No sabía que me había quedado dormida hasta que sentí unos besos por mis brazos y cuello que me hacían cosquillas. Cuando abrí los ojos, vi a Jesse sentado en la cama a mi lado, inclinado hacia mí y su mejilla en mi brazo mientras me miraba fijamente. Al ver que le miraba de vuelta me sonrió. —Te he traído algo de comer —me susurró—, siento haberte dejado abandonada casi todo el día, preciosa. Tenía… cosas que hacer —explicó para luego dejar otro beso en mi hombro y mi mejilla—. Venga, levanta —dijo esta vez más animado tirando de mi mano—, podemos comer en la mesa que hay en el balcón. Hace un temperatura agradable. Lo que había pasado horas antes me parecía irreal, como si sólo hubiera sido un mal sueño. Pero el hecho de ver que mi mochila estaba exactamente donde la recordaba, fue e

