CAPÍTULO 3 | LA BODA DE SAL

1632 Words
Cuatro meses después de la boda de Serkan No había pasado mucho tiempo, su padre se había encargado de que todo estuviera listo para su boda, el rechazo del turco había hecho que sobre ella sobrevolaran rumores impuros que ponían en tela de juicio lo que para los orientales era símbolo de pureza. Desde que se conocieron a los 15 años en la mansión de Palermo sus padres supieron que sus hijos sintieron una conexión arrolladora que podía sentirse a kilómetros de distancia, por ello, una vez ambos jóvenes se dijeron sus sentimientos dos años después de conocerse las familias hicieron un trato para que los poderes de ambos fuesen uno solo en el futuro, una de las reglas era que Alexandra no podía ver ni ser visitado por otro hombre a menos que fuese parte de la familia, solo los guardias de confianza podían estar cerca de ella, debía convertirse al Islam y por supuesto respetar sus costumbres, todas y cada una de ellas fueron respetadas, pero ahora luego de ser plantada en el altar todo ponían en juicio el que la italiana hubiese cumplido con todo al pie de la letra, por lo que darle un heredero a Palermo era la única forma de calmar los rumores. Los Angelucci no obligan a sus mujeres a llegar vírgenes al matrimonio, no las limitan a nada y al ser herederas ellas tienen el mismo poder y relevancia que los hombres, pero Alexandra es un caso especial, ella por voluntad propia se expuso al escarnio público al decidir ser la primera de la Famiglia que se casaría con un heredero de otra familia mafiosa, su unión representaba la expansión del poder de la dinastía Lombardi y con ello el que fuesen completamente invencibles. La mujer vestida de blanco caminaba por el pasillo de la iglesia, se veía absolutamente perfecta, una belleza incomparable ante todos, por mucho Alex es considerada la mujer más hermosa de toda la Famiglia, con esos rasgos italianos marcados, su andar era lento, muchos dirían incluso que pacifico, pero la realidad era que estaba siendo obligada a casarse, minutos antes de salir de casa se le fue recordado su deber para con todos y para con Palermo, por su madre ya habían tenido que vivir en el paso siendo objeto de burlas y se señalamientos que su padre no estaba dispuesto a permitir, por lo que, le consiguió un marido y la llevo al altar. El velo le cubría el rostro, nadie podía notar el dolor que reflejaba su mirada ni las lágrimas que brotaban de sus ojos, “la boda de sal”, así la bautizo su prima Montserrat quien no estaba de acuerdo con nada de eso, Alex ya había pasado por mucho como para ahora tener que estar con alguien que no amaba mientras tenía que lidiar con todos los baches que dejo en los negocios el deslindamiento con los turcos, ella tenía cosas más importantes en las cuales pensar que las estúpidas críticas de la gente, pero su tío no pensaba igual, estaba casi que trastornado por lo que había vivido con su tía, lo entendía, pero no estaba feliz de que ahora obligara a su hija a casarse con quien no ama. La ceremonia no fue muy larga, pese a estar obligada Alexandra se negó a realizar los ritos de unión sicilianos que denotaban una promesa para siempre, tenía claro el que bajo el islam ya había hecho promesas que no estaba dispuesta a romper, que no quería romper, no hasta que Serkan los rompiera primero, pero si él no lo hacia ella tampoco lo haría. La cara de Niccolo era única, sabia que en ese momento estaba logrando lo que todos los magnates del país querían lograr un matrimonio con una Agelucci, símbolo de poder y de recursos ilimitados para sus empresas, pero lo que no esperaba era que la chica con la que se estaba casando no es tan inocente como todos pensaban. Alexandra fue criada para dirigir Palermo, por lo que no hay un solo lugar de la isla que no conozca, no hay movimientos en el puerto que se realicen sin su consentimiento previo, es dura, temperamental, sagas e incluso cruel si la ocasión lo amerita, pero por mucho valora el respeto, la lealtad y los límites, no hay nada que le guste más que los límites que se imponen para evitar conflictos, es por ello que como regalo de bodas le dio a su marido un documento en el que se estipulaban los límites de su relación, pequeño ítems que al leerlos Niccolo se quedó estupefacto. - ¿Qué es esto? La sorpresa en sus ojos no se hizo esperar, y no era para menos, lo que decía ese papel prácticamente lo limitaba en todo, hasta en sus relaciones íntimas, lo más gracioso es que aquel documento ya tenía la firma del Capo y del Demonio Lombardi, quienes habían dado todo su apoyo a su sobrina para que estuvieses tranquila, había cambiado de religión y con ello también su forma de ver la vida. - No te amo Nicco, no tenemos que jugar la matrimonio feliz, no tengo paciencia para eso, nuestra unión es solo por negocios y de esa manera se va a mantener. Niccolo se pasó las mano por la cabeza y miro con odio a Alex, mientras que ella solo sonrió – Por fin muestras tu verdadera cara. De inmediato se recompuso tratando de ocultar su enojo – Se la razón por lo que buscaste este matrimonio, no tenemos que fingir nada, por lo que tampoco estaré contigo de ninguna manera, tus empresas tendrán los recursos que necesitan de mi para que no se vallan a la mi*rda, pero olvídate de tener, aunque sea solo un poco de poder en el Puerto, Palermo me pertenece y nadie que no tenga sangre Lombardi corriendo por sus venas lo va a dominar. En aquel momento en realidad la chica no tenía ni idea a quien tenía delante, Niccolo Russo es por mucho el hombre más cruel de Italia, ni sus tíos podían compararse con él, sobre todo porque no tiene códigos, no cumple con su palabra y lo peor es que siempre busca ganar a como dé lugar, por ello no dudo en tomar la única oportunidad que tenía para tener, aunque fuese un poco del dulce poder de la Famiglia. - Muy bien, pero quiero poner dos reglas más en este documento. Alexandra asintió mientras tomaba una copa de vino tinto – Ya que no podre saciarme contigo no tendrás problemas en que los haga con alguien más, eso claro hasta que tu quieres cumplir con tu rol de esposa. Eso hizo que la chica sonriera, estaba segura de que nunca lo querría, después miraría como solucionaría lo del heredero que debía tener para Palermo – Y lo otro es que todo lo que suceda en nuestra vida de casados y dentro de estas paredes de quedará aquí, nadie más lo sabrá, no tendrán conocimiento de esta farsa. - Muy bien. Esa fue su respuesta y de su propio puño y letra anexo las peticiones de Niccolo sin saber que con ello estaba firmando su tranquilidad, todo lo que vendría serian horrores para su vida que se verían limitados a tener que callar – Todo esto tiene la vigencia de un año, en ese tiempo tú y yo nos podremos divorciar y cada uno tomara su rumbo. Aquello lo dijo justo cuando vio que el hombre terminaba de poner su firma en el documento, ya no había marcha atrás. - No dijiste nada de eso Alexandra, no pretendo estar contigo solo por un año. Estaba molesto, nuevamente sus ojos cargados de ira y de soberbia recayeron sobre ella. - Te recomiendo que no me mires de esa manera frente a los demás, conocerán que la careta de niño bueno que cargas es falsa y eso no le va a agradar a mi tío, deberías guardarla para cuando estes en la tranquilidad y protección de tu habitación, lugar en el que no tendrás que temer a las balas del demonio Lombardi. De inmediato se alejó de ella, estaba furioso, pero no podía por el momento mostrarle lo que era capaz de hacer – En cuanto a esto. Le mostró el documento – Deberías prender a leer la letra menuda, así no te arrepentirías de las cosas que posteriormente firmas. - Veo que ese turco no logro dominarte nada. Vio como el aire casi desaparecía de sus pulmones, no le gustaba hablar de él, no le gustaba que lo mencionaran en su presencia, prefería que todo se mantuviera en silencio cuando de él se trataba. Alexandra tomo los documentos e intento salir del lugar, pero Niccolo se lo impidió, la tomo del brazo y la obligo a escucharlo – Deberías reconsiderar eso de no tener se*o, crees que no sé porque lo haces, de nada te servirá mantener esa promesa de castidad cuando claramente él no lo hará, debe estar disfrutando con su nueva esposa de todo lo divertido del matrimonio, no seas tonta deberías hacer lo mismo. Sus palabras fueron un valde de agua caliente, sintió como toda la sangre se le amargaba con tan solo imaginar aquello, no quería, no estaba dispuesta a soportarlo, pero, ahora solo tenía en su mente la imagen de Serkan con esa mujer, con esa maldita mujer, debía estar disfrutándolo haciéndole incluso más de lo que ella había probado, disfrutando de cada centímetro de su cuerpo, pero ni siquiera la ira la hizo ceder, se soltó del agarre y salió de la habitación dejando a su marido con furia, estar sola era lo único que necesitaba, lo único que la ayudaba a desconectarse de todo y de todos, incluso de sus pensamientos.
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