Catalina no encontraba forma de acercarse a Vicente sin ser imprudente, si fuera por ella pasaría horas charlando con él para conocerlo, mientras Emilio estaba de viaje ella se sentía libre de actuar con naturalidad. Sin embargo, Vicente guardó siempre la distancia, manteniéndose firme incluso a sus sentimientos. Su lealtad era con su padre, pero no sabía por cuanto tiempo más podría aguantar.
Catalina le pidió a Vicente que la llevara a casa de su amiga Nora, la casa quedaba a un kilómetro de distancia, entones le sugirió que fueran caminando, había un lindo día y aquello podía ser la oportunidad perfecta para conocerlo mejor. Al principio Vicente lo dudó, pero luego aceptó ya si él no la acompañaba ella de todas maneras iría sola.
Ambos comenzaron a caminar hacia la casa de Nora, Vicente iba distraído mirando hacia el frente y ella a veces lo miraba avanzar de reojo.
-Gracias por acompañarme
-No se preocupe es mi trabajo- Catalina lo notó tan frío que se sintió incómoda
-¿Le puedo preguntar si lo he ofendido de algún modo?- dijo curiosa Catalina y se frenó para poder mirarlo mejor, Vicente se sorprendió con aquella pregunta y se recordó de aquel beso mientras ella dormía, se había sentido tan bien tocar sus labios pero a la vez se había sentido tan mal oír el nombre de su padre salir de ellos.
-De ninguna forma- dijo tragándose las palabras verdaderas, tenía que dejar todo hasta allí y no dar falsas esperanzas o pie para otras especulaciones, mientras más distante fuera él de ella, mejor.
Catalina asintió, algo alicaída. Ambos siguieron caminando en silencio, hasta que la fachada de la casa de Nora se pudo ver, ambos se pararon en la entrada principal mientras que Catalina extendía la mano para tocar la campanilla que anunciaría su llegada. Nora al oír el sonido se asomó por la ventana del segundo piso.
-¡Catalina!- dijo con alegría- bajo enseguida- Vicente miró a Catalina e hizo una reverencia.
-Señorita Catalina vendré por usted en dos horas- dijo y se dio media vuelta para regresar sus pasos hacia la mansión, Catalina estrujó el dobladillo de su vestido de otoño, y apretó con fuerza su mandíbula, luego de eso una corriente eléctrica subió por su espina dorsal, y sintió la necesidad imperiosa de salir corriendo tras él y declararle su amor, entonces no aguantó más y echó a correr.
-¡Vicente!- gritó, pero antes que Vicente pudiera recibirla en sus brazos un coche n***o se detuvo entre ellos y en menos de un segundo un hombre bajó de aquel auto y tomó por la cintura a Catalina, la levantó tan fácil que parecía una pluma levitando por los aires, Catalina miró a Vicente con cara de horror, antes de que la metieran adentro del auto, Vicente alertado echó a correr, pero fue demasiado tarde, el coche emprendió caminó y se perdió al final de la calle.
Catalina fue empujada a los asientos traseros con su captor.
-Déjeme ir- exclamó tratando de abrir las puertas, pero su esfuerzo fue en vano ya que todas las puertas estaban bloqueadas, el hombre con un bigote y una gorra en su cabeza le sonrió de forma malvada, sacó de debajo del asiento una capucha de género negra y se la amorró sobre la cabeza, ella trató de sacárselas con todas sus fuerzas, e incluso antes de ser encapuchada mordió un dedo de su secuestrador.
-¡Maldita perra!- gritó el hombre y le dio un certero golpe en su cabeza, haciéndola perder la conciencia, Catalina cayó desmayada en medio de los asientos trasero.
Catalina sintió la cabeza adolorida, y en su lengua un dejo de sabor metálico. Tosió un par de veces y levantó la cabeza, abrió los ojos y todo estaba n***o a causa de la capucha, respiró con dificultad y habló.
-¿Dónde estoy?, ¿Qué me hicieron?- trató de mover sus manos y pies y descubrió que estaba atada a una silla, negó un par de veces con la cabeza para poder ver, pero fue en vano.
-Quédate quieta chiquilla- oyó decir una voz familiar, que no logró captar de inmediato debido a su gran dolor de cabeza, abrió bien los ojos y pudo ver por un diminuto hoyo entre las hebras de la bolsa de género. Lo único que logró ver fue una rueda, ¿Por qué una rueda? Pensó. Siguió levantando los ojos para poder descubrir algo más, y se encontró con una persona en silla de ruedas, era lo único que podía distinguir entre las hebras. Ella no conocía nadie discapacitado, ¿Por qué le quería hacer daño?
-¿Por qué me tienen aquí?
-¿Te tienen?, soy solo una persona- dijo y pegó una gran carcajada.
-Por favor, yo no le he hecho daño a nadie
-Oh, si mocosa impertinente, arruinaste mi vida, y ahora me tendrás que pagar. Pero primero tengo que sacar algún beneficio de ti antes que mate- Catalina sintió pánico, ella no quería morir.
-No por favor, haré lo que usted diga
-Así me gusta mocosa, ahora grabaras un mensaje para mí- Catalina asintió con la cabeza.
-Dirás: Emilio, lamento decirte que me enamoré de Vicente, no puedo casarme con suted. Esta misma noche me fugaré con él. Por favor déjanos vivir nuestro romance.
-¿Qué?, no puedo hacer eso, eso es mentira
-¿Acaso crees que no se que te enamoraste del supuesto nuevo chofer?- Catalina quedó en shock ¿supuesto nuevo chofer? ¿cómo aquella persona podría saber eso? ¿A qué se refería?
-Eso es muy cruel- sollozó Catalina- Don Emilio se volvería loco
-¿Y que crees que quiero hacer?- rio fuerte- Quiero que sufra, le voy arrebatar a lo que más ama; a ti y a su hijo- lanzó otra gran carcajada maléfica.
“¿Su hijo?” pensó Catalina, “¿Vicente era su hijo?” Catalina creyó que se desmayaría antes de poder procesar todo aquello.
-Él volverá tan rápido y desesperado de su viaje que lamentablemente tendrá un accidente en la carretera, ¡el plan es perfecto!. Luego te mataré a ti y a Vicente
-¡No! ¿qué dices?, ¡Basta por favor!- Catalina oyó el ruido de la silla de ruedas acercarse a ella, y luego sintió como su cabeza fue jalada hacia atrás con brusquedad.
-¿Acaso tu te detuviste cuando yo trabajaba en la mansión?, Yo era la primera mujer de Emilio y tu lo arruinaste. Mocosa entrometida- Y fue allí cuando Catalina descubrió que aquella persona era Jessica, llena de odio, llena de sed de venganza, ella no se había ido por otro trabajo como le dijo Emilio, si no que había sido expulsada por su culpa. Pero ¿Por qué estaba en silla de ruedas?
-Lo lamento señora Jessica, yo era una niña, yo no sabía ni entendía nada
-¡El se enamoró de ti!- gritó otra vez Jessica llena de furia
-Señora Jessica por favor, le prometo que me alejaré de Don Emilio pero no les haga daño
-Ya es demasiado tarde, ya no me importa Emilio Beltrán, ahora solo quiero verlo muerto a él y a ustedes. ¡Ahora graba el mensaje perra!- dijo pegándole con la rueda a la silla de Catalina.
Catalina sollozó- Don Emilio…lamento decirle que me enamoré de Vicente- la voz se le iba a quebrar, pero recibió un apretón de Jessica- … no puedo casarme con usted. Esta misma noche me fugaré con él. Por favor déjanos vivir nuestro romance.
-¡Perfecto!- dijo Jessica y apretó enviar, pero enseguida de esa acción, la puerta de la bodega se abrió de un golpe, Catalina afinó su oído y Jessica se volteó con su silla.
-¡Déjala en paz!- la voz de Vicente se coló por la capucha de género hacia los oídos de Catalina y sus ojos se llenaron de lágrimas otra vez.
-¡Vicente!- dijo con voz de esperanza Catalina, pero de pronto todo quedó en silencio tras un estruendoso ¡BANG!