El aire en la guarida de Kael estaba denso con la tensión s****l y la rivalidad masculina. Me sentía como un premio en una competencia que no había pedido participar. Kael me abrazó posesivamente, su mandíbula apretada. Podía sentir los músculos de su cuerpo tensos como cuerdas de violín. Un aullido a lo lejos hizo que mi corazón diera un salto. Era Kai, llamando mi nombre. Kael gruñó al oírlo. —Ignóralo —ordenó Kael, su voz cargada de desdén. Pero no pude ignorarlo. Kai era mi amigo, y me preocupaba lo que pudiera estar pasando. —Tengo que ir a ver qué quiere Kai —le dije a Kael, tratándolo de igual a igual. Kael me bloqueó el paso, sus ojos fríos y decididos. —No vas a ningún lado. Lo miré, desafiándolo con firmeza. —No me puedes controlar, Kael. No soy una de tus lobas de guerr

