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Justo cuando iba a preguntar algo más sobre Valentina, la puerta se abrió. Me puse de pie al instante, dejando la taza de café sobre la mesita con un pequeño golpe sordo. Mi atención se dirigió hacia la entrada y, para mi sorpresa, no solo vi entrar a Alessandro de Luca, sino también a Valentina.
—¿Qué…? —murmuré para mí mismo, frunciendo el ceño con desconcierto. Ella no debería estar aquí. A estas horas debería estar en su trabajo, atendiendo como siempre.
Pero antes de que pudiera siquiera preguntarme más, vi a una chica acercándose rápidamente hacia Valentina, abrazándola por los hombros con una sonrisa enorme. Ahí entendí: seguramente ella —su amiga— Sí, ella que creo que es la ha llevado a Alessandro donde estaba Valentina.
Alessandro, siempre imponente con ese andar suyo
