Capítulo 2

3392 Words
Guillermo. —Mamá... Ella es... —la miro de arriba abajo y decido hacerla enojar para ver como reacciona—. En realidad no me dijo su nombre. —Si lo hice. —No. —frunce las cejas y yo sonrío divertido porque se ve muy hermosa enojada—. Solo me dijo que venia de la escuela. —le estira la mano a mi mamá que se la recibe de inmediato. —Soy Emilia Bolsón, maestra del colegio del pueblo. —¡Ay que bueno!. —dice mi mamá feliz—. ¿Necesitas ayuda en algo? Debes en cuando doy unas pequeñas charlas a las nuevas maestras y les ayudo en las practicas o en desarrollo, ¿Necesita saber algo de eso?. —En realidad vine hablar por su nieto señora. —la mira con duda—. La directora me había dicho que ustedes no querían anotar a Likan y por eso me tomé la molestia de venir a hablar con ustedes, ya sé que es muy atrevido de mi parte pero no podia quedarme de brazos cruzados cuando el nene tiene cinco años. —me mira mientras afirma las palabras por como la corregí diciendo que es un nene no una criatura—. Aún cuando no tiene seis años entra en el rango del colegio porque en unos meses cumple los seis, y como voy a ser su maestra me gustaría saber la razón de porque no lo quieren anotar. —Ya le dije que lo anotamos, deje de repetir que no queremos que estudie. —De hecho. —mi mamá se pone aún mas blanca alzando un dedo dejándome mudo porque se mandó alguna que no me dijo—. Cuando lo fui a anotar... —¿Qué pasó?. —comienza a reír nerviosa, mas bien parece una loca. —Me pelee con Mabel y le dije que no iba a mandar a mi nieto en un lugar donde mande ella. —¿Y por qué no me dijiste nada?. —Me olvidé. —señor Jesús que me darian ganas de darle una samorreada por sus actitudes. —¿Cómo es que te puedes olvidar de una cosa asi mamá? Ahora yo quedo como el mal padre. —Bueno hijo, de verdad que me olvidé, recién ahora me acordé. —Disculpen no quiero interrumpir. —los dos la miramos que esta tranquila—. Pero pueden llevar los papeles en estos días, los puedo recibir yo ya que va a ser mi alumno. —¿Emilia no?. —dice mi mamá asiendose la tonta y ella asiente—. Vamos adentro que te veo y me estoy hirviendo de calor y debo suponer que no has tomado agua ¿o me equivoco?. —Por favor tengo mucha sed. —¿Por qué no me dijiste?. —frunzo las cejas negando—. Usé la manguera podrías haber tomado de ahí. —Estábamos teniendo una muy buena charla como para interrumpirla. —Por Dios. —caminamos a la casa y aparece Likan corriendo. —PAPAAAAAA... PAPIIIIIII. —¿Qué pasa hijo?. —miro atrás de él y los gansos lo vienen corriendo—. ¿Qué les hiciste ahora?. —Nada. —lo alzo en brazos y vienen directo hacia acá mas que enojados donde gritan como locos. —Por Dios... Aaaaa por Diossss. —se carga en mi hombro escondiéndose detrás de mi—. Son malos. —No es verdad. —No me mienta, sé que son gansos y enojados son el diablo. —silbo y aparecen los perros alejándolos. —Listo Emilia. —Bien. —¿Quién es usted señorita?. —Likan la mira muy intrigado. —Soy Emilia. —le da la mano y él estrecha la suya feliz de que lo traten como un adulto y no que le digan bebé que es como lo nombramos todos en la casa—. Soy tu maestra de escuela. —¿De verdad?. —Si... Vengo a conocerte. —Woouuuu. —lo bajo y ella se inclina un poco para hablarle a la cara—. ¿Te puedo mostrar mi caballo? Mi habitación no puedo porque duermo con mi papá donde soy chiquito todavia, no me gusta dormir solito pero... —Li. —le aprieto un poco el hombro así para de hablar o no la corta mas—. La abuela la esta esperando para hablar cosas de grandes. —Esta bien, ¿Va a pasar señorita?. —Si, tu abuela me invitó a entrar. —Pasemos entonces que hace mucho calor. —entramos y la casa es bien fresca gracias a toda la instalación que le hicimos con mis hermanos para que el inmenso aire que les regaló Dani lleve fresco para toda la casa, antes era fresco pero ahora es la gloria. —Bueno... Li, agarra los zapatos de la señorita asi yo la llevo en brazos. —¿Qué le pasó?. —la alzo como nada ya que no debe pesar mas de cuarenta y tres kilos mas o menos. —Me lastimé los pies Likan... Caminé mucho y me lastimé, no puedo pisar. —¿Le debe doler mucho no?. —abre la puerta de la casa sin que deba decirle nada—. ¿Mami dónde estás?. —Acá. —esta en el comedor con jugo y unos sándwich listos en la mesa, siempre tan servicial, eso me encanta de ella—. Siéntense... Vamos a charlar un poco. Las dejo ahí para poder ir a lavarme un poco ya que estoy todo transpirado y yo no me siento nada pero debo estar ediondo, cuando bajo tiene los pies alzados en una silla repletos de alguna crema que ha tenido mi mamá para calmar la quemason que tiene por caminar en la tierra caliente, la miro que los tiene hinchados, realmente es loca para caminar así, primero que debería estar con una sapatillas deportivas no con esos zapatitos que son para la ciudad y unos minutos no para un pueblo, menos para salir a caminar por el campo, la verdad que bien loca. Likan le muestra sus muñecos y como se usan, ella juega sin dejar de hablar con mi mamá. —Hijo. —miro a mi mamá que está sonriendo—. ¿Vas al pueblo?. —Si. —Lleva a la señorita por favor... Ella no puede caminar y no se va a ir caminando tampoco. —Esta bien... Li ve a buscar mi billetera. —Ahora vengo. —corre hacia arriba y yo la agarro en brazos. —Tengo que llevarla así o la crema fue al pedo. —Esta bien no tengo problema. —Likan baja y corre a la camioneta. —Listo papá. —esta sentado en medio de los asientos y dejó la puerta abierta. —Gracias hijo. —la siento con cuidado y le sonríe a mi hijo, cierro y mi mamá esta ahí esperando—. ¿Quieres que te traiga algo?. —Tráeme dulce de leche que quiero hacer una torta. —Mmmm si. —camino hacia la camioneta ya imaginándome comer las tortas de mi mamá, tiene que hacerlas súper grandes porque mis hermanos se la bajan enseguida. —Si puedes tráelo al nene que quiero verlo. —Si Bárbara quiere lo traigo. —Bueno. —cuando me subo Likan esta buscando una radio así vamos escuchando algo. —Me va a tener que indicar donde vive. —Creo que no sé como llegar. —dice avergonzada. —¿Cuando se mudó?. —Hace tres días. —asiento saliendo del campo—. Vivimos a dos cuadras del almacén grande, al menos eso sé. —¿No será la casa de los fantasma no?. —se ríe nerviosa mirándonos muy seria pero nosotros no nos reimos ni nada. —No existen los fantasma. —¿Cómo que no? Li cuéntale. —Una vez fuimos con mi papá a limpiar y... —Noooo. —se tapa los oídos medio gritando y nosotros nos reímos con ganas—. Me están molestando ustedes. —¿Te asustaste Emilia?. —Si, son re malos. —lo mira sonriendo y con una mano en el pecho—. ¿Sabes cómo llegar?. —Creo que sé que casa es. Vamos molestándola todo el camino con los fantasmas y con historias del pueblo que son todas mentiras pero ella se las cree, Likan se mata de risa cuando ella se asusta o grita, eso lo divierte mucho por eso sigue inventando historias que no asustan a nadie pero ella se hace la que si le aterra. Llegamos a la casa y rodeo para bajarla, no debe pisar por unas buenas horas, mi mamá ya le ha dado las instrucciones así que debo hacer un esfuerzo para que le surta efecto, Likan baja por mi lado y me sostiene la puerta así no se cierra y nos golpea. —¿Con quién vive?. —le digo antes de tocarla. —Con mis papás, ¿por?. —¿Si la bajo no va a salir un novio o marido celoso?. —No va a bajar nadie tranquilo. —Bien... Li abre el portón hijo. —Siiii. —cruzamos el pequeño jardin que esta casi vacio de plantas, me doy cuenta que han estado trabajando la tierra y si que daba miedo los yuyos que habian, miro la puerta y luego a ella. —¿Se abre sola?. —¡Oh!. —saca la llave y abre—. Ahí en la silla esta bien. —Bueno. —la siento con cuidado—. Hijo despídete que no vamos. —Chao Emilia, nos vemos en la escuela. —Bueno joven hombre. —la agarra de la cara dándole un beso en la mejilla—. Nos vemos y espero que lleves ganas de aprender. —Si, voy a llevar muchas ganas. —antes de salir vuelve hablar. —Guillermo... Los papeles los puedes llevar en primer día de clases. —Bien, gracias. —cierro y ahi vamos a la camioneta. —¿Papi?. —¿Qué pasa?. —se sube como puede pero no le gusta que lo ayude—. Ponte el cinturón ahora. —Si. ¿Vamos por mi hermano?. —Vamos a ver que dice Bárbara. —Bueno. —paso a comprar los jarabes y los pañales para después ir a su casa. —Hola. —me abre la madre—. ¿Bárbara?. —Pasa... Está en el living. —entramos y esta con mi hijo en sus brazos. —Hola. —Li va a saludar y yo agarro a mi hijo. —Papi... Papi. —me abraza y yo lo beso. —¿Cómo está? ¿Volvió a vomitar?. —No... Esta mucho mejor, ya no vomitó y comió algo. —Bien, ¿Me lo puedo llevar?. —No sé Guille. —se para bien cerca mio haciendo que me aleje—. ¿Y si se pone igual?. —Soy el padre sé que hacer... Yo también tengo que participar. —Esta bien no te enojes... Pero si vomita aunque sea un poquito me llamas, quiero saber. —Si tranquila. —Voy por los jarabes. —Acá compré. ¿Me das las sandalias?. —Si. —me da todo menos ropa ya que tengo en mi casa, cuando los siento en la camioneta miro los pies de Likan, mierda necesito comprarle zapatillas urgente. ***** Emilia. Hoy comienzan las clases y estoy ansiosa por ir, me gusta enseñar a los ingresantes, muchas maestras no les gusta porque dicen que debes tener mucha paciencia donde no entienden y ellas quieren dar un tema y que ya lo capten pero para mi todavía no se convierten en los maleducados irrespetuosos que son a lo diez o doce años, y pasas dolores de cabeza por buscar la forma de que aprendan a buscar la forma de no darles un golpe que muchas veces te generan eso. Ailin me ayudó a decorar el salón, pusimos las vocales y los números por todos lados, decoramos el techo con animales voladores, siempre intento crear un lugar agradable para ellos, ya que es otro ambiente en el que ingresan, ya no están para ir a jugar y a sociabilizar como en el jardín, sino vienen a aprender lo que les va a marcar sus vidas. —Hija... Ya esta la comida. —Ya voy. —cuando bajo veo a Tobias jugando con un dinosaurio—. Hola Tobi. —No... No no no no. —los golpea contra la pared enojado donde no queria que lo salude pero ¿cómo adivino?. —No Tobi. —le agarro la mano y me mira—. La pared no se golpea. —¿No?. —No... No se hace eso... Se juega así. Tobías tiene cuatro años, es muy alto para su edad y casi no habla, cuando tenia un año lo empezamos a ver que no tenia actitudes de un bebé, lo llevamos al medico y después de varios análisis nos dijeron que es autista, es un grado grave ya que a las clases de apoyo iban nenes que no sabían ni comer en cambio Tobias pide las cosas y si le explicas entiende solo que le cuesta muchísimo, no lloramos ni nos lamentamos, tampoco le echamos la culpa a nadie, simplemente lo aceptamos y nos adaptamos a él, solo que hay cosas que las odia, como conocer gente nueva, si no le caes bien te va a partir lo que tenga por delante sin que le importe nada, si no eres grato para él te vas a ir con una marca, estamos intentando de sacarle eso y con Ailin le hemos estado haciendo juegos para que reaccione civilizadamente, no como una bestia que debes caerle bien si o si. Lo llevo a la mesa para empezar a almorzar, mi hermana termina muy cansada ya que tiene horarios diferentes, anoche eran las cinco de la mañana y él estaba jugando a los autitos como si fueran las dos de la tarde, y ella si o si debe quedarse con él porque es un nene al cual no puedes dejar solo en ningún momento, siempre debe estar supervisado, mi mamá la ayuda pero solo un poco porque cuando quedó embarazada le dijo que iba a ser su hijo no el de ella ni mío, hasta ahora la ayudamos no cuidamos, mas que nada en estos momentos así, en donde queda muerta y lo cuidamos dándole de comer y entretenerlo hasta que ella se levanta, no es una mujer que se hace la tonta y aprovecha de estar diez horas en la cama no, pone la alarma y se levanta a atender a su hijo. De camino a la escuela paso a la tienda a comprar algunas golosinas para usar como recompensa, hasta ahora me ha funcionado en los años que estoy dando clases, llego a la escuela y no hay muchos chicos, tampoco van a haber muchos ya que es un pueblo pequeño. —Hola. —miro a la directora sonriendo—. Vamos al patio a presentar a las maestras. —Ya voy. —dejo todo listo y salgo, en el patio de afuera están todos esperando. —¡Buenos días! Como saben los turnos los tenemos divididos por edad y materias. —miro con una sonrisa a todos los chicos con sus papás de las manos—. Tenemos a la seño Eva que esta en el tercer grado. —la señora alza la mano así saben que es ella, mas que nada los nenes que te comen con la mirada cuando les dices que eres su maestra—. A la seño Sabrina que esta en el segundo grado y a Emilia que es la nueva en primer grado. —levanto la mano sonriendo—. Bien, ahora pueden ir con sus seños a los salones. —vienen los papás con sus hijos medios miedosos. —Vamos todos al salón para hacer las presentaciones. —Emilia. —me giro y es Likan que me abraza—. ¿Vine viste?. —Siiii. —me agacho y lo abrazo—. ¿Cómo estas? ¿Viniste a aprender?. —No me gusta pero mis tíos dicen que tengo que aprender. —Y tus tíos tienen razón hermoso. —Hola. —levanto la mirada y veo a Blanca, a una chica y a cuatro gigantes entre ellos Guillermo y el mas grande con un bebé muy pequeño en brazos y el mas joven con un bebé mas grande—. Traje los papeles que me pediste. —Si. —me paro y aún así tengo que alzar la cabeza para mirarlos, ¿Cuánto miden?—. Vamos al salón... Me gusta que las familias participen en el primer día. —Bien. Vamos al salón y ellos son muchos mas que cualquier nene, hasta hay dos que sus papás se fueron sin decir nada, deben ser de los que toman la escuela como una guarderia o como que le cuido a sus hijos gratis y ellos tranquilos de no tener que lidiar con ellos, se sientan en sus lugares y voy diciendo mi forma de trabajar, también les digo las actividades que me gustaría ir haciendo durante las clases, algunos padres como siempre ponen caras al decir de salir a pasear o a tomar un helado o hacer un día de picnic, si, es cansador pero es una experiencia inolvidable para los chicos. Llega el final de la hora y los empiezo a despedir uno por uno dándoles un beso y abrazo porque aunque dos nenes lloraron estuvieron excelentes. —Mañana tienen que venir he... No me van a dejar sola. —Yo no te voy a dejar sola Emi. —Gracias Likan. —siento una mano gigante en mi hombro y es como que reconozco de quién es—. ¿Si?. —Acá están los papeles. —Bien... Déjame verlos para ver que no falte nada y tienes que firmar. —Bien. —son los únicos que quedan, los leo y sale él como apoderado del nene, no hay madre ni nada, solo él. —Bueno, esta todo bien. —agarro las planillas y le muestro—. Acá tienes que firmar... Después tienen que venir a firmar quienes están autorizados para retirar al nene del colegio y números de emergencia. —Todos mis hermanos van a estar en esa lista. —Bueno. —¿todos? ¿Cuántos son?—. Tienen que venir y firmar. —Algunos no están por trabajo, ¿pueden venir a firmar cuando lleguen?. —Si claro. —¿No podemos firmar ahora?. —habla Blanca haciéndome recordar que estaban acá. —Que tonta. —me giro y agarro la planilla—. Si acá... Número de documento, dirección y firma. —Bueno. Pasan todos los que vinieron a firmar, los miro sorprendida ya que la mayoría ponen a dos personas o tres como mucho pero ellos son cinco y me dicen que faltan cuatro mas, wow, eso si que me sorprende en gran manera, la chica es la mujer del mas grandote, es obvio que no era la hermana porque es rubia y mas blanca no puede ser y de los ojos no digo nada porque menos el padre de Guille tienen los ojos azules, aún no veo bien los de Guille pero Likan tiene unos azules oscuro que debes mirarlos bien para saber que son azules y con las pestañas que carga le hacen la mirada bien pesada. Una vez todo listo salimos de la escuela, no hay nadie y eso me sorprende. —Bueno. —los saludo con las manos despidiendolos—. Nos vemos mañana. —Señorita. —habla Guillermo—. La llevamos a su casa. —Esta bien, vivo cerca. —Por favor. —Likan me agarra la mano para que lo vea—. Mi papá nunca lleva a las chicas a su casa. —¿Y cómo es que sabes eso?. —dice la chica riendo. —Porque cuando vamos a comprar siempre nos dicen si las llevamos a sus casa y papá dice que esta ocupado. —Bueno. —digo riendo mirándolos a todos que se divierten ya que Guille esta serio—. Entonces si me dan tal honor acepto. . .
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