Una mujer corría despavorida por todo el puerto, tan solo hacia unos instantes atrás su sonrisa estaba iluminando toda la Catral de Palermo. El recinto estaba lleno de flores, incrustaciones de oro puestas exclusivamente para el gran momento, la boda más esperada, la que le daría a dos de las mafias más importantes del mundo la unión de sangre que les aseguraría un futuro juntos y por ello el que su poder se posicionará aún más, pero aquel día no salió como todos esperaban.
Creían que al llegar la novia todo seria risas y felicidad, pero nada grata fue la sorpresa de la heredera del puerto cuando al llegar le notificaron que su prometido no había llegado y que no había rastro de los turcos en Italia, había llegado media hora tarde, era imposible que ellos no estuviesen allí, por lo que todas las alarmas se encendieron para buscar al hombre que tan solo la noche anterior le había dicho lo mucho que la ama, pero sus nervios fueron calmados por una llamada, una de su amado que la hizo respirar, algo debió haber pasado, por lo que contesto de inmediato solo para llevarse la sorpresa de ver al amor de su vida hincado al lado de una mujer que vestía una bellísimo vestido rojo sangre, ambos al frente de un Imán, las palabras del sacerdote del Islam la hicieron helarse, las lagrimas comenzaron a correr por sus mejillas y salió corriendo, corrió como si su vida dependiera de ello haciendo que sus familiares salieran detrás de ella, pese a que uso todas sus fuerzas el tiempo no le dio, vio como el barco turco se alejaba y con él todo lo que en algún momento la había unido a él.
Los gritos de dolor de la mujer fueron escuchados por todos, su prima por más que trato de levantarla no pudo, aquel vestido blanco que portaba terminó sucio por el polvo de la calle, no le había importado pasar sobre los charcos y dañar el esfuerzo de los sastres. No se lo explicaba, por más que su prima vea esa transmisión no podía comprender porque le había hecho eso a la mujer que amaba, se veía triste, acongojado, sin fuerzas, el hombre que veía a través de esa pantalla no era para nada el que ella conocía, pero eso no cambiaba el hecho de que había dañado por completo a su sangre.
La boda fracasada, así fue como todos llamaron aquel momento de bochorno para los Angelucci, solo pudieron regresar a la mansión y encerrarse para tratar de ignorar los comentarios mal hirientes contra la mujer que fue plantada en el altar, Alexandra no se merecía eso, había sido una novia devota, dispuesta a cambiar su religión y comportamientos con tal de ser digna de él, el amor que se les veía era tan puro que nadie podía creer que dos sanguinarios hubiesen encontrado el amor de verdad, pero solo bastaba con ver la mirada entre ambos, la protección del turco sobre ella, la posesividad de ella sobre él, no necesitaban tocarse sus pieles para demostrar ante todos que su amor es genuino, lo que hacia aún más que todo aquello se sintiera tan irreal.
Los días pasaron, y Alex no tuvo ninguna respuesta a los cientos de llamadas y mensajes que envió, por lo que dejo de insistir, Serkan se había ido sin dar una explicación, se caso con otra mujer el día que se suponía se casaría con ella y hasta la llamo para que presenciara como unía su vida con alguien que no era ella, no se lo explicaba, de hecho no entendía nada, no había razones suficientes que la ayudaran a entender el por qué le había hecho aquello, conocía las consecuencias, no solo para las mujeres que profesan el islam es una vergüenza ser rechazadas de ese modo, ella es una Angelucci se supone que el poder hace parte de su vida y ser denigrada de la manera en la que él lo hizo solo le garantizaba ser la burla de todos, que la vieran con lastima y la consideraran poco digna de heredar Palermo.
- Alex, ¿puedo pasar? Montserrat conocía que su prima no había salido de hacía más de una semana de la boda fallida, la chica se había ocultado de todo y de todos por la vergüenza - ¿Alex? Un grito llamo la atención de todos quienes ingresaron de prisa a la habitación, Alexandra estaba tirada en el piso del baño, con sangre en su nariz – Alex respóndeme por favor.
Montserrat no pudo evitar llorar y gritar al ver como se encontraba su prima, tenia días son comer, sin hablar con nadie, solo Dios conocía el sufrimiento por el cual la chica estaba pasando, la tomaron en brazos y salieron con ella para un hospital, su situación era crítica, la descompensación de su cuerpo sumado al estrés la habían hecho colapsar por completo, pero no solo en Italia sufrían, en Turquía, Serkan permanecía lejos de quien se había convertido en su esposa, el solo verla le generaba repudio, asco, nunca había odiado a una mujer tanto como a esa, la detestaba, no sabía que había visto su padre en ella como para hacerlo casarse amenazándolo con quitarle todo, pero mientras su padre viviera aunque fuese postrado en una cama debía obedecerlo y siendo sincero, era la primera vez en toda su vida que lo defraudaba.
Pese al poder y a que siempre lo pudo obligar hacer su voluntad, la realidad era que el Kral, Mehmet, nunca había hecho que su hijo fuese en contra de sus convicciones, sobre todo porque nunca se había mostrado como alguien poco digno de su apellido, o del titulo que ostentaba dentro de toda la familia Neslişah, los reyes de Turquía y quienes lideran la mafia, los señores de la Ceza, la poderosa mafia que controla todo su territorio extendiéndose hasta gran parte de Asia Occidental, pero ahora ni el poder, ni el dinero podía darle lo que tanto quería, su Alexandra, conocía las consecuencias, sabe de ante mano que ella encontrara un esposo y no hay nadie que pueda interponerse en ello, es una heredera, una que debe asegurarse de mantener el linaje se su familia y con ello el poder que tienen sobre Palermo, pero el solo imaginar que otro pondrá sobre ella sus asquerosas manos lo hace enojar.
En los últimos días había perdido tanto la cabeza que sus propios guardias comenzaron a temerle más de lo común, su fama de sanguinario es conocida por todos, sobre todo por ellos quienes lo había visto en acción en innumerables ocasiones, pero ahora todo era distinto, estaba tan irritado que había ases*nado sin que le dieran motivos, descargaba su ira contra todo aquel que le diera la oportunidad de hacerlo por lo que si antes era una estupidez hacerlo enojar ahora es un completo suic*dio.
- Mi señor. Omer, el líder de seguridad era de los pocos que un se mantenía firme, con temor, pero firme, después de todo era quien había logrado mantener un contacto en Italia después de lo sucedido, sobre todo luego de que el padre de Alexandra, Lucca, se encargara de sacar a todos los turcos de territorio italiano.
- Habla. Su mal humor seguía presente, pero trataba de distraerse en los documentos que tenía en frente.
- Nos llegó información de Italia. De inmediato despego los ojos de los documentos y le dio toda su atención al guardia – La Kraliçe fue llebada de emergencia al hospital, al parecer ha dejado de comer, la encontraron desmayada en el baño de su recamara, con s*ngre en la nariz. Serkan apreto los puños.
- Bunların hepsi benim suçum, hayır demeliydim, her şeyimi almalıydılar (Todo esto es culpa mía, debí haber dicho que no, debieron haberme quitado todo) – Sus ojos mostraban una arrepentimiento y tristeza casi que incrédulos, porque jamás se había arrepentido de algo antes – No tenia derecho Omer, no tenía derecho hacer esto.
Sus ojos se llenaron de lágrimas, por primera vez un tempano de hielo estaba mostrando sentimientos, pero tristemente, este era solo el inicio de años de tortura y sufrimiento para la más inocente de todo, la que sacrificaron y tiraron como a un cerdo al m*tadero, el desamor era solo el inicio del infierno de ambos, la batalla que ambos estaban por iniciar solo les daría dos opciones, luchas por su amor, o matarse hasta que solo uno de los dos sobreviviera.