Sky se había convertido en una sombra de sí misma, encerrada en su habitación y aislada del mundo exterior. La muerte de Kai había dejado una marca indeleble en su corazón, una herida que parecía no sanar. Los lamentos de la manada resonaban en sus oídos, y cada lamento solo servía para recordarle la tragedia. Kael, atrapado en la cárcel de su propia culpa, se refugió en su oficina, evitando a Sky y a los demás como si su presencia pudiera empeorar la situación. Finalmente, Kael decidió enfrentar a Sky. La encontró al borde del lago, inmóvil, con la mirada perdida en el agua, como si esperara respuestas en su superficie tranquila. Se acercó con la esperanza de encontrar un camino hacia la redención. —Sky, por favor, escúchame —comenzó Kael con voz temblorosa, pero ella lo interrumpió con

