cualquier lugar ella me alcanzaría sin mucha dificultad.  Samantha cuelga y gira sobre si misma para mirarme a los ojos; los ojos más vivos que nunca antes vi.  -Liam te imploro que escuches bien lo que voy a decirte -asentí-. Vamos a entrar ¿Si? -vuelvo a asentir como un estúpido. Pero es que cualquiera que tenga semejante belleza a centímetros de distancia estaría igual o peor que yo-. Necesito que me sigas y  que por favor si nos topamos con alguien, no importa quién sea, que, bajes la cabeza.  Es mi hora de fruncir el seño ¿Qué baje la cabeza?¿Qué le ocurría?  -¿Por qué? -mi voz sale acusatoria.  -Simple: tú eres solamente mío y no permito que nadie te vea o que tú veas a alguien más que a mi ¿Aún no lo entiendes?  ¡Vaya! De verdad que estaba loca ¿Suyo? ¡Já!  Es una loca que me ha hechizado en contra de mi voluntad y que por ello no puedo alejarme de su lado. Es la única explicación que se me ocurre ¿Quién en su sano juicio sigue a alguien que llega y te dice: ¡Hey tú! Ven conmigo porque me perteneces?  >  -Está bien, suponiendo que yo sea tuyo -automáticamente sus perfectas cejas se fruncen-. esto tiene que ser igualitario. -me mira sin comprender -. Si yo soy tuyo, entonces, tú eres completamente mía. 
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