Con el alma rota

1327 Words
capítulo I Aquella mañana del 17 de febrero Corina Brown creyó que su corazón daría un vuelco tras recibir la dramática noticia. Su esposo André le pedía el divorcio. Sin siquiera emitir palabra solo se limitó a extender el documento sobre la mesa mientras tomaban el desayuno que la mucama les había preparado, esperando que ella lo firmara como si se tratara de algo carente de importancia. Ella lo tomó entre sus manos, y luego de colocarse las gafas para leer, quedó petrificada. El sueño que había alimentado en su mente desde hacía un tiempo, de intentar reconquistar a André, repentinamente cayó al suelo convertido en polvo. No se sentía preparada para abandonar así como así, diez años de su vida junto a él, es más, ni siquiera estaba en sus planes, pues además de amarlo lo sentía una parte de su vida. Pero aquellos documentos le dejaban mas que claro que ese sentir solo le pertenecía a ella, es decir, André no los compartía. Corina no supo cómo reaccionar, solo atinó a levantarse de su silla, caminar hasta el tocador ubicado en su cuarto y observar en el espejo lo miserable que se sentía al ser abandonada por el hombre del que aún estaba enamorada. De pronto André irrumpe sus pesamientos desde el marco de la puerta del dormitorio. -Escucha Corina, lo siento, no sabía cómo decírtelo...yo...no d***o que sigamos con esta farsa, y... Inmediatamente las lágrimas brotaron de los ojos tristes de Corina. ¿Cómo podía decir que el matrimonio de ambos era una... “Farsa” ? ¿Acaso no le importaba cuánto ella lo amaba?... ¡si se lo demostraba a cada instante!... ¿Qué pasaba con André...habría alguien mas entre ellos? Definitivamente su corazón acababa de hacerse añicos. Bajó su mirada sintiéndose culpable de no poder embarazarse, de tratar de retenerlo a como diera lugar durante todos estos años complaciéndolo en todo y olvidándose de ella misma.Tratándolo como a un niño mimado y jugando casi un papel maternal y no de esposa, cosa que había causado este cruel descenlace. Se dio cuenta que había sido un gran error. Fue como si se cayéra de pronto el velo que cubría sus ojos y vió la horrible realidad que hasta ahora se negaba. Secó sus lágrimas y comenzó a peinar su lacio cabello color café recogiéndolo en una alta coleta. Luego colocó aretes a cada extremo de su rostro, maquilló suavemente sus pómulos y sus ojos para ocultar su dolor, se vistió formalmente y condujo hasta su oficina dejando a André apoyado en el marco de la puerta esperando una respuesta. Es que en una hora comernzaría la reunión con clientes de suma importancia para su negocio y no podía dar aspecto de mujer destrozada por el abandono de un miserable sin corazón. En el pasado las cosas habrían sido completamente diferentes, no hubiéra podido disimular su pena y todo aquel que la mirara directamente a los ojos habría leído detalladamente el dolor de su corazón, pero Corina había cambiado, había madurado y la semilla de la dignidad por fin había, germinado. Y esto se hizo evidente en el preciso instante que sus ojos recorrieron cada letra impresa en aquel documento que dejó abandonado sobre la mesa esa mañana y que André se apresuró a recoger para volver a enseñárselo cuando regresara. Aunque Corina ni pensó en hacerlo. Ni bien finalizó la reunión con sus clientes, tomó su móvil y envió un mensaje a Delia, su mejor amiga para encontrarse con ella luego del trabajo. Acordaron verse en el restorante ubicado frente a la plaza principal y que preferían por su estilo italiano. Su mejor amiga era el paño de lágrimas de Corina en aquellas ocaciones en que André no regresaba a dormir y ella lo esperaba hasta el amanecer desvelada. Delia se desvelaba con ella en el teléfono para luego enterarse de que él volvía como si nada y con cualquier excusa que su amiga ni siquiera cuestionaba, feliz por el solo hecho de que hubiéra regresado. Actitud que Delia no podía comprender y la enfurecía por dentro, pero que no reprochaba a Corina por el enorme afecto que sentía hacia ella, en cambio a André lo detestaba al punto de no poder ni verlo. Delia sabía que él era un ser detestablemente mujeriego y patán. Que no amaba a su amiga, que se había casdo con ella solo por su dinero, y lo comprobó en una ocación en que se reunieron para el festajo del cumpleaños de Corina.Con absoluto descaro él se lo confesó en un estado de total embriagués y además ¡ queriéndo conquistarla a ella!. Desde ese momento, aunque no tuvo el suficiente valor de confesárselo a su amiga, tomó cierta distancia para no volver a vivir algo tan bochrnoso y odió a ese miserable para siempre. Consideró su silencio un acto de sublime amor hacia Corina, pues sabía, que si se lo confesaba, destrozaría su ciego corazón, cuyo sufrímiento era bastante con la indiferencia de André. Por otro lado, él le resultaba el hombre más patético y detestable que hubiéra conocido debido a la soberbia y altanería que lo caracterizaba; le costaba mucho comprender qué extraña cosa le atría de él a su amiga pues ni siquiera era tan apuesto. Ni bien llegaron al restrante, ambas se sentaron enfrentadas en una mesa para dos junto a la ventana y ordenaron pastas rellenas con verdura; vino de la casa y helado de frambuesas como postre. A Corina le hacía bien compartir momentos con su amiga Delia. Había entre ellas una conexión muy especial. Para Corina, Delia significaba la hemana que nunca tuvo, el afecto familiar del que todos somos merecedores pero que por alguna extraña razón, la vida le había negado, ya que a la corta edad de seis años, su madre falleció tras una enfermedad y su padre la internó en un colegio para deshacerse de ella, y al que nunca fue hasta el día en que se graduó. Todo lo que era Corina lo había contruído con su propio esfuerzo. Nadie le había regalado nada, y si hoy era dueña de su propia empresa de indumentaria, lo tenía bien merecido, pues se lo había ganado con esfuerzo y dedicación. Al conocer su historia, Delia comprendió que su amiga era una luchadora nata, pero que le había sido mas fácil resolver su futuro económico que el sentimental, pues la carencia de afecto por parte de su padre sumado al abandono, le había forjado un sentimiento tan profundo de “no ser merecedora del amor”, que la inducía en forma inconsciente a aceptar cualquier actitud déspota y deplorable por parte de las personas a cambio de la aceptación y un poco de cariño. Estas son las consecuencias de los traumas vividos en la infancia. Delia, como psicoterapeuta, sabía que esto era muy común en la mayoría de las personas que habían sufrido algún tipo de abandono durante la primera década de sus vidas. Ella podía comprender el vacío que Corina no podía llenar, si al menos hubiéra podido tener un hijo habría podido cubrir en gran parte esa carencia afectiva, pero el asunto de la infertilidad de su amiga, era un oscuro secreto que solo sabía Delia, nadie mas. Y sabía tanto de Corina porque fue su primera psicoerapeuta. Luego, cuando la amistad comenzó a crecer entre ellas, cosa que muy rara vez le sucede a Delia con sus pacientes, tuvo que indicarle un cambio de profesional debido a que no podía seguir ayudándola desde el sitio de la psicoterapia, no era recomendable, pues es muy difícil para ambas no mezclar la amistad y el profesionalismo. Por supuesto Corina rechazó la idea e indicó que no iría a ningún otro, prefería quedarse con la amistad de Delia y sin psicoanálisis. Aunque en la práctica nunca fue así. Para estas alturas Delia López se había convertido en su hermana, amiga,profesional de su salud mental y su paño de lágrimas.
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