Sky Black descendió del taxi y miró a su alrededor, tomando una bocanada de aire fresco del bosque que la rodeaba. La cabaña que Selena, su nueva manager, le había conseguido en la reserva de Banff era aún más hermosa de lo que había imaginado. La exuberancia del entorno la envolvía en una sensación de calma y tranquilidad que no había experimentado en mucho tiempo. El dueño, un hombre amable de unos cincuenta años con una barba blanca y una sonrisa cálida, salió a recibirla.
—¡Bienvenida, Sky! Me alegra que hayas llegado bien. Soy John, el dueño de la cabaña. ¿Cómo estuvo tu viaje? —preguntó John, extendiendo una mano amistosa hacia ella.
Sky sonrió y se estrechó la mano con John, sintiendo la calidez de su saludo.
—Estuvo maravilloso, gracias. El paisaje es impresionante —respondió Sky, dejando que su mirada se perdiera en la belleza natural que la rodeaba.
John asintió con una sonrisa satisfecha.
—Sí, Banff es un lugar especial. La tranquilidad y la belleza natural son incomparables. Deja tus maletas y entra, te mostraré la cabaña.
Sky dejó sus maletas en la entrada y siguió a John al interior de la cabaña. La atmósfera acogedora del lugar la envolvía en una cálida bienvenida. La cabaña tenía una chimenea en el centro de la sala, cuyas llamas crepitaban suavemente, y grandes ventanas que ofrecían vistas panorámicas del bosque. Cada rincón parecía contar una historia de serenidad y paz.
—Aquí tienes —dijo John, señalando la amplia sala de estar, que contaba con muebles de madera rústica y una mesa de comedor a un lado—. La cabaña está equipada con todo lo que podrías necesitar. Si en algún momento necesitas algo más, no dudes en pedírmelo.
—Lo tendré en cuenta, John. Gracias por tu amabilidad —dijo Sky, mientras observaba los detalles del lugar con una mezcla de admiración y gratitud.
John sonrió y se dirigió hacia la salida.
—Voy a dejarte tranquila ahora. Solo asegúrate de disfrutar de tu estancia. Si tienes alguna pregunta o necesitas ayuda con algo, estaré a solo una llamada de distancia.
Sky asintió y vio cómo John se alejaba en su camioneta. Una vez sola, se tomó un momento para apreciar el silencio y la tranquilidad del entorno. Se sentó en el sofá junto a la chimenea, sintiendo el calor de las llamas en su piel. Sacó su teléfono para llamar a Selena, su manager, con quien quería compartir sus primeras impresiones sobre el lugar.
—Hola, Selena —dijo Sky cuando la llamada fue respondida.
—¡Hola, Sky! ¿Cómo estás? —preguntó Selena con un tono animado, como si pudiera sentir la energía positiva de Sky a través del teléfono.
—Estoy bien, gracias. La cabaña es hermosa, mucho mejor de lo que imaginaba. Gracias por todo —dijo Sky, sonriendo mientras miraba el entorno acogedor.
—De nada, cariño. Me alegra mucho que te guste. Ahora, relájate y disfruta del paisaje. La tranquilidad es justo lo que necesitas. Y no te olvides de salir con algún hombre, te hará bien —sugirió Selena con un tono juguetón.
Sky se rió, moviendo la cabeza en señal de incredulidad.
—Selena, siempre tan preocupada por mi vida amorosa. No creo que sea el momento para eso. Quiero disfrutar de la paz y la tranquilidad que este lugar me ofrece.
—Alguien tiene que estarlo, cariño. Pero entiendo que quieras relajarte primero. Solo recuerda que el mundo sigue ahí afuera, y a veces, un poco de compañía puede ser justo lo que necesitas —dijo Selena, con una nota de simpatía en su voz.
Sky colgó el teléfono y se recostó en el sofá, cerrando los ojos para sumergirse en la serenidad del lugar. El sonido del viento en el bosque y el crepitar de la chimenea creaban una melodía reconfortante. Sin embargo, esa paz duró poco. Un ruido fuera de la cabaña la sacó de su tranquilidad.
Se levantó para investigar, sintiendo una ligera inquietud. Al abrir la puerta de la cabaña, se encontró con un hombre parado en la entrada, mirándola fijamente. Era alto, con ojos verdes y un cabello oscuro que caía en ondas desordenadas. Su presencia era imponente, y había algo en su mirada que la hizo sentir un escalofrío recorrer su espalda.
—¿Hola? —preguntó Sky, intentando sonar calmada a pesar de la sorpresa que sentía.
El hombre no respondió de inmediato. Sus ojos verdes se clavaron en los de Sky con una intensidad que la hizo sentirse vulnerable.
—Perdona si te asusté —dijo finalmente el hombre con una voz grave y profunda—. Me llamo Kael. Vivo en una cabaña cercana. Escuché el ruido de la puerta y pensé que tal vez necesitabas algo.
Sky intentó relajar los músculos tensos de su cuerpo.
—No, no, todo está bien. Solo me sorprendió verte aquí de repente. ¿Qué te trae por aquí?
Kael sonrió levemente, aunque sus ojos seguían fijos en ella.
—Quería asegurarme de que todo esté en orden. A veces, el bosque puede ser un poco... impredecible. Y con la noche acercándose, pensé que podrías necesitar ayuda.
Sky asintió, aún sintiendo la presencia incómoda del hombre.
—Agradezco tu amabilidad, pero realmente estoy bien. Solo estaba explorando un poco.
—Entiendo. Bueno, si necesitas algo, no dudes en pedírmelo. —Kael dio un paso hacia atrás—. Voy a regresar a mi cabaña. Cuídate.
Sky observó cómo se alejaba y cerró la puerta lentamente, sintiendo un alivio palpable. Se dio cuenta de que su estancia en el bosque iba a ser más interesante de lo que había anticipado.
Se volvió hacia el interior de la cabaña, decidiendo que tal vez era el momento de relajarse con una taza de té y disfrutar del calor de la chimenea. Sin embargo, no pudo sacudirse la sensación de inquietud que Kael había dejado en el aire.